Todo comenzó en un faro. Un luminoso y mediterráneo faro en la isla de Blu; aunque quizá todo había empezado antes, mucho antes, cuando Federico Moccia intentó publicar sin éxito la novela que, una tras otra, rechazaban todas las editoriales. Pero el amor de Niki y de Alex, de Alex y de Niki, comenzó más tarde, doce años después de que descubrieran que Tre metri sopra il cielo y el propio Moccia eran capaces de atraer a cuadrillas de adolescentes dispuestas de identificarse con la omnipresencia del amor prohibido, del amor romántico, del primer amor.

Decía Pablo Neruda, y el propio Moccia cita, que el amor es corto y el olvido largo, y sin duda el poeta chileno se olvidó de matizar lo peor: que el verano hace aún más largo el olvido cuando éste decide cobijarse en la mente enferma del que ama. El romano en cambio, hábil en descubrir las flaquezas de los amantes, sitúa precisamente en verano los puntos de inflexión vitales de sus personajes, o al menos de los protagonistas de dos de sus novelas más renombradas, Perdona si te llamo amor (2007) y Perdona pero quiero casarme contigo (2009). Serán los viajes de sus personajes los que marquen el ritmo de sus relaciones, el metrómeno que indique el pulso de su recorrido vital, y no sólo en letra impresa sino en las versiones cinematográficas que el propio novelista dirigió en 2008 y 2010 respectivamente. Pero todo tiene su senda y es mejor que, sin atajos, empecemos por el principio.

De Roma a Fregene
“Noche. Noche encantada. Noche dolorosa. Noche insensata, mágica y loca”. Así daba comienzo Scusa ma ti chiamo amore, la historia de cuatro jóvenes distraídas y soñadoras que todavía creen en el amor, o al menos una de ellas, Niki (Michela Quattrociocche), quien a sus 17 años espera encontrar al hombre de su vida. El resto de sus compañeras del Instituto Giulio Cesar, autodenominadas “Las Olas”, tienen vidas sentimentales dispares. Olly (Beatrice Valente), es una joven desinhibida y promiscua que hace de sus conquistas sus éxitos curriculares; Erica (Francesca Ferrazzo) está enfrascada en una relación con un chico cuyo amor no es más que un tóxico tira y afloja; Dilleta (Michelle Carpente) será la más dulce y cándida de las cuatro, quien se niega a ceder ante la carne hasta que encuentre el hombre de sus sueños y Niki, la protagonista, una vivaracha y atolondrada adolescente que pese a su desinhibición, anhela el amor verdadero.

Fotograma de Perdona si te llamo amor. Derechos reservados a su distribuidores y/o productores

Esta historia de menores, tan poco atractiva para quien ha superado la edad quinceañera, es sin embargo contrarrestada por el universo adulto representado por Alessandro Belli “Alex” (Raoul Bova), un creativo publicitario cuya separación hace que viva inmerso en la más profunda oscuridad. Su grupo de amigos tampoco se queda atrás en rutinas y torpezas, siendo cuatro hombres en plena crisis de la madurez, tan noveles o incluso más que las alocadas Olas. Con Enrico (Luca Angeletti), Flavio (Ignazio Oliva) y Pietro (Francesco Apolloni), Alex podrá desquitarse de sus penas, si bien la verdadera felicidad le llegará pronto, de la mano de una adolescente que conduce una Vespa. Y así es que un accidente de tráfico les cambia la vida. Apresurada por llegar tarde a clase, Niki se topa con el Mercedes de Alex, quien accederá bajo coacción a llevar a la joven al Instituto en su propio coche. El ímpetu vivaracho de Niki enseguida muta en coqueteo, llamando insistente y machaconamente a Alex hasta que consiga que se fije en ella. Niki tiene 17 años. Alex 37. Pero Niki parece tener todo cuanto desea, es interesante, asertiva y obstinada. Muy obstinada. A pesar de que la edad de Niki debiera apartar a Alessandro de sus sugerentes aspavientos, ésta le convence para que la lleve a Fregene, donde sus aptitudes para el surf encandilan a Alex y hacen que nazca en él una incipiente atracción. En la playa de Fregene ambos hablaran y se enamorarán, dando por concluido su flirteo en una sensual aproximación en la playa. De regreso decidirán seguir adelante con una relación llamada al fracaso. La diferencia de edad, sumada al hecho de que Niki sea una menor, harán que nadie vea con buenos ojos este tórrido romance, a pesar de que parezca que es puro y verdadero (y de ficción) amor.

Tú a Grecia y yo a Blu
Pero los problemas siempre crecen. Más accidentes de tráfico, amigas en coma, gnoseología de Kant, campañas de publicidad, exámenes y novios que se van y novias que regresan. A la vida de Alessandro vuelve su pareja Elena (Veronika Logan), y Niki queda postrada como algo que pudo ser y no fue. Pero es verano, el imperativo a seguir son los viajes, los amigos, la libertad. Niki viaja con las Olas a Grecia y por fin cumple la mayoría de edad. Alex decide huir a la Isla de Blu para hacerse vigilante de un faro desde el que espera que Niki regrese. No sabe pescar, ni entiende el universo del cebo y las lombrices coreanas; tampoco puede valerse por sí mismo en un entorno marítimo tan alejado de su Roma urbanita. Pero allí espera, mirando el reloj y arrepintiéndose de haber pensado que sólo a los dieciocho años se vive mejor que en una canción. Después de un sobre azul y una veintena de días de retraso, Niki se presenta en Blu para recuperar lo que siempre fue suyo.

Fotograma de Perdona si te llamo amor. Derechos reservados a su distribuidores y/o productores

Perdona si te llevo a París
Tras ocho meses de eterno verano, la vida real llamó a filas a los enamorados. Así comienza Perdona pero quiero casarme contigo, la continuación cinematográfica del romance de la pareja de Moccia (si bien entre medias encontramos la novela Cercasi Niki disperatamente). Este título, que al fin destierra el sesgo adolescente (y hasta infantiloide) de la primera entrega, nos coloca en una nueva situación. Alex regresa a la agencia de publicidad y Niki comienza sus estudios en Filología. La vida les sonríe, son bellos, acaudalados y además su amor rompe moldes. Parece que para ellos existe la verdadera felicidad. De nuevo la playa de Fregene aparece en boca de la pareja, aunque sólo sea un mero truco que desemboca en Fiumicino: Alex ha decidido darle una sorpresa y llevarse a Niki a París. Definitivamente el turismo se disfruta más en pareja, sobre todo cuando se decide atravesar en barco el Sena y que unas luces de neón sobre un puente  informen de algo que va a absorber el resto de las horas de Niki: “scusi ma ti voglio sposare”. Y así, rogando su perdón, Alex decide pedirle a la joven que se case con él.

Ningún otro destino como París hubiera podido causar mejor efecto en su propuesta, aunque el resultado no deje de conmover y hasta aturdir a Niki. Verano sin fin en un faro, vacaciones de ensueño en París, matrimonio eterno, pero no es eso lo que desea la  joven de dieciocho años. La turbación aterriza con ella en Roma, donde sus amigas no pueden sino compadecerse de Niki. Ahora las Olas están desatadas. Parejas de ida y vuelta, la misma ropa del día anterior y un embarazo inesperado llenan la vida de Erica, Olly y Dilleta, quienes se abren paso en una trama capitaneada por los adultos. Serán los amigos de Alex quienes lleven la voz cantante en una película teñida más por los escarceos adúlteros de los temerosos cuarenta años, que por las experiencias primigenias de un grupo de adolescentes. Afortunadamente. Así Alex ve cómo en casa de Pietro van haciendo entrada Enrico y Flavio, todos ellos separados o divorciados. Tampoco Alex tarda mucho en mudarse y ocupar su lugar, cuando Niki, enamorada de un compañero de facultad, le abandona a él y a su fastuosa familia, su mansión, sus sesiones de caza y sus vistas al mar. La velocidad era rápida y las inseguridades interminables, demasiado incluso para quien no estaba acostumbrada a caminar sino a correr

Tú a Ibiza y yo… también
“Este verano, nada de hombres” será la clave con la que Erica comience su nueva vida, una de las Olas que propondrá los tres meses del estío para olvidarse del vacío que su frenética actividad amatoria le ha dejado. Por su parte Niki decide romper con Roma y pasar el verano con su nuevo novio y sus amigas en Ibiza, lugar de arrebato por antonomasia, de noches interminables y de bailes hasta el amanecer. Pero siente que ha perdido la ocasión de su vida, en las verdes aguas ibicencas no encuentra el sosiego. Un concierto, una historia terminada, Alex en el escenario y un amor que sólo puede ser ficción, hacen entonces su entrada triunfal, irrumpiendo por el momento con su final feliz.

Fotograma de Perdona pero quiero casarme contigo. Derechos reservados a su distribuidores y/o productores

Una historia sólo posible en Moccia que, como sus candados en el puente romano Milvio, desafían la gravedad y toda ley natural. Una ficción que demuestra que el amor, con o sin moto, con o sin medias tintas, con o sin olas, se vive mejor y más intensamente cuando llega verano. Cerca o no del mar.

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