Título original: Priscilla. Año: 2023. Duración: 112 minutos. País: Estados Unidos. Dirección y guion: Sofia Coppola, basado en las memorias de Priscilla Presley Elvis and Me. Reparto: Cailee Spaeny, Jacob Elordi, Emily Mitchell, Ari Cohen, R Austin Ball. Música: Phoenix. Fotografía: Philippe Le Sourd. Producción: American Zoetrope, Stage 6 Films, The Apartment. Distribución: BTeam, Elástica Films. Género: biopic, drama.

En la era de los biopics y de la deconstrucción, era de recibo dedicarle un título cinematográfico a uno de los capítulos más ambivalentes de la vida de Elvis Presley. El rey del rock, que tuvo su propio filme biográfico de la mano de Baz Luhrmann con Elvis (2022), recorre ahora los mismos senderos que en su predecesora, pero lo hace desde su anverso, desde la cara B de un disco repleto de éxitos.

Imagen de ‘Priscilla’ © 2024 American Zoetrope, Stage 6 Films, The Apartment. Distribuida por Elástica Films. Todos los derechos reservados.

Su noviazgo y posterior matrimonio con Priscilla Beaulieu son en sí mismos episodios dignos de ser cartografiados. El tedio, el dominio y la espera marcan esos años en los que una joven de diecisiete años, abrumada por el amor fou de la estrella del rock, estuvo a la sombra de la vida de Elvis. 

Priscilla (Cailee Spaeny) es una adolescente a la que Elvis (Jacob Elordi) conoce en una fiesta. Ambos se miran, se gustan, congenian. Pronto, su enamoramiento se convierte en compromiso tácito, él la ama y quiere que deje Alemania, donde vive con sus padres, para regresar a Estados Unidos con él. Temerosos de que el cantante perpetre más un secuestro que un noviazgo, sus padres ceden por la pasión de su hija, quien se consume con la lejanía de Elvis. De este modo, Priscilla viaja a Memphis con la promesa de que proseguirá con sus estudios y consciente de que la familia del cantante se hará cargo de ella. Elvis cumple con el trato sin vacilar: Priscilla es cuidada por innumerables asistentes, asumiendo que su quehacer se reduce a estar disponible siempre que Elvis lo necesite. Y esto incluye que el cantante tome todas las decisiones, desde elegir cómo debe vestir, a cómo debe peinarse o maquillarse. Lo más importante es que en él también recaerá la decisión de determinar qué píldoras debe tomar en según qué momentos. 

Imagen de ‘Priscilla’ © 2024 American Zoetrope, Stage 6 Films, The Apartment. Distribuida por Elástica Films. Todos los derechos reservados.

A partir de entonces, la toxicidad entra en Priscilla de muy diversos modos. Por un lado, a través de la posesión absoluta de Elvis; por otro, mediante la mezcla de estimulantes y barbitúricos que combina al antojo del cantante. Dada la juventud de Priscilla, Elvis pospone su encuentro físico con ella, insatisfaciendo cualquier atisbo de deseo que Priscilla pueda tener. Pero Elvis es el líder carismático de la comunidad de Graceland, él qué es lo mejor para todos, incluso en contra de su propia voluntad. Esperar, esperar y esperar es la consigna de la adolescente. 

Imagen de ‘Priscilla’ © 2024 American Zoetrope, Stage 6 Films, The Apartment. Distribuida por Elástica Films. Todos los derechos reservados.

Priscilla logra, ante todo, un ejercicio de absoluta identificación con su protagonista. Sofia Coppola acierta en el enfoque, al mostrar en los escasos 112 minutos de metraje el inexorable envejecimiento que el amor tóxico es capaz de infligir en la juventud. Como un estoque mortal, el enamoramiento interruptus de Elvis provoca tal erosión que es capaz de traspasar la pantalla y golpear al espectador. Su relación es como aquella “nada” de Michael Ende, un humor viscoso y oscuro que se apoya sobre Priscilla mientras ahoga su anhelo de piel, de amor y de reciprocidad. El mayor acierto de la directora es que Elvis no es retratado como un villano, en absoluto, sino como presa de su propia vanagloria, víctima del control de sus palmeros y de una industria creadora de juguetes rotos a gogó. 

Imagen de ‘Priscilla’ © 2024 American Zoetrope, Stage 6 Films, The Apartment. Distribuida por Elástica Films. Todos los derechos reservados.

Y todo ello lo explora Coppola mediante una narración concreta, de un período menor de una década, y con una puesta en escena exuberante, a la altura de la dirección fotográfica de Philippe Le Sourd.

Destaca una banda sonora en la que la música de Elvis es sustituida por una selección emocional, que actúa como metrónomo de una protagonista que lucha por huir del mundo de Graceland. 

Una película en la que se percibe la ansiedad, la incomprensión y el aburrimiento, pero que en cambio ofrece un retrato maduro y pulcramente construido en torno a una relación abocada al fin.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *