Carlos Álvarez-Nóvoa. Todo junto, todo inmenso, con dos tildes y un guion. Ese es el nombre, largo y compuesto, de un artista, de un amigo al que me resisto a despedir porque jamás se irá ni tampoco se ha ido. Quiero mucho a Carlos, le quiero desde antes de conocerle, desde que su voz asturiana retumbara en mis oídos hace más de quince años, cuando entendí que sería él, y no otro, el actor con quien haría mi primer cortometraje, aun cuando no sabía cuándo lo haría ni muy bien por qué.

tango con norma

Carlos Álvarez-Nóvoa con Mirta Gutiérrez de Marques Seré en «Un tango con Norma»

De Carlos recordaré siempre sus palabras, sus acciones, su amor. Recuerdo su incondicionalidad al querer trabajar conmigo, su confianza en mí, su dulzura y su amistad. Le recuerdo sobre un escenario, proyectando su energía y saludándome al finalizar la función; le recuerdo en el coche, perdidos por los nudos de Madrid, riéndonos sin rumbo ni GPS; le recuerdo diciéndome, nada más conocerme, que mi voz le gustó y le hizo sentirme amiga. No se imaginaba que desde entonces, también él sería uno de mis mejores amigos. Nunca podré olvidar su garbo, su inteligencia, sus enérgicos abrazos que me hacían sentir Madame Bovary, su solidaridad, su inconmensurable talento para la escritura, para la actuación, para la vida.

Recuerdo con cariño diciembre de 2009, cuando representando Bodas de sangre, me invitó a cenar y celebramos fin de año aquel mágico 30, un día antes cerca del María Guerrero. Recuerdo haberle seguido por varios teatros, descubriendo por qué en 1999 su presencia me fascinó en Solas, interpretando papeles que dignificaba con su semblante y su buen corazón.

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Carlos Álvarez-Nóvoa con Lucía Tello Díaz durante el rodaje de «Un tango con Norma»

Carlos me ha dado más de una lección vital, me ha enseñado lo que vale la amistad. Nunca olvidaré su genio, su incombustible luz. Porque Carlos es, sobre todo, una persona brillante, una persona capaz de iluminar el lugar en el que esté. Por eso me niego a poner cerca de su nombre una fecha, ni de inicio ni de fin, porque como todos los grandes artistas, como las grandes personas, Carlos Álvarez-Nóvoa no se irá nunca, ni siquiera cuando el telón baje y el público crea que deba marcharse. Seguirá actuando, remando, interpretando, amando, luchando, brillando. Seguirá viviendo porque le veo reflejado en los ojos de su maravilloso hijo. Seguirá vivo porque nunca podré ni querré sacarle de mi vida. Un día él creyó en mí y, como los mejores maestros, él me regaló su ejemplo y su valiosa amistad. Ahora me corresponde a mí recordarle que, por años y siglos que pasen, él siempre vivirá en mí. Porque quien entra en mi vida como lo hizo él, ofreciéndomelo todo a cambio de nada, nunca la abandona.

Querido Carlos, gracias por formar parte de mi mundo y cambiarlo para siempre. Gracias por existir, por presentarme a tu maravillosa familia, por permitirme estar contigo todo este tiempo.

Mi querido amigo, gracias por permitirme recorrer parte de este camino contigo. Como tú bien sabes, siempre te llevaré conmigo.

Prometo no olvidarte nunca.

2 comentarios

  1. concepcion garcia algara 1 octubre, 2015 at 10:28 am

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    Entrañable comentario lleno de cariño y ternura me gusta el estilo
    gracias por ser asi,gracias por conocerte

    • Lucía 6 octubre, 2015 at 6:01 pm

      Responder

      Querida concepción, gracias por tu mensaje y por tu amistad; nos sentimos muy afortunadas por contar con amigos como tú, quienes a pesar de los reveses de la vida sois capaces de confortarnos y hacernos sentir acompañados. Gracias a ti por todo, agradezco de corazón tenerte en nuestra vida

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