La realidad siempre supera la ficción. Y cuando digo siempre, es siempre. Si desde hace años anuncios, vallas y películas sin calificación, nos han noqueado con su sexismo patente, se añaden ahora los comentarios de ciertas revistas que, para colmo, dicen ser femeninas. En este verano se ha desatado la polémica por unas controvertidas expresiones que tildan a Angelina Jolie de “ancha”, aduciendo que su espalda es de una envergadura muy superior a la media. Todo esto llega, además, en pleno estreno de su película Maléfica, donde luce una figura espectacular que desafía las leyes de la gravedad, de la maternidad y de la coherencia.
Imagen de “Maléfica” © 2014 Disney. Película distribuida en España por The Walt Disney Company Spain. Foto por Frank Connor. Todos los derechos reservados.
Este mismo verano, además, se ha podido ver un nuevo programa televisivo, un espacio supuestamente femenino cuya temática gira en torno a la crítica y al escarnio de las mujeres célebres de nuestro país, un programa que parece tener de hecho y de derecho, permiso para hablar de los físicos y estilismos de las más variadas mujeres, desde modelos a empresarias; de presentadoras a diseñadoras. Sin piedad se recomienda a las susodichas a esconder su cara, cambiar su forma de vestir, someterse a algún tipo de cirugía para disimular su propia fisionomía. Este despropósito televisivo, propio de tiempos veraniegos en que la parrilla no da para más, incidía en el espectacular cuerpo de Elsa Pataky tras el nacimiento de sus mellizos, Sasha y Tristan, hijos de la actriz española y Chris Hemsworth. El rastro del embarazo de los pequeños ha sido borrado, según el programa, por un estricto régimen alimenticio basado en alimentos probióticos y distintas algas marinas, todas ellas por supuesto, de difícil o imposible alcance para las mortales que se acercan a ver el programa de televisión.
Imágenes de “Fast five” – Copyright © 2011 Universal Studios. Distribuida en España por Universal Pictures International Spain. Todos los derechos reservados.
Lo terrible del hecho es, precisamente, la ausencia de elemento noticioso, la cosificación de la mujer y su reducción a mero cuerpo, la conversión de una persona en objeto. Pataky no intervenía en la noticia, por descontado, y las imágenes con las que iluminaban el reportaje eran de archivo, pero evidentemente eso no importa, porque no era la Elsa Pataky mujer la que importaba, sino su cuerpo, un cuerpo que debe lucir radiante después de tres embarazos y un parto de mellizos. Tampoco importaba la personalidad de Angelina Jolie en aquel artículo, ni que sea embajadora de ACNUR, que en junio haya presidido una cumbre contra la violencia sexual en Londres, que haya viajado a Sarajevo o que se haya sometido a una doble mastectomía preventiva, sino su espalda, una espalda que bajo el criterio de algún redactor necio, es más ancha de lo que corresponde.
Me gustaría saber quién sitúa el estereotipo de lo que es y no correcto en el cuerpo de una mujer. Quisiera conocer la tabla, el rasero, el informe o el código que hay que seguir para determinar qué es femenino y qué no; cuál es el prototipo, cuál es la línea. Porque lo que sí sé, es que ese trabajo de estereotipia al que someten a la mujer es exclusivamente femenino, no conozco arquetipo alguno o molde imperturbable al que se someta a ningún hombre. Alguien debería explicarnos qué hay en común entre el propio marido de Pataky, Chris Hemsworth, y el de Jolie, Brad Pitt; sería curioso preguntarse quién de ellos tiene las espaldas anchas y por qué ha de ser eso peyorativo. También quisiera conocer el motivo por el que Ian Somerhalder es mejor o peor que Zac Efron; o por qué Jonah Hill debería ser vilipendiado por no tener el cuerpo de Channing Tatum.
Imágenes de “Infiltrados en clase”, película distribuida por Sony Pictures Releasing de España © 2012 Columbia TriStar marketing Group, Inc. Todas las fotos son propiedad de Sony Pictures Entertainment. Todos los derechos reservados.
La respuesta es muy sencilla, porque ellos no están sometidos a los estereotipos que, día tras día, han marcado nuestro devenir como sociedad. En un siglo en el que se puede hablar de materia y antimateria, todavía no somos capaces de entender la paradoja que supone el regresar a los cauces más primarios y obtusos del anticonocimiento. Un cuerpo es un cuerpo, no sirve ni más ni menos que para sostener a un ser humano, sea éste hombre o mujer. Pero si debemos remolcar lastres pasados, si tenemos que resignarnos a cosificar a la mujer como objeto decorativo, si tenemos que asumir que los hombres son libres y las mujeres un conjunto de estereotipos, nos volveremos a encontrar con un mundo oscuro del que solo resultará el caos.
No es pertinente, entonces, preguntarse por qué existen partículas que se contraponen al comportamiento normal de las otras partículas, lo que comúnmente entendemos por antimateria, sino preguntarse por qué no hay más corpúsculos que deciden ir contracorriente y fusionarse creando una materia nueva. Unos lo seguirán llamando espaldas anchas. Otros, lo llamarán evolución.
2 comentarios
María 18 julio, 2014 at 6:15 pm
Una gran verdad Lucía, hay cosas que cansan
Lucía Tello Díaz 19 julio, 2014 at 12:16 pm
Absolutamente de acuerdo, María, a ver si cambia de una vez esa forma insostenible de juzgar a las mujeres.