una pistola en cada mano cesc gay en todos al cineDirector: Cesc Gay
Guionistas: Cesc Gay, Tomàs Aragay
Género: Comedia irónica
Año: 2012
Nacionalidad: Española
Reparto: Leonardo Sbaraglia (J.), Eduard Fernández (E.), Javier Cámara (S.), Elena (Clara Segura), Ricardo Darín (G.), Eduardo Noriega (P.), Candela Peña (Mamen). Leonor Watling (María), Cayetana Guillén-Cuervo (Sara) intercambian a sus maridos  Jordi Mollà, Alberto San Juan y Luis Tosar (L.)
Productora: Marta Esteban
Fotografía: Andreu Rebés
Sonido: Albert Gay, Ricard Casals, Kamikaze
Montaje: Frank Gutiérrez
Maquillaje: Karol Tornaria
Directora artística: Sylvia Steinbrecht
Música: Jordi Prats
Una producción de: Imposible Films, con la participación de TVE, TVC y Canal +, y apoyo de ICAA – ICEC.
Duración: 95 minutos.
Estreno: 5 diciembre 2012.

Hace nueve años un director del que sólo sabíamos que había brillado en una impactante Krámpack, llamó a la puerta de la cinematografía con una cinta que haría presagiar nuevos aires a la comedia inteligente. En la ciudad era un título insólito que supuso un antes y un después, una epifanía cinematográfica que preconizaba que un nuevo cine español, más cercano quizá al francés y en todo caso más europeo de lo acostumbrado, había irrumpido para quedarse. A partir de En la ciudad, el cine tenía que ser así. Cesc Gay había roto moldes con una película coral, seria, emocionalmente compleja y que asumía que el espectador era necesariamente pensante y no el mero testigo de una narración. Nueve años después, retomamos, el mismo realizador presenta Una pistola en cada mano, película que congrega, al igual que En la ciudad, una tríada de elementos magistrales que sólo pueden ofrecer una historia de calidad y perfectamente rematada.

cesc gay en el rodaje de una pistola en cada mano
Cesc Gay durante el rodaje de Una pistola en cada mano (2012). Imposible Films, con la participación de TVE, TVC y Canal +

El primero de ellos, marca del autor, es un guión sólido capaz de encandilar al más prevenido, con un cinismo suculento que embauca al espectador y le conmueve sin apenas percibirlo. Sólo esa capacidad incombustible de Gay y Tomàs Aragay hace que uno se sienta partícipe de las idas y venidas de este grupo de amigos que, muy al estilo de Ficciò, quieren saber quiénes son y asumir las decisiones que han tomado. Pero este guión sin compostura, a prueba de correcciones políticas y de cualquier clase, quedaría desalmado si no contase con el ánimo y el ánima de un elenco actoral como el que presenta en Una pistola en cada mano. Habría de hacerse una crítica circular para hablar de cada uno de ellos sin gradiente ni escala, pues resulta indigno y, si me apuran, torcido, ponderar más a uno que al resto. Sus hombres, por comenzar por el sexo débil, lucen en todo su esplendor y en todos los sentidos. Sólo un reparto como éste puede dar un resultado como éste. No hay quien sobre ni falte en esta película, ni tampoco actores que sucumban al maniqueísmo de ser mostrados como el rival más débil. Todo lo contrario, Fernández, Sbaraglia, Cámara, Noriega, Darín, Tosar, San Juan y Mollà son espléndidos, cada uno a su estilo y manera, bien en tono satírico, bien en tono pausado; ora con modos de interpretación naturalistas, ora con impostación dramática. Cada uno de ellos, y son muchos, dan lo mejor de sí mismos al público y a Gay, quien ya hace tiempo se reveló como un excelente director de actores.

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Una pistola en cada mano (2012, Cesc Gay). Imposible Films, con la participación de TVE, TVC y Canal +

Sin bien el peso de la película recae en el innombrado sexo masculino (innombrado en tanto que ninguno de sus personajes posee nombre), la carga actoral que sostienen las féminas resulta desbordante, pese a lo cual, y éste es otro mérito del filme de Gay, la interpretación de estas mujeres estupefactas no resulta cargante ni tragicómica, sino de una organicidad brutal. Todas ellas tienen un nexo en común con los protagonistas, y todas ellas se encuentran atónitas ante las respuestas de sus parejas. Elena (Clara Segura), se divorcia de S. (Javier Cámara), después de que éste le fuera infiel. Dos años después, su ex marido aparece en su puerta intentando recomponer lo incomponible. Pero la vida ha cambiado para los dos. Mamen (Candela Peña), es una joven que trabaja en la misma oficina que P. (Eduardo Noriega), un joven con el que en cinco años no ha intercambiado una sola palabra. De pronto una noche, tras una celebración, P. le propone recuperar el tiempo perdido e intercambiar algo más que palabras, para su asombro y también risión. María (Leonor Watling), recoge en coche a un amigo (Alberto San Juan), al que relata los sinsabores de su matrimonio con su mejor amigo (Jordi Mollà). Con estupefacción San Juan descubrirá que su amigo no sólo no es quien creía (amén de su afición a la literatura de Jodorowski), sino que encuentra motivos para sentirse completamente engañado.

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Una pistola en cada mano (2012, Cesc Gay). Imposible Films, con la participación de TVE, TVC y Canal +

Mientras esto sucede, el marido de María se encuentra con Sara (Cayetana Guillén-Cuervo), mujer de San Juan que, hastiada de la rutina en que ha caído su matrimonio, le confiesa a Mollà el trance amargo por el que atraviesa su matrimonio. Por su parte Eduard Fernández es un periodista en paro que vive con madre y con su gato, mientras narra sus penurias al personaje de Leonardo Sbaraglia, hastiado de la vida y dependiente del psicoanálisis. Por último G. (Ricardo Darín) es un hombre roto por la deslealtad de su mujer, la cual ha decidido recomponer su vida amorosa en compañía de L. (Luis Tosar), eso sí, mucho antes de que G. y L. se encuentren en un parque y se den cuenta de que ambos comparten el amor de la misma mujer.

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Jordi Mollà y Alberto San Juan en Una pistola en cada mano (2012, Cesc Gay). Imposible Films, con la participación de TVE, TVC y Canal +

En Una pistola en cada mano volvemos a encontrar la cercanía a una sociedad y a una generación que Gay conoce y retrata muy bien, con unas idas y venidas de una naturalidad desbordante, reconocibles para cualquiera que pueda decir que ha vivido e incluso para aquél que cree no haberlo hecho. Unos personajes cargados de matices, de manchas, de fallos; y unas mujeres simplemente boquiabiertas, menos enfadadas que aturdidas, realistas en sus reacciones, en sus formas y en las revoluciones que también realizan a pequeña escala, la suya, la del día a día.

Una película en la que no hay, contra todo pronóstico, malos y buenas, ni tan siquiera buenos y malas, sino personas diferentes, erráticas, noqueadas y rabiosamente humanas. Unos personajes palpitantes gracias a unos actores arrebatadores, que sólo pueden recibir lo mejor por haber entregado lo mejor.

Envidiable la mano de Cesc Gay, capaz de conseguir en una misma jugada un póker con tantos ases.

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