Sin la amistad el mundo es un desierto
Francis Bacon
Este es un pensamiento muy adecuado para empezar a hablar de una película magnífica, Mejor imposible (1997) dirigida por James L. Brooks. Se trata de un film que habla de un personaje, Melvin (Jack Nicholson), que es totalmente maniático, al que todo lo nuevo le asusta, le agobia. Sin embargo, al ser una historia de amor en clave de humor, a pesar de esta premisa te hace pasar unos instantes estupendos.
Todo transcurre en Nueva York. Su vecino gay, Simon (Greg Kinnear), tiene un percance, un robo, lo que obliga a Melvin a hacerse cargo de su perro Verdell. Esto hace que poco a poco Melvin se vaya integrando en el mundo social, ya que él vive al margen de todo contacto, sobre todo al margen de las emociones.
Siempre va al mismo restaurante y es atendido por la misma camarera, Carol (Helen Hunt). Todo discurre de igual modo hasta que un día Carol falta: su hijo está enfermo y nadie consigue diagnosticar la enfermedad que tiene, algo que les lleva a urgencias día sí, día también.
Como Melvin necesita de su presencia para poder comer el mismo menú de todos los días, va a buscarla a su propio domicilio, y como no puede hacer que vuelva por la enfermedad de su hijo, incluso le lleva el médico a su casa. Con el buen hacer de salvar a su hijo, y de darle una mejor calidad de vida, Carol se queda perpleja. Primero por la “solidaridad” de un personaje que no daba a entender esa cualidad en su trato diario; en segundo lugar, por el sentimiento de cómo podrá pagarle una ayuda que ella no puede “pagar”.
Nos vamos a quedar aquí: cuando nos vemos amenazados por la idea de recibir una ayuda sin haberla solicitado. Existen varias teorías que tratan de explicar las reacciones humanas cuando se percibe una amenaza en la autoestima, cuando existen costes excesivos al recibir una ayuda, y cuando la ayuda provoca la sensación de pérdida de libertad en quien la recibe. Por este motivo, las personas están más dispuestas a pedir ayuda cuando piensan que podrán devolver el favor.
En el caso de Carol, Melvin le pidió a cambio que sólo le escribiera una nota de agradecimiento, y así se pasó la madre toda la noche intentando escribir todos los sentimientos que aquella obra hizo en su vida, y en la de su hijo. Esto nos hace reflexionar sobre muchas cosas. A veces se malinterpreta el altruismo, entendiendo que la persona que ofrece ayuda obtiene implícita una recompensa, ya que es feliz al hacerlo (en esta película éste no es el caso, pues se trata de un personaje bastante simplificado sólo movido por comer su menú diario).
En otros ámbitos de la vida, ojalá todos fuéramos felices, ni más faltaba, ayudando a los demás; ojalá pudiéramos todos ayudar al que lo necesita, que él fuera feliz y el que se ofrece también. Otra forma de poder tener más empatía sería leer sobre conducta de ayuda y altruismo, así aumentaría nuestra motivación para ayudar a los demás. De forma anónima, mediante otros canales, pero que todo el mundo pudiera sonreír.
Sin la amistad, esto sería un desierto.
Con cariño, desde la mecedora.
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