La casualidad siempre es actual. Ten echado tu anzuelo, en el remanso donde menos lo esperes estará tu pez. Ovidio

Queridos amigos de Todo Es Cine:

Un placer volver a estar con todos vosotros. Ahora, en esta época de calor y de vacaciones, os voy a comentar y a invitar a que veáis una película, si es que no la habéis visto ya, que os hará reír y pensar. Se trata de Manolito gafotas (1999, Miguel Albaladejo), basada en el personaje creado por Elvira Lindo.

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Imagen de Manolito gafotas (1999), producida por Castelao Producciones, Dos Ocho Cine S.L., Sociedad General de Derechos Audiovisuales (SOGEDASA) y Vía Digital. Distribuida en España por Filmax International y en DVD por Divisa Home Video (2011). Todos los derechos reservados

La historia nos lleva a un barrio de Madrid, Carabanchel; en una de sus casas vive una familia formada por un padre, una madre, el abuelo y los dos hijos. La película nos lleva a visitar la escuela donde Manolito tiene que aprender a vivir en sociedad y, vemos cómo el ambiente y la gente influyen sobre el niño. Las matemáticas no son su fuerte, pero su abuelo le entiende y le da ánimos, “no todo en esta vida es aprobar”, le dice, “lo conseguirás, ya verás”. Éste es siempre su consejo.

También conocemos los juegos que mantiene con sus compañeros, y cómo va llegando el calor a una ciudad en la que quedarse en casa durante el verano es de héroes. También conocemos a través de los ojos de Manolito los problemas de su casa, un hogar en el que su padre (Roberto Álvarez), ha comprado un camión, ya que es su modo de vida, y Manolito ve cómo sus existencias van detrás de las letras de ese camión, cree que lo heredará sólo para seguir pagándolas. Su madre, Catalina (Adriana Ozores), está casi todo el tiempo sola a cargo del abuelo (Antonio Gamero) y los niños; el menor es muy pequeño, y entre todos la tienen muy estresada. Poco a poco se va yendo la gente de vacaciones, pero en la casa de Manolito, y con las letras del camión, es algo imposible. Los vecinos, sobre todo Luisa (Marta Fernández-Muro), le deja las llaves de su casa para que le cuide a sus animales y plantas. Vamos, todo un planazo para la pobre Cata. Cuando llega el padre, es toda una fiesta. Los niños quieren salir con él y disfrutar, pero la madre también, así que propone quedarse unos días en casa con su familia, pero le sale un trabajo y las letras mandan. Así que decide llevarse a Manolito con él, por lo que la aventura queda servida. No conoce más mundo que el suyo, y además malamente, pero ahora se adentra en el de su padre, lo que hace que el pobre niño, sin darse cuenta, meta la pata. Sólo os adelantaré que tiene final feliz con mar de fondo.

Me ha gustado mucho volver a verla, no es la primera vez que la veo y me doy cuenta de que no ha envejecido, al contrario, cada día es más rica en matices. Elvira Lindo ha sabido dar a sus personajes mucha vida. Centrándonos en el protagonista, Manolito, es un niño que despierta poco a poco a una vida nada fácil, la vida con la que tantos niños pueden verse identificados; una vida donde todo es difícil: saber hablar adecuadamente, saber entender todo lo que te prohíben, comprender los problemas de los adultos cuando a ellos mismos, a veces, se les hacen tan grandes. Es emocionante verle decir que sólo puede comer las salchichas que le da su madre, unas salchichas “de marca DÍA” (cuando son de un supermercado normal y de marca blanca), o querer ser como todos los niños y estar con su padre y familia siempre, en la playa jugando.

Crecer no es fácil, y aun crecidos la vida tampoco lo es. Pero la película no deja ningún poso amargo, pues con una exquisita mano nos lleva entre el humor y la fina ironía, a entender al pobre Manolito, a Cata, a Manolo, al abuelo y al pequeño hermano, “el idiota”. El calor, junto con los problemas, hacen más grandes las dificultades; sin embargo, entended a los niños, explicadles las cosas, no creáis que son adultos pequeños, son pequeños en base a ser futuros adultos; es cuestión de tiempo y que todos tengamos la suerte de poder pescar a nuestro pez.

Con todo el cariño, feliz verano. Desde la Mecedora.

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