A corta distancia su perfil es de caballero medieval. Ecuánime, embelesador y bien parecido, su belleza no es en absoluto arrogante, ni ampulosa, tan siquiera intimidante; la beldad de Juan Diego Botto, como todo lo que derrocha su preclaro ingenio, parte del inquebrantable convencimiento de que él es, como buen hidalgo que se precie, ante todo buena persona. Porque Botto escucha con detenimiento, no se regocija con el sonsonete de su propia palabra; aparece a pecho descubierto ante el mundo, sin importarle el cómo, el cuándo o el dónde. Sabe lo que quiere, y lo manifiesta; se percata de lo que le incomoda, y así lo hace saber. Se ha ganado a pulso el semblante de justiciero y, aunque su cometido no es otro sino el arte, sabe que el compromiso define a un artista. En su karma o línea del destino, figura una obra recurrente, Hamlet, creación shakespeariana que enhebra su carrera y que no parece abandonarle nunca: Uta Hagen, su institutora en lances dramáticos allende las fronteras, se estrenó en teatro interpretando a Ofelia; el propio Botto protagonizó Rosencrantz and Guildenstern are dead, junto a Ernesto Alterio, en una vuelta de tuerca escrita por Tom Stoppard de la mítica obra de Shakespeare. Tras descubrir cuál era El privilegio de ser perro, escrita y dirigida por él mismo, se adentró nuevamente en la dirección teatral con Hamlet, dando vida al hijo por antonomasia. Pero Botto ha madurado, y ya no sólo puede ser un vástago que ve a su padre en los ojos de su alma, como bien le profiere a Horacio, sino que ahora, en su plenitud artística se pone al servicio de la paternidad. En Todo lo que tú quieras, Botto adoptará el papel de padre coraje en un mundo tornadizo, infausto y castigador, cuya voluntad se marcará al son que puntee su hija, una pequeña de cuatro años que no acepta el envite de la fortuna al arrebatarle a su madre. Padre e hija se introducirán, a partir de entonces, en un auténtico derroche de emoción, de frenesí, de locura contenida y de juego en el filo. Porque en el fondo, todos sabemos que hay poco que un padre no sea capaz de hacer, por la felicidad de sus hijos.

juan diego botto y lucia tello diaz en todo es cine

Lucía Tello Díaz.- No sé cómo soportas tanto trajín con periodistas, roza el asedio…

Juan Diego Botto.- Bueno –dice sonriendo-, podría ser peor…

LTD.- Tengo una curiosidad, ¿qué hace un intérprete teatral de tanto nivel, dedicándose al cine?

JDB.-  Muchísimas gracias… Pues no sé, creo que esta película, Todo lo que tú quieras, explica en parte el motivo. Cuando el cine te permite enfrentarte a personajes como éste, y a historias como ésta, y a contar historias muy pegadas a la realidad, que es lo que pasa mucho en el cine, te das cuenta de que tiene su propio universo. Luego, además, hay algo que tiene muy bueno el cine, y es que se valora mucho los gestos pequeños, los elementos sutiles, las miradas… Eso en el cine tiene mucho valor; a veces uno en un escenario piensa: “qué pena que en este momento no se pudiera enfocar simplemente la mirada, porque sólo con ella la historia ya estaría contada”. Eso es algo muy placentero también. Es como que en teatro eres tú el que tiene que llegar al espectador, y en cine es el espectador el que llega a ti.
LTD.- En concreto, has pasado de ser Hamlet, el hijo por excelencia, a interpretar el papel de Leo, un padre ejemplar… Ese cambio de registro ¿qué ha supuesto para ti?

JDB.- Además es cierto, porque fue un cambio inmediato: terminé Hamlet y al poco estaba metido en esta nueva historia. Es lo que tocaba. Por un lado me vino muy bien, porque me permitió salir de esa cosa tan, tan tortuosa de hijo que tenía Hamlet, y colocarme en un lugar distinto; de ser un personaje que demanda ser protegido, de repente me convertí en uno que cuida y que protege, y que daría hasta su vida por su hija.

LTD.- Sin embargo, el personaje de Leo no es nada maniqueo ni parece sencillo de interpretar

JDB.- Es cierto. Aunque considero que ha estado muy bien porque me colocó en un lugar bastante saludable, el personaje no ha sido fácil. Leo ha sido un personaje que pasa situaciones de mucho dolor, de mucho sacrifico, de mucha duda e incertidumbre. Pero tiene una premisa básica, y es la premisa de que tiene mucho amor, y de que por encima de todo quiere a su hija y daría lo que fuera por ella. Eso fue muy bonito de interpretar.

 LTD.- No sé hasta qué punto será responsable Achero Mañas de este aspecto, pero lo cierto es que la película deja un trasfondo optimista: en vez de convertirse en un descenso a los infiernos, se convierte en un viaje iniciático hacia una transformación positiva

JDB.- Totalmente positiva. Sí, creo que el viaje de Leo es muy bonito, en el que le da mucho a su hija pero recibe mucho de ella. Era un tipo que tenía todas las respuestas que quería de la vida, tenía las ideas muy claras: las cosas eran así y no le perturbaban. De repente, cuando todo se le desmorona, su mujer se muere y tiene que enfrentarse a todo solo, descubre que está lleno de prejuicios y que esos prejuicios le negaban la posibilidad de conocer muchas cosas. Leo se acerca al personaje de José Luís Gómez y descubre la generosidad de ese hombre, todo lo que puede recibir de él; se le revela otro mundo, incluso descubre que en sí mismo también tiene una capacidad de ternura que no sabía que tenía, con una posibilidad de sacrificarse por su hija que desconocía, de desafiar límites que, no es que él se lo proponga, pero que al vivirlos, se da cuenta de que el amor está por encima del trabajo, de su carrera; y que su familia es mucho más importante que todo lo demás. Y eso es muy liberador para él.

LTD.- Respecto a la relación con el personaje de José Luís Gómez, me imagino que debe ser difícil para una persona de reconocida tolerancia como tú, proferir expresiones e insultos tan denigrantes como los que Leo le dirige al transformista…  

JDB.- Bueno, una vez que te metes en un personaje, estás dentro de él. Y a mí me parecía muy interesante tener un tipo como, Leo que arrancara en un lugar como éste, que era un poco de “repelús” hacia este hombre que parece de cabaret, que es homosexual y que se maquilla de mujer, y que de entrada le parece un poco grotesco; y que fuera capaz de dar un giro después. Eso es lo bonito de actuar, lo magnífico es que se te presenten personajes que te hacen meterte en la piel de alguien que no eres tú, y que no tienen nada que ver contigo. Eso también te hace ser muy comprensivo y tolerante con el mundo, porque has sido muchas cosas, muchas personas.

juan diego botto y lucia tello diaz en todo es cine

LTD.- Antes me has comentado que la niña veía con completa naturalidad el verte vestido de mujer; no obstante, la película suscita una pregunta de casi obligada realización, ¿qué te supuso el asumir ese rol de identidad femenina?

JDB.- No te digo que fuera fácil, porque no lo fue, pero en realidad no resultó la máxima dificultad que entrañaba el personaje. Una vez que ya me veía de mujer, lo asumí como normal. Tampoco es que el personaje quiera ser una mujer…

LTD.- No, no, es más bien un disfraz, un estadio intermedio de transformación

JDB.- Sí, exacto, es un juego, un estadio intermedio, de transición, hasta que padre e hija ya no necesiten más evocar a la madre de la niña. Tenía la dificultad de que había que luchar porque el estilismo no resultara caricaturesco para el espectador, grotesco o desagradable. Creo que una vez que Leo se pone la peluca, lo que intentamos con Achero fue que lo hiciera con todas las de la ley y por la niña; así, digan lo que digan los demás, si lo hace por la niña no puede estar mal.

LTD.- Después de un papel semejante, ¿qué retos te depara la interpretación en tu futuro inmediato?

JDB.- Pues lo más inmediato es que empiezo en tres semanas, más o menos, a rodar en Barcelona una película de Antonio Chavarrías. Después tengo otra película en febrero, aunque tampoco te puedo contar mucho porque todavía puede dar muchas vueltas; y después, seguramente en otoño de 2011, me gustaría volver a hacer una pieza de teatro, pero más pequeñita.

LTD.- De vuelta a las tablas…

JDB.- Sí, pero será algo más pequeño, menos ambicioso, seguramente en nuestro teatro… Algo más chiquitito.

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