Inconfundible carácter de la industria mediática de nuestro país, Pablo Carbonell, no deja indiferente a nadie.
Divertido, dinámico y dispuesto a dar una sonrisa por respuesta, este gaditano polivalente se enfrenta a la vida con los resortes que le han dado la experiencia y su bagaje: el humor. Incapaz de estar quieto ni un momento, quien fuera solista de los Toreros muertos, ha sabido reciclarse para dar paso a un actor consolidado y respetado en el entorno cinematográfico. Con un bautismo de fuego en la realización como lo fue Atún y chocolate, quien amenizara las radios de los años ochenta con sus irreverentes canciones ha demostrado que en la vida no hay nada dicho, y que todo se puede alcanzar, “caiga quien caiga”.

 

Lucía Tello Díaz. Su compañera Anabel Alonso, habla de usted como un hombre “multimedia”, y en efecto lo es: músico, reportero, cómico, director de cine, escritor y actor. Debe ser difícil hacerlo todo, y además hacerlo bien.

Pablo Carbonell. Hago muchas cosas para intentar escapar del aburrimiento, aunque supongo que si hiciera una muy bien, no haría las demás, pero creo que las demás me ayudan a hacer las otras… Por ejemplo, hacer tantos dibujos de pequeño, me ayudó a poner caritas; después descubrí que con las caritas no se va a ningún lado, que hay que tener mundo interior y algo de “morro” para vender mis ideas; el ser reportero me ayudó a tener el “morro” suficiente como para pedirle a un productor que me diera dos millones de euros para hacer Atún y chocolate;  tener un poco de “morro” también te sirve para hacer el tonto delante de un equipo de rodaje; haber hecho el tonto con los Toreros muertos me vino bien para ser actor, e incluso haber dibujado me ha servido para convertirme en artista dentro de este ambiente glamouroso y exclusivo del cine –ríe-.

LTD. De todos modos, seguro que siente preferencia por alguno de estos ámbitos de la comunicación ¿en qué ambiente se siente más cómodo?

PC. Yo me siento a gusto en cualquier sitio, aunque creo que el que más me gusta de todos es el de la dirección de cine…

LTD. Las críticas de su primer largometraje fueron muy buenas y hay mucha gente que está esperando su vuelta al cine detrás de la cámara, ¿cuándo va a volver a dirigir?

PC. En eso estoy, me encuentro preparando la segunda película, aunque podría decir que es la tercera, porque le he dedicado mucho tiempo a dirigir una segunda película, pero al final no la voy a dirigir. He visto ya esa película de tantas maneras, le he dado tantas vueltas que ya no la voy a hacer. Era una idea buena, pero es imposible.

LTD. ¿Imposible porque le ha dado muchas vueltas al guión, o imposible porque ya no le interesa?

PC. Imposible porque no he encontrado el tono, la película se puede filmar pero era una idea muy difícil, que implicaba chocar contra lo políticamente correcto y lo realmente patético, lo cual hacía muy complicado el rodaje en tono de comedia, que era mi intención. La idea iba de un camping para divorciados, un asunto difícil y novedoso, quizá por lo difícil que es resulte tan novedoso, nadie lo ha hecho hasta ahora. Casi consigo hacerlo como pensaba pero no lo he logrado, y si intento ser honesto no voy a conseguir hacer una película que la gente quiera ir a ver. Mejor no hacerla, esa es la opinión que he sacado después de pensarlo mucho. Así que voy a involucrarme en otros asuntos, en una película sobre la falta de moralidad juvenil.

LTD. ¿Y qué me dice sobre Atasco en la Nacional? Su pareja con Sole –Anabel Alonso- tiene una gran química

PC. Estoy completamente de acuerdo. La pareja de Anabel y yo funcionamos. La miras y dices “es que son tal para cual”, lo que no deja de ser muy bonito, porque nos dice que “Dios los cría y ellos se juntan”. Sole y Manolo son felices y complementarios, llevan adelante la familia con más o menos acierto, pero la llevan, están unidos, y todo eso es importante.

LTD. ¿Qué fue lo que más le enganchó de la historia de los Montoro?

PC. Bueno, en primer lugar, yo no podía renunciar a esta historia. Josetxo San Mateo fue ayudante de dirección de mi primera, y de momento única película –ríe-, entonces si mi Josetxo, que para mí es como un hermano, me dice “quiero que vengas a hacer esta película”, aunque yo no me hubiera visto, voy allí y doy el cien por cien, porque es Josetxo. Pero aparte, vi también en Manuel Montoro, mi personaje, la posibilidad de crear el español medio.

LTD. Pero en Atún y chocolate, usted también interpreta a un ciudadano de a pie.

PC. Sí, pero se trataba de un personaje diferente, era un marinero, no un urbanita, no era un hombre urbano, además era un hombre feliz, y el personaje que interpreto ahora es un hombre muy desgraciado, avinagrado, que no encuentra paz ni siquiera en vacaciones. Es un papel que me atraía porque me apetecía interpretar a un personaje dramático dentro de una comedia, porque intenté que el tipo no utilizara elementos cómicos, y es que a pesar de que hay muchos componentes que hacen reír, no son los habituales dentro de la comedia. Me interesaba investigar ese ámbito y Josetxo me dio licencia para ello… En realidad, me dijo: “haz lo que te dé la gana” –ríe-. Josetxo es un director estupendo porque sabe a quién dirigir y a quién tiene que darle cuerda, y yo soy uno a los que ha dado cuerda.

LTC. En cierto sentido Manolo Montoro es menos histriónico que trágico, porque tiene un drama interno, a pesar de que se trata de un género de comedia.

PC. Claro, es un hombre que va hacia el abismo, hay algo que le obliga a tener una especie de neurosis, para poder entender lo que llega a hacer por darle unas vacaciones dignas a su familia, tiene que estar al límite. Por eso me apasionaba hacer un personaje tan intenso.

LTC. Hay partes en la película en las que queda patente esa falta de iniciativa, justo cuando en medio de una discusión entre su esposa y sus hijos, él acaba entrando en la vorágine sin haber hecho nada.

PC. Sí, esa parte cuando Manolo dice “pero si yo no he dicho nada”, con ese tono, es el mejor momento en que se define al personaje, cuando se ve que es un hombre que quiere hacer feliz a todo el mundo, que intenta que no se le vea en la casa, pasar desapercibido… Pero su mujer no le da tregua ninguna. Quizá podría haber encarnado a Manolo con otro tipo de interpretación, pero yo prefería darle mucho mundo interior, atormentado y digamos “torbellínico”.

LTD. Dicen que Atasco en la Nacional es una mezcla entre Los Simpson y el cine de Berlanga, ¿es quizá en este punto de dejadez de Manolo, donde se puede ver la  conexión de su personaje con los dibujos animados?

PC. Sí, porque Manolo Montoro no piensa la mayor parte de las cosas que dice, suelta muchas barbaridades que ni siquiera las ha pensado. En eso he bebido completamente de la fuente de Homer Simpson.

LTD. Para finalizar, ¿podría comentarnos cuáles son los proyectos futuros que va a realizar, además de la  “tercera” película que va a dirigir?

PC.- Pues sí, además del tercer largometraje, que será la segunda película -ríe-, voy a hacer una película con María Isabel, la niña de «Antes muerta que sencilla», donde interpreto a su padre. Además volveré a repetir con Anabel Alonso, que será mi jefa, en realidad un ángel que es mi jefe en la película. También quiero grabar un disco… Pero bueno, mi proyecto inmediato es irme lejos, ya está… Irme muy lejos de las miradas, por lo menos un mes -ríe-.

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