visitorqTítulo original: Q Bizhita Kyu.
Dirección: Takashi Miike.
País: Japón.
Año: 2001
Duración: 84 min.
Género: Comedia, drama, terror.
Reparto: Kenichi endo, Shungicu Uchida, Fujiko, Jun Muto, Kazushi Watanabe, Shoko Nakahara.
Guión: Itaru Era.
Música: Koji Endo.
Montaje: Yasushi Shimamura.

 

A medio camino entre Pink Flamingos de John Waters y Saló o los 120 días de Sodoma, Takashi Miike y Itaru Era nos ofrecen el que es por considerado por muchos el film más underground de la historia. No apta para estómagos sensibles o almas puras, esta película lleva al límite al espectador, en una transgresión de la familia, la sexualidad y la violencia que remueve al espectador de una forma espeluznante. Una atípica familia japonesa recibe la visita de un extraño personaje, Visitor Q (Kazushi Watanabe), al que ninguno conoce, pero que de una manera extrañamente natural se incorpora al día a día de la familia y retuerce sus más alienadas obsesiones. Siguiendo la estela de Teorema (Pier Paolo Pasolini, 1968), el visitante, con su imperturbable silencio y una calma fría y sobrecogedora, lleva al límite a cada uno de los miembros de esta familia, comenzando por el padre, Kiyoshi Yamazaki (Kenichi Endo).

El señor Yamazaki es un reportero televisivo, quien, atormentado por un episodio de su pasado, intenta redirigir su carrera profesional con un reportaje investigación. Hace unos años, Kiyoshi se hizo famoso, muy a su pesar, por haber sido violado con su micrófono por un grupo de jóvenes durante un retransmisión en directo. Quizás aún traumatizado por esta experiencia, cámara en mano se propone hacer un análisis de la violencia juvenil, llegando a tocar temas tan sensibles como el bullying o la prostitución juvenil -para sorpresa del espectador, ambos representados en su propia familia. Takuya (Jun Muto), su hijo, sufre acoso escolar, y de manera trágica redime esa persecución destructiva en su propia madre, Keiko (Shungicu Uchida). La madre no es un personaje al uso, que intente enfrentar este acoso de una manera racional – es drogadicta, y su adicción a la heroína la lleva a recurrir a trabajos ocultos a la sociedad para pagar su cara adicción. Visitor Q no sólo moverá a Takuya a enfrentarse de una manera inédita a sus agresores en el instituto, si no que descubrirá a la madre una fuerza interior que jamás pensó tener ni llegar a expresar de una manera tan… peculiar. Miki Yamazaki (Fujiko) no es la inocente criatura que su físico aparenta. Tentadora y desafiante a partes iguales, pone a su demente padre al límite de su raciocinio para empujarle a una espiral sin sentido.

Incluso mirado con el prisma de la mentalidad japonesa esta película resulta extremadamente bizarra en su planteamiento. Con toques de violencia, drogadicción, incesto, escatología y necrofilia, Visitor Q nos lleva por una inesperada aventura que rompe cualquier estereotipo de las relaciones sociales y familiares. Pese a ser quizás un trago de no muy buen gusto como espectador, este cine de experimentación underground es inevitable y casi un arte en sí mismo. En el lado opuesto de la ética y corrección humana se encuentra ese caos espiritual, el desvirtuamiento que equilibra la moderación. Uno sin otro no podrían existir, son el ying y el yang de una moralidad que no es perfectamente única, si no más bien poliédrica en sus interpretaciones. Este sistema dual es el que autogenera ese Visitor Q, que provoca una sublimación en los trances vitales, sean claros u oscuros, como en el caso de esta película.

No apta para mentalidades débiles, pero muy recomendable para intrépidos aventureros. No deja indiferente, y eso al final, ¿no es acaso un éxito?

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