ultimatum
Dirección: Scott Derrickson
País:
USA.
Año: 2008.
Duración: 92 min.
Género: Ciencia-ficción.
Reparto: Jennifer Connelly, Jon Hamm, Kathy Bates, Keanu Reeves
Guión:
David Scarpa
Producción: Paul Harris Boardman, Gregory Goodman, Erwin Stoff
Fotografía: David Tattersall
Estreno en España: 12 de Diciembre del 2008.

 Está claro que aunque las ideas escasean, no por ello dejaremos de ver estrenos en nuestra cartelera: siempre podrán “sorprendernos” con un remake. En este caso, la película es un remake de la obra homónima de 1951. Pese a que las películas tienen algunas diferencias, la esencia de la misma se mantiene durante los años: una civilización extraterrestre acude a la Tierra, con la amenaza de un ataque inminente para que se cambie la tendencia destructiva de la que presume la raza humana. En la película de 1951 el argumento versaba en torno a la carrera tecnológica desarrollada en pos del desarrollo nuclear (vaya insenstatos, ¿no crees, querida y admirada Abogada del Diablo?), enmarcada evidentemente en la situación de la Guerra Fría. La nueva versión se centra en una preocupación mucho más cercana a Al Gore: el extraterrestre solicita el fin de la raza humana para evitar la muerte de la Tierra.

Una nave extraterrestre aterriza en pleno Central Park (cómo no, es algo previsiblemente americano). El Dr. Grenier (Jon Hamm), oficial de la NASA, recluta a eminentes científicos, entre los que destaca Helen- papel interpretado por la bellísima Jennifer Connelly-, encargada de investigar la llegada de alienígenas a la Tierra. De repente, un extraño ser sale de la esfera luminosa aterrizada en Central Park: se trata de Klaatu, el extraterrestre interpretado por Keanu Reeves. Los problemas comenzarán cuando Klaatu le comunique que el fin de la humanidad ya está decidido, no hay marcha atrás para ese apocalipsis. Helen tratará por todos los medios de hacer cambiar de opinión al visitante, siempre con la oposición de su rebelde hijastro (Jaden Smith, el hijo/clon/niño-repelente de Will Smith). La película comienza de una manera previsible pero en cierto modo original, el comportamiento de los extraterrestres resulta bastante adecuado para la trama de la película. Pero todo vuelve a ser un despropósito de la industria americana, que consigue hacer que quieras levantarte de tu butaca y tratar de colarte en alguna otra sala donde la película no acabe con un “In God we trust”. Para comenzar, podemos distinguir entre tres tipos de momentos que se nos presentan en la película: por una parte tenemos los momentos que pese a ser de algún modo infectos, pueden llegar a ser admisibles. En este grupo podríamos incluir a esa gran señora que interpreta el papel de secretaria y voz del Presidente de Estados Unidos, que más bien parece una de esas vecinas del bloque, vestida con un traje de chaqueta para la boda de alguna de sus sobrinas, con uno de esos peinados que gracias a la laca desafían las leyes de la gravedad y las leyes también de protección medioambiental. Esta mujer, de gesto y trato rancio, representa la máxima autoridad del glorioso país, con sus decisiones marca la previsible irresponsabilidad que se espera de su papel, en un gesto que hace que la película no sea más que un compendio maniqueísta de tópicos. En el segundo grupo podríamos incluir todos esos momentos que nos brinda la película, en los que la indignación que nos embarga es mucho mayor que el talento interpretativo de Keanu (ahora después voy con lo tuyo, tranquilo). Como el momento en el que Helen lleva en su coche a nuestro particular ET, para hablar con uno de sus espías en la Tierra y poder ver si aún existe algún atisbo de perdón para los humanos. Y cómo no, el lugar donde habían quedado es un famosísimo restaurante de comida rápida, un… (si quieren que pongamos su nombre lo haremos encantados,… para que se den por aludidos los magnates de la cadena alimenticia sólo diré que negociaremos con su payaso el precio).

Y del último grupo, caracterizado por sentir el engaño que te han vendido en la taquilla del cine, el momento más representativo es sin duda cuando nuestro querido extraterrestre observa cómo madrastra e hijastro se abrazan ante la tumba del padre, y de repente y sin previo aviso Klaatu siente la necesidad, qué digo la necesidad, la imperiosa obligación de parar la destrucción que él había comenzado. Pero no sólo es un momento detestable por ser tan típico, sino que encima pretenden hacernos creer que el extraterrestre que quería exterminarnos por haber destrozado y condenado el planeta, simplemente cambia de opinión ante los sentimientos humanos… ¿es que acaso llorando limpiamos las emisiones de gases nocivos? ¿O simplemente con un beso conseguimos evitar el deshielo de los polos?… me da la sensación de que ciertos guionistas deberían acudir urgentemente a rehabilitación.

Otro caso aparte resulta a ser la indescriptible actuación de los actores: Jenniffer Connelly es ese tipo de actriz que demuestra una gran capacidad para reflejar un sinfín de emociones sólo con su rostro; pero claro, en ciertos momentos son demasiadas emociones las que quiere reflejar y su cara parece moverse como si tuviera vida propia, o como si le fueron a salir aliens de los ojos, en un sentido mucho más poético. Keanu Reeves consigue estar sin duda a la altura del guión, es decir, consigue una actuación manifiestamente mala. Supongo que los directores de cásting recurrieron a él para el papel de extraterrestre, porque … ¿de dónde ha salido este hombre? Sí, mucha gente se escuda en decir que es hawaiano cuando lo que quieren decir es que no saben a qué responde su cara: ojos de chino, pómulos pronunciados, frente más que despejada (casi frontón), ojos que melancólicamente buscan un punto del más allá (es decir, prácticamente estrábicos) y una sonrisa perruna. Pero Keanu, ¿por qué insistes en seguir trabajando como actor? Es decir, con tu cara y tu talento, podrías ser… qué se yo, mascota de un parque de atracciones, titiritero del Retiro… podrías incluso plantearte hacer obras de teatro totalmente vanguardistas: a oscuras. Te puedo asegurar que entonces podrías incluso aspirar a merecerte alguna mención. Pero, por Dios, deja de hacernos esto. Ya te estás encasillando entre la comedia amorosa y la ciencia-ficción. Yo te veo, saliendo cada cinco meses en alguna producción de Hollywood, si no es de extraterrestre, de amante a través del tiempo, o pasando meses dulces, o haciendo que esquivas balas … pero Keanu, tu momento pasó. Vuelve a tu Hawaii del alma, nada un poco, reconsidera tu situación… porque, ¿qué será lo próximo? ¿una película de un ser creado en un laboratorio que se enamora del fantasma de una mujer muerta hace dos siglos? Keanu, no lo hagas por ti… sigue el ejemplo de tu personaje… y hazlo por toda la humanidad.

En fin, sé que no os anima mucho a ir a ver esta película, pero si cometéis tal error, supongo que os daréis cuenta de la estafa que supone. Y que conste, que incluso en mi caso, la taquillera me disuadió de ir a verla, por primera vez veo en ellas una afirmación tan grande (y tengo testigos)…Porque cuando veía la película seguía escuchando su voz con eco en mi cabeza: “No vayas a ver esa, ¡NO VAYAS A VER ESA!”

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