Las películas de catástrofes podemos encontrarlas a lo largo de toda la historia del cine siendo un género, o subgénero para algunas personas, que se remonta al cine mudo. Ha pasado por la recreación de desastres bíblicos y por la ciencia y el temor a la bomba atómica durante la Guerra Fría, invasiones alienígenas… Para, finalmente, tras una montaña rusa en la que el género se retomó y abandonó una y otra vez, resurgir con más fuerza que nunca en la época dorada del cine de catástrofes: los años 70. El pistoletazo de salida lo dio Aeropuerto (1970, George Seaton) con Burt Lancaster encabezando el reparto, teniendo una gran acogida, así como también otra gran representante del género La aventura del Poseidón (1972, Ronald Neame, Irwin Allen). Pero la obra maestra y pieza central del tríptico fue El coloso en llamas (1974, John Guillermin, Irwin Allen) que reunió a un elenco de actores excepcional para narrar todas las micro historias que la componen, y a dos de los más importantes de la época para encabezar el reparto, Paul Newman y Steve McQueen como los salvadores y a Faye Dunaway como la chica del primero, una de las grandes estrellas femeninas del momento que se encontraba en la cumbre de su carrera, trabajando en las mejores y más importantes producciones de Hollywood.

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Imagen de El coloso en llamas 1974 Warner Bros., Twentieth Century Fox Film Corporation, Irwin Allen Productions. Todos los derechos reservados.

Doug es el arquitecto que ha proyectado el rascacielos más alto de San Francisco, en el cual incluía una muy cara seguridad en los materiales de su construcción para evitar cualquier accidente. El constructor y sobre todo su yerno, el egoísta Roger Simmon (Richard Chamberlain) harán oídos sordos y para abaratar costes emplearán materiales de baja calidad, lo cual terminará con un incendio en el cableado y las terribles consecuencias que todos conocemos, con las míticas imágenes del edificio Duncan en llamas.

Los héroes: Doug y el jefe de bomberos O’Hallorhan deberán poner continuamente su vida  en  peligro para salvar a las personas atrapadas en el piso 81, donde se celebra la inauguración del edificio. La labor que tanto estos dos protagonistas como la de otros héroes secundarios  realizan es enaltecida a medida que su antagonista muestra su peor cara. Siguiendo el argumento del cine de catástrofes, el hombre que ha provocado la destrucción será castigado, su egoísmo y avaricia no pasarán por alto. Si los dos personajes principales no evolucionan pues son héroes ya forjados,  hay uno secundario que sí lo hará, el representado por un elegantísimo Fred Astaire, Harlee Claiborne,  quien pasa de ser un timador de mujeres ricas y maduras, a un sincero enamorado. Con su evolución y  su cambio redime sus anteriores fallos y  errores. Sin embargo, otros personajes de las múltiples pequeñas historias narradas no correrán la misma suerte.

Esta magnífica película de catástrofes fue ganadora de tres premios de la Academia, los Oscar fueron para la fotografía, el montaje y la mejor canción. Siendo una de las obras  del género más recordadas, tristemente en parte por la similitud de los hechos que posteriormente ocurrieron en 2001 con el atentado de las Torres Gemelas, que dejaron imágenes terriblemente similares, y que el visionado de la cinta inevitablemente nos lo recuerdan. Fuera como fuese, la tensión que provoca El coloso en llamas la convierte en una cinta imprescindible del género y la más difícil de olvidar.

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