Tesis audiovisual
En el cine hay muchos elementos a la hora de valorar una película. Es maravilloso apreciar como los diversas partes que la conforman se juntan como piezas de un puzzle. Todas ellas son importantes, la banda sonora, las actuaciones, la fotografía, los efectos especiales, maquillaje, vestuario de los personajes, etc. Sin embargo, cuando se valora una película a lo largo de los años, puede ser un tanto injusto el análisis de dichas partes. Los efectos especiales se superan, las estética puede lucir anticuada, surgen nuevos dispositivos que mejoran la calidad de la grabación; estas piezas pueden perder valor con los años, y lo que en una época es algo novedoso, cuarenta años después parece desfasado. Es por ello que hay una pieza diferencial de cara a cómo va a ser recordada una película, y esa no es otra que la historia, ya que una buena no va a dejar de serlo con el tiempo.
Dicho esto, esta breve exposición tiene que ver con una película que me fascina y que siempre me sorprenderá cada vez que la vea. Tesis fue la primera película de Alejandro Amenábar, director novel en aquella época y que, con tan solo veinticuatro años y con un presupuesto bastante reducido, firmó una de las películas más inolvidables de los últimos veinte años. La carrera de este genial director se resume por sí sola, siendo uno de los pocos directores españoles ganadores de un Oscar. Pero su primera película, por todos los aspectos que tiene en su trasfondo y por la capacidad para desarrollar una buena historia y dejarnos una película con un gran mensaje a pesar de los escollos económicos, la convierte en su película más especial. Una auténtica tesis audiovisual.
El trasfondo
Tesis nos cuenta la historia de Ángela (Ana Torrent), una alumna de Imagen que está realizando su tesis doctoral sobre la violencia audiovisual en entornos familiares. Esto le lleva a pedir al profesor que lleva su tesis videos violentos para completarla. El profesor descubrirá una sala secreta en la que encuentra unas cintas misteriosas, cogiendo una y falleciendo durante su visionado. El contenido de la cinta y la investigación posterior sobre la autoría de ésta, acompañado de múltiples giros argumentales y situaciones de tensión y persecuciones, hace que el espectador no se atreva a pestañear y se quede pegado a su butaca ante la intriga que transmite.
Estos elementos hacen de Tesis un gran thriller. Pero hay muchas películas dentro del género que también tienen esas virtudes, por lo que, ¿por qué dedicar un artículo a Tesis más de veinte años después de su estreno? Porque Tesis no es únicamente ello; lo que hace que sea diferente y singular es, por un lado, el tratamiento psicológico a través de sus personajes del morbo o interés por la violencia existente en nuestra sociedad y por otro, una reflexión sobre el cine y el rol del director: ¿debe tener un papel comprometido con la sociedad, buscando cambiarla o mejorarla o debe ceñirse únicamente a dar lo que el público pide?
¿Rechaza Ángela la violencia?
Ángela es la protagonista absoluta de la película; todo parte de su tesis doctoral. Aparentemente, se muestra en contra de la violencia en todo momento y afirma estar realizando la Tesis por su »preocupación ante la cantidad de violencia que hay en televisión».
Esto suena bien, pero, ¿es del todo así? Durante toda la película, vamos recibiendo pistas de que Ángela siente en el fondo una atracción por la violencia, ya sea cuando intenta coger la cinta que ve su profesor cuando fallece, como intenta tocarle la cara, las diversas escenas en las que están viendo imágenes violentas y ella, a pesar del rechazo inicial, se siente tentada por mirar a la pantalla o su fijación con los gritos de la chica de la primera snuff movie.
Pero incluso si nos planteamos el tema de su tesis… ¿No da la impresión de que es una excusa para ver ese tipo de películas? Si la violencia nos causa rechazo, no tiene sentido estar documentándose y buscando imágenes y vídeos violentos como si de masoquismo se tratara. El tema de una tesis doctoral no deja de ser elección del que la hace. ¿Por qué torturarse así?
Ángela, Chema y el superyó freudiano
La película consta de dos protagonistas claros: Ángela y Chema (Fele Martínez). Ambos se juntan por la tesis de Ángela, ya que ella necesita ver material audiovisual violento para completar su tesis y Chema es conocido por ser adicto a esas películas.
Lo bonito de esta relación es que en el fondo, en lo referente a la violencia, ambos personajes son iguales: ambos se sienten atraídos ella y les gusta ver las imágenes. La diferencia entre ambos es el entorno en que viven. Al ser Chema un chico solitario y que no se relaciona con nadie, no tiene ningún problema en reconocer su pasión por ello. Sin embargo, Ángela cuenta con familia, tiene un entorno social que juzga la violencia como algo detestable (porque todos tenemos un entorno así, ¿no?), necesita de una excusa para ver esos vídeos, y no es otra cosa que la tesis.
Ángela y Bosco, la atracción por la muerte y la apariencia
El tercer hombre en discordia es Bosco (Eduardo Noriega), un estudiante de la universidad bien parecido, popular, inteligente y el yerno que toda suegra querría. Se topa con Ángela cuando esta se da cuenta de que él tiene una cámara del mismo modelo que las que se usaron para hacer la snuff movie robada por Ángela. Y para más señas, resulta que Bosco era íntimo amigo de la joven asesinada en ella.
Poco a poco, Bosco se va ganando a la confianza del entorno familiar de Ángela y, a pesar de las sospechas de que sea el asesino, la propia Ángela empieza a dudar y a tratar de buscar pistas inconscientemente que descarten que él es el autor.
Esta reacción de Ángela no sirve para otra cosa sino para dejar manifiesto nuevamente su atracción por la violencia, llegando al punto de que ella en el fondo se siente atraída sexualmente por Bosco, ante el hecho de ser un joven atractivo con todo el aura de intriga, misterio y oscuridad que tiene.
Bosco, por otro lado, no deja de ser un reflejo de la superficialidad de la sociedad, de como un chico atractivo, correcto y educado puede ganarse fácilmente a la gente y ser bien considerado (a pesar de ser un psicópata). Porque así funcionamos, el lenguaje no verbal es la parte más fundamental de la comunicación, con la que nuestro cerebro se queda y la que, en buena parte, nos basamos para realizar juicios rápidos sobre la otra persona.
Nunca pertenecería a un club con alguien como yo de miembro
¿Quién soy yo para sentarme a escribir un artículo juzgando a los personajes de una películas como morbosos y sádicos? Es una pregunta que me viene a medida que voy escribiendo. Porque pienso en mí como espectador viendo la película. ¿Acaso no quería que me mostraran el contenido de las cintas? ¿Acaso no ansiaba llegar al fondo de la cuestión de la película?¿Me convierte en morboso a mí también?
Es un tema complejo. Desde luego, si a uno le preguntan directamente, la respuesta es que no. Pero pienso en mi mismo, en mis reacciones viendo la película y creo que tengo un poco de Ángela. Es más, me atrevo a decir que todos tenemos un instinto de atracción por la violencia.
¿Estás reaccionando cómo reaccionaría ella al leer estas líneas? No pretendo generalizar, siempre hay excepciones. Pero a nivel más general, ¿no nos reconocemos a nosotros mismos en la cruda escena final del hospital, en la que un programa muy parecido a los que tenemos hoy en día emite las imágenes del documental y todos miramos a la pantalla como zombis alienados?
¿De verdad no somos todos un poco Ángela? Entonces, ¿por qué triunfan programas de »actualidad», en los que te hacen una reconstrucción de cómo fue el atentado en tal ciudad, de cómo fue el asesinato de una chica o se convierte en interés general el caso de un padre que quema a sus hijos? La violencia es un tema tabú, y en parte, todos tenemos ese instinto… del que se aprovechan los que defienden que »hay que dar a público lo que pide» para vendérnoslo como »documento de valor incuestionable».
¿Damos al público lo que pide?
Y aquí entra en juego el otro punto clave de la película. El otro antagonista de la película, el profesor Jorge Castro (Xabier Elorriaga), da diversas charlas sobre cómo ha de ser el cine español para competir con el americano, diciendo que, básicamente, los directores para tener éxito han de dar lo que el público pide.
Este planteamiento es acertado, siempre y cuando consideremos el cine como un negocio y el arte como una fábrica de hacer dinero. Si al público le gusta este actor, hagamos una película de acción con el protagonizándola, aunque sea la misma historia de siempre. Si al público le gusta las comedias románticas, hagamos comedias románticas aunque sea el mismo guión con los nombres cambiados. O si al público le gusta la violencia, hagamos películas terriblemente violentas y sádicas, como una famosa saga que debe llevar 8 películas con el mismo patrón (y que he de confesar que he visto).
Pero si nos ceñimos a dar lo que el público pide, quitamos al cine uno de los aspectos que le engrandecen como arte, y no es otro que el espíritu de invitar al espectador a la reflexión. Eso es lo que Amenábar consigue con Tesis, y todo ello usando las armas del enemigo.
Porque Tesis es la película de la dualidad. Por un lado critica la morbosidad de la sociedad ofreciéndote una historia violenta y truculenta. Por un lado critica a los que dicen que hay que dar lo que el público quiere y por otro lado te da lo que pides. Amenábar, con este debut cinematográfico, logra dejarnos así su tesis particular sobre estas cuestiones y, sobre todo, invita a reflexionar sobre ello.
Finalmente, y por si alguien está interesado, dejo el making of de la película:
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