Los Goonies nunca se rinden. Al menos así lo entendimos los hispanoparlantes, a quienes nos hicieron creer que “Goonies never say die” significaba el apoteosis de la laboriosidad. De alguna manera acertaron en su traducción. Después de veinticinco años, los que fuimos niños durante los ochenta y los noventa recordamos Los Goonies (1985) como una parte esencial de nuestra biografía. Nunca visitamos los muelles de Goon; nunca vimos de cerca a Sloth; nunca fuimos perseguidos por los Fratelli ni vislumbramos un barco del siglo XVII atravesar la costa de Astoria como si de un sueño se tratara. La España de los ochenta era totalmente distinta. Los inhumanos nos dijeron que Oregón sólo tenía que ver con John Wayne; el peperonni era un concepto culinario casi esotérico y nuestras bohardillas no albergaban cuadros centenarios, mapas inciertos o tesoros recónditos. El cine vino a suplir el realismo de nuestras pacatas vidas. El cine y Spielberg.
Fotograma de Los Goonies. 1985 – Warner Bros., Amblin Entertainment. Todos los derechos reservados
Del plurivalente realizador fue, de hecho, la idea de llevar a la gran pantalla la historia de un grupo de adolescentes indecisos, en plena etapa de transformación, que ve cómo su vida se derrumba cuando sus casas y su rutina son amenazadas por el inminente derribo de los muelles de su localidad. Sin dinero con que poder hacer frente a los especuladores que convertirán su travesía en un campo de golf, a los “goonies” (nombre que recibe el grupo de amigos), sólo les quedará rendirse y esperar el temible desenlace. Con el vaivén propio de un inminente traslado, los padres de los cinco chicos estarán tan embebidos en los preparativos, que los jóvenes (Mikey -Sean Astin-, su hermano Brand -Josh Brolin-, “Data” -Johathan Ke Quan-, ‘Gordi’- Jeff Cohen- y ‘Bocazas’ -Corey Feldman-), darán rienda suelta a sus anhelos y fantasías en la soledad de las tardes del pluvioso puerto costero. Encerrados en el desván de Mikey y Brand, tras un polvoriento cuadro encontrarán la clave que podrá dar al traste con la demolición de sus viviendas: el mapa secreto de Chester Copperpot, un ambicioso aventurero que descubrió la localización de un tesoro oculto del pirata Willy “el tuerto”, en los muelles de Goon. Pese a la oposición de Brand, y convencidos de que no tienen nada que perder, cuan célebres personajes de Enid Blyton se dispondrán a hallar el punto exacto de entrada a los subterráneos que horadan la totalidad de la villa pesquera. Con un vídeoclip de Cyndi Lauper en televisión, cuatro bicicletas, un buen inhalador antiasmático y mucha predisposición, los cuatro amigos seguirán los pasos de Willy “el tuerto” con milimétrica meticulosidad, desconociendo, no obstante, que son asimismo perseguidos por Jake y Francis Fratelli (Robert Davi y Joe Pantoliano respectivamente), dos hermanos recién excarcelados que, con ayuda de su inseparable madre (Anne Ramsey), seguirán la pista de Mikey y sus amigos dondequiera que vayan. Cuando Brand encuentre a su enamorada Andy (Kerri Green) y ésta arrastre con ella a su esencial amiga Stef (Martha Plimpton), los siete vivirán una aventura que cambiará el rumbo de sus vidas.
Fotograma de Los Goonies. 1985 – Warner Bros., Amblin Entertainment. Todos los derechos reservados
Aunque a grandes rasgos su hilo conductor no supere en complejidad cualquier producción al uso, muy de género y, por lo demás, profusa en la década de los ochenta, la concatenación de múltiples factores artístico-técnicos hace de este filme de Amblin una producción particularmente atractiva. Entre estos elementos, es de indudable reconocimiento la aportación de Chris Columbus. Convertido a la postre en cineasta de culto por la magnífica escritura de filmes como Los gremlins (1984), El secreto de la pirámide (1985) o The Abyss (1989); así como por ser el reputado realizador de Solo en casa (1990), La señora Doubtfire (1993), Nueve meses (1995) o las dos primeras entregas de Harry Potter, Chris Columbus se ha merecido a base de talento y pericia un lugar destacado en la historia del cine de los últimos decenios.
Fotograma de Los Goonies. 1985 – Warner Bros., Amblin Entertainment. Todos los derechos reservados
Junto a él, la presencia de un realizador como Richard Donner habla por sí sola; director de la emblemática La profecía (1976), Donner fue el primero en elevar a categoría de arte la versión cinematográfica del género de superhéroes con las dos primeras entregas de Superman (1978 y 1980), así como entretuvo a los niños de la edad del pop con Lady Halcón (1985) y a las jóvenes parejas que acudían a las salas de cine para disfrutar con los cuatro filmes de Arma Letal (1987, 1989, 1992 y 1998). Si a todo ello se le añade un productor e ideador de la altura generosa de Steven Spielberg, no cabe extrañeza alguna ante un fenómeno como el de los goonies, capaz de perdurar una veintena e ir más allá, dominando el panorama cinematográfico década tras década (recordemos que hordas de admiradores se acercan a la 368 -38th Street en Astoria, como peregrinaje para conmemorar su alma goonie). Sin duda tenía razón Cyndi Lauper cuando, en su disco de 1985, señalaba que The Goonies ‘R’ Good Enough.
Fotograma de Los Goonies. 1985 – Warner Bros., Amblin Entertainment. Todos los derechos reservados
Finalmente, es de recibo agregar que parte cardinal de esta prominencia se la debemos, sin discusión, a sus siete protagonistas, siete niños que, si bien no se han convertido en muñecos rotos por una infancia anómala, al estilo River Phoenix, también lo es que no han vuelto a adquirir la notoriedad que alcanzaran en esta producción, pese a sus intentos. Jonathan Ke Quan compartió cartel con Harrison Ford en la mítica Indiana Jones y el templo maldito. Por su parte Sean Astin asumió el rol de Sam en El señor de los anillos, y a Martha Plimpton pudimos verla en La costa de los mosquitos (1986, Peter Weir) y en Dulce hogar, a veces (1998), bajo las órdenes de Ron Howard. Del resto, escasamente se conoce que Jeff Cohen (“Gordi”), estudió en Berkeley y tras perder una gran porción de su masa corporal, se ha convertido en un prestigioso abogado de Los Ángeles; o que Corey Feldman, tras reconocer su adicción a las drogas, ha ido pasando de relación en relación, describiendo un abanico en el que tienen cabida desde Drew Barrymore hasta la extravagante Paris Hilton.
En cualquier caso, y obviando las sombras que proyecta un filme con tantas luces, tras veinticinco años de juramento goonie cumplido, la película de Richard Donner tiene hoy más vigencia que nunca. Que a nadie le quepa duda: hace tiempo que comprobamos que los goonies “never say die”.
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