Título original: The Thing. Dirección: Matthijs van Heijningen Jr. País: Estados Unidos. Año: 2012 Duración: 102 min. |
Título original: The thing. Dirección: John Carpenter. País: Estados Unidos. Año: 1982 Duración: 108 min. |
En plena crisis de originalidad hollywoodiense, ¿por qué no recuperar un clásico del terror y tratar de seguir su estela de éxito? Esta sin duda, pudo ser el propósito enarbolado para retomar la historia descrita por John Carpeter en 1982 y describir su secuela en 2011. Así es, esto parece más un extraño suceso temporal más propio de Cuarto Milenio que de la cartelera de nuestros cines.
Kate Lloyd (Mary Elzabeth Winstead) es una afamada paleontóloga que recibe en su laboratorio la visita de un excéntrico investigador noruego (Trond Espen Seim), que viene a ofrecerle un trabajo como él nunca ha podido llevar a cabo. Pero no será entonces cuando Kate descubra la entidad del objetivo que trae entre manos este grupo de investigación noruego. En la Antártida, ni más ni menos, han descubierto lo que parecen ser restos de un platillo volante bajo el hielo, datando su origen o llegada en unos cien mil años. Pero el trabajo de Kate se centrará en la recuperación del cuerpo de un ente que, a poca distancia de la nave, se halla sepultado bajo el hielo. Tras su extracción y posterior traslado a la base que ocupan -¿es que a nadie se le ocurrió, no ya fijar en cuarentena algo ajeno a este mundo, sino quizás usar ese cobertizo algo alejado para evitar sorpresas?- la entidad despierta de su letargo y comienza una carrera por sobrevivir como huésped entre nosotros. ¿Cómo? Resulta que esta extraña visita extraterrestre tiene la capacidad de alimentarse y clonar especímenes ajenos, infiltrándose entre las filas enemigas con una silenciosa y cuidada estrategia.
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Es a partir del descubrimiento de su modus operandi, cuando el equipo, con Kate a la cabeza, tiene que establecer un intento de frío protocolo ante la peligrosa y extraña usurpación de identidades para poder localizar y aniquilar a la cosa.
Y la historia comienza 29 años antes, con la versión de 1982 de John Carpenter, basada en la novela Who goes there? (John W. Camowell, 1951) y su primera versión cinematográfica, The Thing from Another World (1951). Todo empieza en una base estadounidense en la Antártida -ya se intuye lo que va a ocurrir, ¿o no?- cuya tranquilidad se ve interrumpida por la furiosa persecución de un helicóptero que persigue y abre fuego… Contra un perro.
Ante la sorpresa y la amenaza de la extraña situación, los americanos se ven obligados a derribar a los siniestros rastreadores y se interesan por investigar qué ha pasado en la base vecina. Allí descubren que los noruegos han perecido ante lo que parece un ataque fulminante contra su emplazamiento, dejando sin rastro humano el susodicho origen de sus investigaciones. Investigando un poco más a fondo, descubren que los movimientos de los noruegos se centraban en una zona del hielo donde ahora hay un extraño e inmenso objeto al descubierto. Sin tiempo para reaccionar, comprueban horrorizados que el que parecía un inofensivo can no es otro si no uno de los clones de la afamada criatura del film de 2012, que sigue tratando de adueñarse de nuevos cuerpos de huéspedes humanos donde poder continuar sobreviviendo tras su larga hibernación antártica.
Adueñándose uno a uno de los miembros de la base, el piloto McReady (Kurt Russell) deberá ponerse al frente del heterogéneo grupo formado por humanos y un número indeterminado de farsantes alienígenas para exterminar la amenaza que se cierne sobre la civilización en el caso de que el visitante consiga acceder a lugares más poblados.
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Al margen de los detalles típicos que diferencian ambas películas, bien sea por la originalidad y suspense de la entrega original de 1982 o la mejora en efectos del film de 2012, no hay que tratar de entender ambas cintas como competidoras entre sí. Si bien es cierto que la versión de 1982 marcó un hito en el cine de terror y suspense, consiguiendo erigirse como un clásico de las colecciones de Halloween, la revisión de su precuela hace un gran esfuerzo por no perderse en la facilidad técnica que le favorece por su época, si no en ampliar la profundidad del guión y aportar más sustentación al contagio en sí.
Sin lugar a dudas, ambas recurren a un terror que nace de un punto más alejado del que se encuentran los visitantes extraterrestres, y este es: ¿cómo saber quiénes de los que te rodean ya hace tiempo que dejaron de ser humanos? ¿Cómo poder adelantarse a un difícil estratega que parasita en los que ayer fueron tus amigos y ahora pueden hacerte caer en una trampa que cueste tu vida? Es en este punto donde la intriga y suspense cobran un énfasis que supera cualquier arrebato tentacular que se pueda poner por delante.
Y como siempre, lo más terrorífico de todo: la trama aún permite sancionar una historia espectacular con una nueva entrega. Quizás en un próximo Halloween.
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