Otoño, 1910. Unos niños algo traviesillos se quedan sin niñera y su padre, más preocupado por su trabajo que por ellos -paradójicamente las cosas no cambian mucho pese a que haya un siglo de por medio-, decide poner un anuncio describiendo a la señorita Rotenmeyer, sin lugar a dudas para él la niñera perfecta; pero a sus hijos también se les ocurre hacer lo propio y voilá… Cambio de la dirección del viento, chupinazo de un viejo lobo de mar y ¡¿a quién tenemos aquí?!…. Sí, a la súper niñera que todos quisimos tener, a la gran Mary Poppins.

Sí, cuantas generaciones de niños hemos soñado ser Jane o Michael, chasquear los dedos y recogerlo todo sin mover ni un solo músculo -facultad que aún hoy en día me gustaría tener, o tener ese bolso que no tiene fin, ¿¡dónde lo habrá comprado?!-;  es inexplicable la sensación que se puede llegar a sentir cuando aparece Mary sobrevolando Londres con su paraguas y todas las otras niñeras «brujiles» desaparecen inmersas en un gran remolino de aire. Personalmente si cierro los ojos en ese momento vuelo también a mis años de repollo con lazo con todo lo que ello implica. Mary Poppins no es sólo un musical que une dibujos y realidad, en 1964 la fábrica de ilusiones Disney creo de la mano de Pamela Lindon Travers un mito, un icono, un símbolo de la época, nominada a 13 estatuillas de la Academia de las que obtuvo 5 de ellas.

mary poppins

Imagen de Mary Poppins © 1964 Walt Disney Productions. Distribuida en España por Buena Vista Home Entertainment. Todos los derechos reservados.

Son  muchos los episodios de esta gran pieza que han marcado la historia del cine y de la pequeña pantalla. Como curiosidad en el episodio de Los Simpson de la octava temporada llamado “Simpsoncalifragilisticoexpialid… ¡oh!”, aparece Shary Bobbins, una niñera que tiene un enorme parecido con Mary Poppins pero cuyas acciones distan mucho de las de Mary y de sus objetivos. Quién no ha querido que su jarabe supiera a su sabor favorito, o acabar volando con un ataque de risa… son momentos únicos que se quedan grabados en la retina de quien la ve. El momento del clímax, el encuentro con Roger, el amigo de nuestra niñera, y su viaje en el parque… A mi me hubiera encantado haber paseado por los parajes de la campiña inglesa, montarme en un tiovivo y que mi caballo saliera corriendo, lo que hubiera dado por presenciar el baile de los pingüinos, asistir a la cacería y… El momento que creo que todo el mundo quiere que llegue…. la canción-lección del día de Mary ¡Supercalifragilisticoexpialidoso aunque sea extravagante raro y espantoso, si lo dice con soltura sonora glorioso, supercalifragilisticoexpialidoso! Cuántos niños habrán cantado esta canción… una gran lección. Y por último el momentazo de Roger, el deshollinador, últimamente copiado por una marca de electrodomésticos.

Todo lo bueno tiene su fin y cuando Mary ha conseguido demostrar al banquero ocupado y a su mujer qué  es lo realmente importante… Su familia, sus hijos, vuelve a cambiar la dirección del viento, otro chupinazo y Mary abre su paraguas desapareciendo entre la bruma londinense dejando a nuestra imaginación la llegada de la niñera a una nueva casa con nuevos niños, con retos que superar y enseñarles que pase lo que pase, lo importante es estar donde se tiene que estar, y dedicarse en cuerpo y alma, sin descuidar otras facetas que nos ayudan a crecer como personas, a una de las cosas más importantes que existen en la vida cuando se es padre o madre: los hijos.

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