La libertad es el derecho a hacer lo que no perjudique a los demás.
Lacordaire

Estamos empezando un nuevo mes y, como de costumbre, me encantaría tener esa pequeña reflexión que siempre comparto con vosotros. Os voy a hablar de una película, Mary Reilly (1996), dirigida por Stephen Frears y basada en la obra homónima de Valerie Martin, adaptación del libro de Robert L. Stevenson, Dr. Jekyll y Mr. Hyde.

mecedora_mary_reilly_lectura

Se trata de una historia vista desde los ojos de la sirvienta del doctor, Mary Reilly (Julia Roberts), magnífica en esta interpretación, pues realmente parece una muñeca de porcelana de la época, con su fragilidad, pero que va demostrando más su fuerza de lo que aparenta. Mary va viendo todos los cambios de su amo (John Malkovich), en las dos variantes del mal y el bien. Realmente se encuentra con el mal en todo su esplendor, pues te puede dañar realmente la sensibilidad por el sadismo que conlleva. Es esa ambivalencia la que va dejando perpleja a Mary, conforme se va desenvolviendo escena a escena, su mirada cada vez se vuelve más atónita.

Por otro lado, y ahondando en el mismo terreno, tenemos Yo, yo mismo e Irene (2000, Bobby y Peter Farrelly). Esta película, al contrario que la anterior, nos enseña desde la perspectiva de la comedia lo insólito de ver dos personalidades dentro de un mismo individuo (Jim Carrey), quien a pesar de su desdoblamiento, tiene momentos estupendos donde las sonrisas y las carcajadas se suceden, pues los directores juegan prodigiosamente con estas situaciones. Renée Zellweger hace un papel estupendo y parece desvalida aunque, al final, también su interpretación demuestra ser de gran firmeza. Os gustará.

mecedora_ yo yo mismo e irene y renee zellwegger

Todo esto nos puede hacer reflexionar sobre los tipos de almas (y sin meternos en patologías), de las que ya en su obra Fedro, hablaba Platón. Éste presentaba tres tipos de alma en su famosa metáfora, a la que posteriormente recurrió Sigmund Freud, gran lector de los clásicos. Platón describe la personalidad como el carro que tiran dos caballos. El auriga lleva con sólo su voz a los dos, uno fuerte y erguido, el otro contrahecho, grande, constituido de cualquier manera y quien a duras penas obedece.

Esto nos sirve para pensar y decir que debemos luchar contra esa parte oscura que quiere llevarnos a la porción animal que habita en nosotros. La parte positiva, en cambio, parece que se eleva, pues quiere tocar todo lo bueno; sólo el auriga puede llevar a buen resultado esta lucha. Por nuestro bien debemos mantenernos atentos para poder hablar, pensar y obrar de la forma más prudente que podamos, a veces incluso en una información, una opinión que damos aun de nosotros mismos o hacia los demás.

El camino es duro, pero no imposible. Se puede convivir y salir airoso, sólo tenemos que tener la paciencia y la educación suficientes, pues como hemos empezado esta columna, nuestra libertad termina donde empieza la de los demás.

Con todo el cariño, feliz noviembre desde la Mecedora.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *