Decía el escritor y guionista Noel Clarasó, que en esta vida “nada sucede como deseábamos, como suponíamos, ni como teníamos previsto”. Semejante discurso no contempla refutación y así lo evidencié la mañana del día de Sant Jordi, un soleado pero fresco 23 de abril. Barcelona, 9:55 a.m., hall del Hotel Regina. Desde allí diviso a decenas de medios haciendo su entrada en la sala de recepciones para retratar a los protagonistas de Sant Jordi, los autores que presentan sus nuevos trabajos. Les observo con detenimiento como a través de un espejo, yo soy periodista, yo debería estar allí. Sin embargo esta ocasión es diferente, no me encuentro en la trinchera sino en el campo de batalla, a merced del escrutinio de otros reporteros. Me acerco sigilosa, abrumada por la presencia de tantos autores consagrados, mientras hago un reconocimiento sobre el terreno de los libros presentados. Entre ellos diviso Ein Tag in Barcelona (Un día en Barcelona), una obra publicada por un autor que todo tiene de cinematográfico y excepcional, Daniel Brühl, un texto que suscitó en mí más admiración que extrañeza.
El libro, en el que recorre su ciudad natal aportando una particular guía de viaje, aborda todos los lugares emblemáticos para el actor y ahora escritor; la topografía personal de la ciudad que le vio nacer. Intento encontrar a Brühl pero me es imposible. Esquivo a Maxim Huertas y me doy de bruces contra Pilar Eyre. Sigo caminando y encuentro a José Ribagorda y Gemma Mengual, el espacio es limitado y la reunión de talentos dilatada. Detengo mi inspección cuando me ofrecen una copa de agua. Me apoyo contra una columna y, mientras bordeo a otros tantos periodistas, veo llegar a Daniel Brühl. Lleva camisa a cuadros y peinado disciplinado, casi escolar. Sus ojos resplandecen al ver tantos flashes e instintivamente se acerca hacia la barra, donde el almuerzo presenta un aspecto más suculento que el gentío. Me aproximo al intérprete de Malditos bastardos mientras da un bocado a su desayuno. Es cortés, extremadamente cortés. Cuando me dispongo a hablarle se limpia los inexistentes restos de azúcar glacé y me mira tímido, muy tímido. “Disculpe que le aborde así pero, aunque vengo como autora, no puedo dejar de ser periodista, ¿puedo hacerle una pequeña entrevista?”, le pregunto también tímida, siempre lo soy cuando temo resultar impertinente. “¡Por supuesto que sí!”, responde cordial antes de indagar el título de mi libro, “¿cuál es el tuyo?”, pregunta con corrección, a lo que le respondo un “Con “C” de Coixet ” seco, casi telegráfico. “Qué interesante, ¿de qué trata?”, vuelve a indagar con interés geminiano, “se trata de un libro en el que recojo una larga entrevista con Isabel Coixet”. Es entonces cuando el talante de Brühl se muestra más espontáneo: “Isabel Coixet es increíble, ayer mismo estuvimos hablando de ella, Isabel sabe de todo”. Con esta frase dimos inicio a una conversación que duró tan sólo unos minutos, los que nos distanciaban de la tradicional foto de familia. Mientras los autores van y vienen, huyendo y también buscando nuevos periodistas, el protagonista de Good bye Lenin! se abstrae conmigo en un mundo aparte. Para ello se arrebuja sobre sí mismo, plegado casi como un ovillo y, mientras habla de su libro, de su local berlinés en Kreuzberg o de sus dudas en la escritura, despliega ante mí toda su humildad. Aunque después coincidimos nuevamente en la radio y más tarde por las calles de la ciudad, fue ahí, y sólo ahí, cuando comprendí el buñueliano y discreto encanto de la cortesía. Esas cosas que sólo suceden durante un día en Barcelona.
Lucía Tello Díaz.- Siendo un intérprete internacional consagrado ¿cómo tomas la decisión de comenzar a escribir?
Daniel Brühl.- No era mi idea, pero una editorial alemana me propuso escribir hace tiempo un libro sobre Barcelona y me pareció interesante; por eso dije que sí, aunque también para chulear un poco –ríe-, para verme rodeado de todos estos escritores tan importantes. Sin embargo reconozco que en medio del proceso tuve una pequeña crisis porque ya había muchos libros sobre Barcelona, no quería que éste fuera como todo lo que había leído. Pensé mucho en qué podía yo decir o qué podía añadir que fuera interesante, porque tampoco quería que estuviera escrito en un tono demasiado autobiográfico para hablar de la ciudad. Fue entonces cuando pensé en un paseo largo por Barcelona, un paseo que fuera ligero y nada pretencioso, porque muchos libros de gente como yo pueden ser bastante deprimentes…
LTD.- Deprimentes es una palabra demasiado fuerte… Después de tres años dando forma al proyecto y tras haber finalizado Un día en Barcelona, ¿qué balance haces de la tarea literaria?
DB.- Aunque lo había intentado, nunca había escrito un libro. Fui un poco lento, porque además descubrí algo curioso, con Un día en Barcelona noté que las cosas sólo fluían y salían bien cuando estaba aquí en la ciudad, porque estaba hablando de ella. Los fragmentos que escribía fuera de Barcelona no me salían bien. Para hablar de ella tenía que estar aquí. Pero bueno, tampoco he escrito tanto, es un libro corto…
LTD.- Tiene 192 páginas, no es tan corto, entonces ¡si ves el mío!
DB.- No nos han salido muy largos… -ríe profundo y cómplice-.
LTD.- Desconozco si en un futuro te gustaría combinar ambas facetas artísticas, la de interpretar y la de la escritura, o si con Un día a Barcelona has visto cumplido y finalizado el deseo de seguir escribiendo
DB.- Bueno, lo intentaré; la editorial alemana está muy contenta, porque me cuentan que el libro ha funcionado muy bien en Alemania, por ello les gustaría que escribiera otro. Les conté otra idea que tenía, otra vez relacionada con España, con Barcelona, con mis raíces, y les ha gustado mucho; me han hecho otra oferta, pero ya les he dicho que este año no me va a ser posible porque estoy muy liado, pero quizá el año próximo lo pueda hacer. Con respecto a la escritura como experiencia, le tengo muchas ganas pero también mucho respeto a lo que es la función de ser autor de verdad. En eso no me veo capaz.
LTD.- Si estás aquí es porque ya eres autor de verdad ¿no crees?
DB.- Si tú lo dices, te creo –ambos reímos-.
LTD.- Y en cine, ¿qué proyectos tienes a corto plazo?
DB.- Lo próximo que tengo en proyecto es el estreno de Rush, una película que he hecho con Ron Howard acerca de las carreras de Fórmula 1, ambientada en los años setenta y donde encarno al piloto Niki Lauda; además he tenido la suerte de hacer el papel protagonista en otra película americana, A most wanted man, con Robin Wright, Philip Seymour Hoffman y Willem Dafoe, que saldrá para noviembre.
LTD.- Como la mañana está complicada, no te voy a quitar más tiempo, tan sólo la última pregunta ¿te has planteado alguna vez escribir para cine?
DB.- Pues la verdad es que también he escrito un guión, pero no es muy bueno…
LTD.- ¡Por favor, espero que alguien lleve mejor tu promoción porque tú te vendes fatal! –ambos echamos a reír-.
DB.- Igual es verdad, quizá soy muy negativo –dice entre carcajadas-.
LTD.- Digamos que no te haces muy buena publicidad –río mientras él se encoje de la risa-.
DB.- Tienes toda la razón, ¡no me vendo muy bien!
LTD.- Espero que tengas mucho éxito, y nos veamos en próximos años otra vez aquí.
DB.- Ojalá que sea así.
LTD.- Suerte.
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