El viento sopla sin tregua ni clemencia. Ni Tchaikovski se hubiera imaginado un día semejante para su mítico Cascanueces. Se espera que las rachas de viento alcancen los 100 kilómetros por hora en algunos puntos del país. Toda Europa vive pendiente de la meteorología. Es una mañana fría y ventosa en Madrid. Mientras en la calle un Santa Claus ambulante lucha contra los elementos al zarandear su discóbolo, la quietud y el sigilo se apoderan del Hotel Miguel Ángel, en pleno Paseo de la Castellana. Poinsettias, árboles de Navidad y música clásica abren paso a una pequeña sala, donde al fin me encuentro con Andréi Konchalovsky, legendario realizador de Sibiriada que, sin embargo, es por muchos conocido por dirigir Tango y Cash. Me estrecha la mano con firmeza y me invita a sentarme. En la mesa observo su tentempié: tejas de almendra acompañadas por gominolas multicolores; sobriedad e inconformismo, como su cine, un cine que dejó perplejo a Ingmar Bergman y a Akira Kurosawa, con quien no solo comparte las iniciales del nombre, sino toda una filosofía. La traductora completa el triángulo equilátero. Le comunico mi intención de prescindir de ella y, ante mi propia estupefacción, acabo realizando las preguntas en mi idioma materno. Paradójico que, sabiendo yo inglés, tenga que preguntarle en español, y que él, que comprende el español, me responda en inglés. La traductora nos observa y sonríe, debemos recordarle un pasaje de Corazón tan blanco. Tardamos más de diez minutos en subsanar el despropósito lingüístico y hablar todos el idioma del cine, el mejor para amar y entender su nueva propuesta, The Nutcracker 3D, un cuento de Navidad revisado y aumentado que nos presenta de la mano de Elle Fanning, John Turturro y Frances de la Tour. El viento sigue, aunque la calidez de este director septuagenario de rasgos prodigiosamente juveniles, compensa todo parte meteorológico; nuestra habitación se ha paralizado en medio del huracán. Y es que ya lo dice El cascanueces, qué mágicos e inesperados son los milagros que ocurren en Navidad.
Lucía Tello Díaz.- Después de más de cincuenta años dedicado al mundo del cine, ¿qué es lo que le sigue engatusando de esta industria?
Andréi Konchalovsky.- Bonita pregunta… Pues la curiosidad, la curiosidad de que otros vean plasmada en una pantalla una idea que surgió de tu mente; es pura curiosidad, nada más. Bueno, lo que me hace llevar tantos años en el cine es la curiosidad y también conseguir los medios para comer y vivir, y el cine es la única manera que tengo de ganarme la vida.
LTD.- Sorprende que después de películas en las que aborda temas tan distintos, se embarque en una cinta como El cascanueces 3D, ¿qué es lo que le ha llevado a un proyecto como éste?
AK.- No tengo ni idea… ¡La misma curiosidad! Pero curiosidad en distintas direcciones, lo que te empuja a pensar “vamos a hacer esta película”, “vamos a hacer de ella algo interesante”, “vamos a hacer un cuento de hadas con mucha fantasía”; es la clase de curiosidad que te lleva a hacer un viaje, un viaje sin acentos.
LTD.- Un viaje que, en este caso, está orientado a la infancia especialmente, un cambio notable, ¿a qué se debe?
AK.- Pues quizá porque tengo niños pequeños… Lo cierto es que adoro la película de Mary Poppins, creo que es una de las películas clásicas por excelencia que se pueden ver incluso ahora. Con respecto a este proyecto, llegué a la conclusión de que no hay muchas películas para toda la familia que mantengan su interés en la actualidad, todas están anticuadas, todas mueren pronto. Yo tenía el propósito de hacer una película que se mantuviera en el tiempo, que no muriese enseguida.
LTD.- Lo ha conseguido ¿no?
AK.- No lo sé…
LTD.- ¿El reto de que El cascanueces sea en 3D responde quizá a su deseo de innovación, a esa curiosidad de la que antes me hablaba?
AK.- El 3D fue más bien un acuerdo comercial, queríamos hacer de la película algo lucrativo, porque es muy cara y tenía una gran responsabilidad para con mis inversores. Yo pretendía hacer la película por completo d´auteur, pero necesitaba financiación, de ahí viene el 3D. Además es un formato completamente adecuado para este tipo de películas, puesto que aporta un punto de vista de fantasía totalmente distinto, muy conveniente a la hora de ver un enorme árbol de navidad, o los copos de nieve o cualquier elemento mágico, por así decirlo. Te dirige al niño que todavía vive dentro de ti.
LTD.- Bajo mi punto de vista, su película tiene una gran influencia estética de películas de los años veinte y también, a título personal, mucho de Art Spiegelman y su célebre Maus, ¿qué influencias reconoce en ella?
AK.- La influencia viene de mucho antes, de Metrópolis, de Fritz Lang; también del retrofuturismo, de Julio Verne incluso. Tiene mucho del futurismo de principios del siglo pasado, cuando soñaban con volar, con coches, con elementos casi naïf, era un futurismo con un rasgo humano, mucho más humano que el de hoy en día; estaba hecho con metal y con madera, ese es el motivo por el que bajo mi punto de vista, el futurismo de aquella época era tan bello.
LTD.- Es cierto que las películas actuales, no sólo las exclusivamente futuristas sino también aquéllas en que hay personajes perversos, son extremadamente sórdidas y minimalistas; esta película sale de esa tendencia con cierto barroquismo. ¿Quizá responde a esa necesidad de huir de los presupuestos teóricos del cine actual?
AK.- No suelo usar la teoría en mi cine, aunque lo cierto es que la uso porque hay teoría en nuestra mente. Pero lo que yo en realidad quería era hacer una película multidimensional, con muchos niveles, plagada de elementos cercanos a los mundos que en ocasiones hace Terry Gilliam; Terry Gilliam suele emplearlo muy a menudo, la cuestión es que cuando pones demasiadas cosas dentro de ese universo, tienes que saber poner un orden para que la historia prospere, para que siga adelante. Ahí se ve al profesional, sobre todo en el proceso de escritura, y también del estadio de selección de elementos adecuadamente. En este caso, el mundo al que me enfrentaba era muy rico, y lleno de alusiones y asociaciones y metáforas, y tienes que ir poniéndoles un orden, un nombre. Como dijo Balzac: “escribir un relato es como construir un castillo sobre la punta de una aguja”. Es un trabajo intelectivo. Sin embargo, hay películas que pueden ser muy intelectuales y que te dejan frío; y lo más importante en el cine es que te deje lleno de emociones y también miedo, eso forma parte de cualquier arte, incluso de escuchar música. Así que una mente intelectual da películas que dejan la mitad del ser dormido; es necesario usar la cabeza, pero también el corazón y el estómago para ver cine, tienes que verlo con todos esos órganos; así sientes una emoción la primera vez que la ves, pero la segunda te acercas a ella por un motivo diferente. Cuando una película es realmente buena, quieres volver a verla por razones distintas a las que te llevaron a verla la vez primera, y además te olvidas de esas razones, porque es un proceso que integra una parte emocional.
LTD.- Respecto a las emociones que suscita el arte, son conocidos sus estudios en el conservatorio de música, ¿le ha influido ese bagaje artístico a la hora de embarcarse en un proyecto tan grande musicalmente hablando, como lo es El cascanueces?
AK.- La verdad es que las aventuras implican no pensar demasiado ni por mucho tiempo; es dejarse llevar con una mente exaltada, confusa… Y así funciono yo.
LTD.- Hábleme del reparto de esta película encabezado por una niña como Elle Fanning, y acompañada por grandes artistas de la interpretación y la canción
AK.- Elle Fanning fue la elección perfecta; cuando la vi fue como una revelación porque es genial. Pero con respecto a los demás actores, necesitaba buenos artistas de Broadway, que pudieran interpretar, que pudieran cantar, como por ejemplo la madre de Rat King, una actriz excéntrica y magnífica en Inglaterra. El de Frances de la Tour es uno de esos personajes extraordinarios que ella crea, porque es malvada y divertida; y es que asustar a la gente es fácil, pero lo difícil es hacer que estén asustados y además rían porque eres divertido. Por eso lo que hace es complicado, porque cuando haces que alguien se ría, te haces más humano, mucho más que si eres simplemente maligno.
LTD.- Después de una veintena de filmes, de tantos premios y de tantos formatos y temáticas, ¿qué retos tiene Andréi Konchalovsky para su futuro profesional?
AK.- Ballets, óperas, teatro, películas, estoy escribiendo un libro… Muchas cosas al mismo tiempo. Tengo algunas ideas para una película y estoy trabajando en ellas. La verdad es que estoy a muchas cosas simultáneamente y no es bueno, debería dedicarme sólo a una.
LTD.- Un nuevo libro, ¿en esta ocasión es ficción o autobiográfico?
AK.- Pues he escrito algunos libros sobre cine y sobre mí mismo dentro de la industria, pero en esta ocasión quería escribir algo autobiográfico; no obstante, he escrito un texto con un setenta por ciento aproximado de ficción –ríe tímidamente y por primera vez-, así que no soy yo, pero lo escribo como si fuera yo.
LTD.- Entonces será muy divertido…
AK.- Sí, lo voy a llamar algo así como “vibraciones”, pero no como ondulaciones, sino más bien como movimientos de alma y cuerpo; sí, “vibraciones de alma y cuerpo”. Muy erótico por cierto…
LTD.- Eso cambia un poco las cosas… En cualquier caso, será un placer leerlo, como lo ha sido el conocerle. Muchas gracias por la entrevista.
AK.- Muchas gracias a ti por tus preguntas.
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