Dirección y guion: Harmony Korine.
País: USA.
Año: 2013.
Género: Drama.
Reparto: James Franco, Selena Gomez, Vanessa Hudgens, Ashley Benson, Heather Morris, Ashley Lendzion, Rachel Korine.
Producción: Jordan Gertner, Chris anley y David Zander.
Diseño de producción: Elliott Hostetter.
Vestuario: Heidi Bivens.
Distribuidora: Vértigo Films.
Estreno en España: 15 Marzo 2013.
En los años ochenta, cuando el éxito llamaba a la puerta de las working girls y el DeLorean hacía su entrada triunfal para devolver un pasado que nunca fue mejor, una joven cantante, Cyndi Lauper entonaba su “Girls just wanna have fun” como grito de guerra de una generación de chicas que sólo quería pasárselo bien. En el siglo XX, un cantante de nuevo cuño, Flo-rida, enarbola la bandera de la didáctica del “silbido”, rodeado de hordas de féminas-objeto cubiertas por escueta y sugerente ropa de baño. Si sacamos a colación este “Whistle”, canción pedagógica del eufemístico arte de silbar (y entendamos por silbar lo que el autor quiere que entendamos), es porque “Whistle” es a la música lo que seguramente Spring Breakers a la cinematografía: un manual de cómo hacer que las jóvenes hagan lo que se desea que hagan.
Así hemos pasado de unas chicas que quieren pasárselo bien, a unas adolescentes que hacen todo lo que pueden por pasárselo mal, aunque el director de la cinta, el insolente Harmony Korine, insista en su ánimo de mostrar el desfase en estado puro, con o sin sentido real. Su compás desenfrenado y su ritmo impertinente, tan propios de la generación YouTube a quien dirige la cinta el skater, no sólo remiten a los videoclips y a sus anteriores títulos, especialmente a Gummo y Trash Humpers, sino también a todos los errores de vigilancia que se presumen superados por cualquier realizador, por muy visionario que se considere y por muchos esfuerzos que haga por permear sus obras del “impresionismo de la cultura pop”. Porque es cierto, Spring Breakers ha sido rodada con la intención de ser provocadora, y en ocasiones lo es y hasta sorprende su calidad de imagen y su montaje bien llevado, pero no nos engañemos, ni es el primero ni mucho menos el mejor en lo que a provocación se refiere; ya lo fue Pedro Almodóvar y McNamara con su canción “Suck it to me” o John Waters con Pink Flamingos. No hay nada nuevo en la viña del celuloide, ni tan siquiera el culmen del surrealismo que significa ver a tres actrices en bikini y pasamontañas fucsia bailando cuan tres gracias con sus metralletas cargadas al son de Britney Spears.
Pero Spring Breakers es así, y es obligación de cualquier crítico analizar la razón que subyace al beneplácito de sus cinco actores a participar en un proyecto de estas características. Por algo será, evidentemente. Quizá porque los cinco, con Selena Gómez y Vanessa Hudgens a la cabeza, han querido dar un giro a sus carreras, quitarse el aire angelical e imbuirse del narcotizante hechizo de una película que pretende escindirse del cine imperante valiéndose paradójicamente de estereotipos manidos -léase que el cuerpo de la mujer sea un objeto de consumo puro y duro-.
Spring Breakers (2012). Copyright © 2013 MJZ y Muse Productions. Distribuida en España por Vértigo Films. Todos los derechos reservados. |
Porque el estado febril en que convierte las imágenes rodadas cámara en mano y con luz fosforescente de neones y comercios, no deja de ser un reclamo psicodélico para la historia más antigua del mundo. Cuatro estudiantes universitarias deciden irse de viaje de primavera (Spring Break) a Florida para dejar atrás su anodina y rutinaria vida. A falta de capital suficiente para emprender su escapada, tres de las jóvenes deciden robar un restaurante de comida rápida a golpe de shorts y pistolas de agua. Sin embargo Faith (Selena Gómez), la más apocada y religiosa del grupo, no es partícipe del robo, siendo sus compañeras Brit (Ashley Benson), Candy (Vanessa Hudgens) y Cotty (Rachel Korine), las encargadas de poner la violencia al servicio de sus planes. Y lo consiguen. Con dinero suficiente como para financiar sus excesos, en Florida comenzará la fiesta ceremonial desenfrenada, el retrato de una juventud mostrada como jauría, ávida de una pasión desmedida pero no atractiva; una carnalidad todo menos sensual que se arrastra y se consuma sobre baldosas mugrientas y baños con vómitos. Droga sin sentido, sexo sin sentido, tintes sin sentido y desnudos sin sentido, desembocarán en una redada policial que lleve a las cuatro chicas a la cárcel, donde permanecerán con su incólume bikini durante los días que dure el proceso, el juicio, la estancia en prisión y su excarcelación. Porque sí, salen de la cárcel; y sí, les pagan la fianza. El artífice del milagro es un joven apodado Alien (James Franco), el personaje más turbador de todo el metraje. DJ, ladrón, asesino, traficante de drogas y de armas y a ratos ingenuo galán, Alien sacará a las cuatro jóvenes de la cárcel convirtiéndoles ipso facto en sus protegidas, lo que en lenguaje eufemístico se traduce como sus amantes gratuitas y delincuentes a sueldo.
Spring Breakers (2012). Copyright © 2013 MJZ y Muse Productions. Distribuida en España por Vértigo Films. Todos los derechos reservados. |
Con Alien asistiremos a una de las shocking scenes de la película, una lúbrica escena de sexo oral protagonizada únicamente por James Franco y una de sus armas, una imagen que sacude al espectador y que, sin Franco quererlo, se ha convertido en una torpe pero meritoria escena de sexo cinematográfico. A buen seguro nadie lo había hecho nunca y nadie, es de imaginar, volverá a repetirlo. Pero no es este uso lingüístico (por perteneciente a la lengua, se entiende) el único que encontramos en Spring Breakers, la piruleta provocadora del ingenio de Kubrik en manos de Korine se convierte en un pueril y hasta pedestre abanico de símbolos fálicos que las jóvenes manipulan con tanta artificiosidad, que provoca el sobresalto. Pistolas, bolígrafos, polos, dedos, helados, todo les es introducido en la boca a estas jóvenes con apariencia pretendidamente candorosa, estas tristes niñas que no son las Lolitas manufacturadas que nos quieren vender, sino meros artilugios de los que se vale Korine para que el peso moral de su película recaiga en unas niñas culpables de no saber jugar con su sexualidad. Porque estas cuatro actrices convertidas en femme-fatales son interpretadas por el público como provocadoras per se, cuando en realidad son las intérpretes de un guión pretendidamente real pero tremendamente falso. No nos engañemos, nadie recordará de esta cinta más que los ademanes exagerados y semidesnudos de unas actrices que querían cambiar de registro. Nadie recordará los divertimentos armamentísticos de James Franco, la machacona música, el estruendo del ruido visual ni los denodados esfuerzos de Korine por mostrar un mundo lleno de símbolos tratables sólo por algún psicoanalista freudiano; sólo se recordará a cuatro chicas, sus cuatro actrices.
Korine seguirá adelante, nadie se acordará de su Spring Breakers, pero esas actrices bellas y también talentosas (hacer una película caótica a golpe de actuación implica indudablemente talento), recordarán la primavera en Florida durante mucho más tiempo. Nos podrán vender que las chicas querían aprender a silbar, pero seguiré pensando que ninguna mujer querría entrar en un sueño para pasarlo mal.
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