Él tenía 53 años. Ella 33. Él era un puntual director de origen austríaco; ella una atractiva actriz de Los Ángeles. Ambos nacieron en junio e hicieron historia. Él era Billy Wilder. Ella era Marilyn Monroe.
Imagen de Billy Wilder y Marilyn Monroe durante el rodaje de Con faldas y a lo loco (1959), obtenida del sitio web This is Marilyn, www.thisismarilyn.com. Todos los derechos reservados. |
Ninguno de los dos parecía predestinado a conseguir el éxito. Samuel Wilder escapó de la Alemania nazi y pasó penurias en Estados Unidos. Su madre murió en un campo de concentración. Marilyn nació como Norma Jeane Baker y después de cinco adopciones, dos violaciones y un orfanato, acabó casándose a los dieciséis años. Pero sin saberlo, ambos nacieron para la gloria. Wilder comenzó a trabajar como guionista en la Paramount y encontró en la casa del cine a Ernst Lubitsch. Marilyn fue fotografiada en una fábrica de municiones y a partir de entonces se encumbró como modelo. En la década de los años cuarenta, con la II Guerra Mundial en ciernes, el éxito llamó a sus puertas. Él rodó sus primeros títulos célebres como El mayor y la menor (1942), Perdición (1944) o Berlín Occidente (1949); ella se divorció y comenzó a interpretar sus primeros papeles en The Shocking Miss Pilgrim (1947) o Ladies of the Chorus (1949). Ambos sabían de la existencia del otro pero no sería hasta la década de los años cincuenta cuando la puntualidad de él y el talento de ella escribieran juntos una página memorable de la historia del cine.
Fanfaren der Liebe
En 1955 Billy Wilder decidió llevar a la gran pantalla la obra teatral de George Axelrod The Seven Year Itch, contando para ello con la colaboración del dramaturgo para las labores de guión conjunto. Por primera vez en la carrera de Wilder iba a trabajar con la productora 20th Century Fox. Por primera vez en la carrera de Wilder, iba a trabajar con Marilyn Monroe. Su unión no pudo ser más ventajosa, él era un consolidado realizador de cine y ella una actriz consagrada; sus sesiones con Lee Strasberg en el Actor´s Studio surtieron efecto, y así Marilyn fue nominada a los Premios Bafta por su actuación en La tentación vive arriba, película en la que sus piernas desafiaron los límites del código Hays y de Joe DiMaggio. A pesar de lo rocambolesco de la historia que se establece entre un corrector (Tom Ewell) y su vecina modelo (Monroe), toda ella salpicada por el humor de Wilder y el estío neoyorkino, la película recaudó más de ocho millones de dólares, sentando las bases para la que sería la gran colaboración entre Marilyn y Wilder.
Imagen de Con faldas y a lo loco (1959), producida por Ashton Productions y The Mirisch Corporation. Distribuida en España por MGM Home Entertainment 2004. Todos los derechos reservados. |
Corría entonces el año 1959. Él tenía 53 años, ya lo hemos dicho. Ella 33. Él era un puntual director de origen austríaco y ella una consagrada actriz de Los Ángeles. Ninguno de los dos podía haberse imaginado lo que iba a dar de sí su nuevo acercamiento profesional, Con faldas y a lo loco, uno de los mayores éxitos comerciales de todos los tiempos. La unión entre ellos, sin embargo, no era nueva, ya se había producido cuatro años atrás. El humor tampoco era nuevo, era la resultante de la colaboración de I. A. L. Diamond y Billy Wilder, pareja formal que ya había escrito Ariane y Testigo de cargo (ambas de 1957). Tampoco la historia era innovadora, sino que se trataba de una versión mejorada y aumentada de Fanfaren der Liebe (1951), película alemana de Kurt Hoffman en la que dos desdichados músicos se hacen pasar por mujeres para obtener un puesto de trabajo en una banda musical femenina. Pero ni siquiera esta adaptación era original, ya que tanto Wilder como Hoffman se basaron, a su vez, en el texto escrito por Michael Logan y Robert Thoeren para la cinta francesa Fanfare d´Amour (1936), de idéntica temática, con idéntico gancho, y que Diamond y Wilder adaptaron para su versión americana.
Imagen de Con faldas y a lo loco (1959), producida por Ashton Productions y The Mirisch Corporation. Distribuida en España por MGM Home Entertainment 2004. Todos los derechos reservados. |
Pese a todo, la evidencia demuestra que con los mismos ingredientes no siempre se obtiene el mismo cóctel, y así Some like it hot es muy superior a sus antecesoras, una screw-ball comedy en estado puro, con ritmo, competencia y capacidad sin parangón; una fusión perfecta entre buen guión, buena dirección y buena interpretación, capitaneada por una Marilyn Monroe todopoderosa y unos acompañantes de lujo como Jack Lemmon y Tony Curtis.
I´m Sugar
Del rodaje se ha dicho y visto de todo, desde insistentes carteles con frases elementales como “I´m sugar” que Marilyn era incapaz de recordar, hasta anécdotas de textos de tres páginas que la intérprete enunciaba de corrido, puntos y comas incluidos. Esa inconstancia, sumada a su insidiosa impuntualidad, hicieron desesperar al equipo, un equipo que desconocía a la hora que llegaría la actriz, si es que finalmente llegaba. Pero no nos engañemos, Marilyn era una diva pero también el motor comercial de la película, sin Marilyn no había historia, o quizá la habría, pero apenas superaría las expectativas de Fanfaren der Liebe. Como el propio Wilder, director paradójicamente de Ein blonder Traum (Un sueño rubio, 1932) confesaba: “Sobre la impuntualidad de Marilyn debo decir que tengo una vieja tía en Viena que estaría en el plató cada mañana a las seis y sería capaz de recitar los diálogos incluso al revés. Pero, ¿quién querría verla? Además, mientras esperábamos a Marilyn Monroe todo el equipo, no perdimos totalmente el tiempo, yo, sin ir más lejos, tuve la oportunidad de leer Guerra y Paz y Los miserables.
Imagen de Con faldas y a lo loco (1959), producida por Ashton Productions y The Mirisch Corporation. Distribuida en España por MGM Home Entertainment 2004. Todos los derechos reservados. |
Si bien es cierto que el rodaje tuvo mucho de guerra y todavía de paz, también lo es que ninguno de los participantes salió de él miserablemente, ya que Con faldas y a lo loco fue un éxito rotundo de taquilla. El director incluso se vio obligado a alargar determinadas escenas para que las carcajadas del público no impidiesen oír los diálogos. Aquel caos de rodaje, de escenas repetidas hasta la saciedad, de actores primerizos que se tornan grandes profesionales y de profesionales que se convierten en estrellas, le valió seis nominaciones a los Oscar, incluidos los de Mejor director, Mejor guión adaptado, Mejor actor (Jack Lemmon), Mejor Fotografía, Mejor dirección artística y Mejor diseño de vestuario, categoría que finalmente se hizo con la estatuilla. Impecable final para una película que desesperó a su director y que le empujaría a declarar: “Me han preguntado si volveré a trabajar con Marilyn Monroe, y tengo una respuesta clara: lo he discutido con mi médico, mi psiquiatra y mi contable, y todos me han dicho que soy demasiado viejo y demasiado rico para someterme de nuevo a una prueba semejante”.
En efecto, Wilder no lo hizo, y no lo necesitó, porque pasaron los años y Con faldas y a lo loco sólo pudo rejuvenecer. Él fue longevo. Ella murió joven. Ambos son iconos de la cinematografía y forman parte de la historia. Ella es Marilyn Monroe. Él es Billy Wilder.
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