est_sin hijos_posterTítulo original: Sin hijos.
Dirección: Ariel Winograd.
Países: Coproducción entre Argentina y España.
Año: 2015.
Duración: 100 min.
Género: Comedia romántica, comedia de enredo.
Reparto: Diego Peretti, Maribel Verdú, Guadalupe Manent.
Guion: Mariano Vera, basada en el argumento original de Pablo Solarz.
Música: Darío Eskenazi.
Distribuidora: Syldavia Cinema.
Estreno en España: 14 Agosto 2015.
Calificación por edades: Apta para todos los públicos.

Llega un momento en el que todo espectador desearía que alguna película volviera a sorprenderle, a noquearle, a restituirle la fe en un cine sin artificios. Afortunadamente se encuentran ante una de esas escasas ocasiones. Y es que Ariel Winogard ha conseguido reencontrar el tono de la comedia de enredo, la clásica, la de siempre; aquella que se mostraba sin amaneramientos ni fingimiento, sin colorantes ni conservantes. Porque Sin hijos es, sin duda, de lo mejor que se exhibe actualmente en la cartelera. Una cinta con ritmo in crescendo, tensión sostenida, interpretación con mayúsculas, humor exento de todo lo soez y burdo que inunda la comedia actual, y perfectamente aderezada con una pulcra estética y una cuidada banda sonora.

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Imagen de Sin hijos, película distribuida en España por Syldavia Cinema © 2015 Patagonik Filmgroup, Tornasol Films, M&S Producción y Está Por Venir. Todos los derechos reservados.

Para todos los gustos pero no pueril, centrada en las relaciones pero no agreste, Sin hijos es una comedia postmoderna, resultado de un contexto en el que parecemos haber perdido la capacidad de compatibilizar los distintos ámbitos que componen nuestra vida. Con claras sinergias con la cinta francesa La felicidad nunca viene sola (2013, James Huth), e incluso con la inglesa Notting Hill (1999, Roger Michell), en ella conocemos a Gabriel Cabau (Diego Peretti), dueño de una tienda de rock cuya vida personal gira en torno a su hija Sofía (Guadalupe Manent). Divorciado desde hace cuatro años, Sofía ocupa todo su mundo, desde sus horarios a su disponibilidad o su conversación. Impregnada de cuanto la niña hace o dice, su rutina es milimétricamente predecible. Todo cambia cuando se reencuentra con Victoria (Maribel Verdú), una antigua compañera pletórica, llena de juventud y repleta de ansias de libertad. Es entonces cuando el torbellino de Vicky arrasa la vida de Gabriel con su pasión y la pura improvisación, escritos bajo una única consigna: sin hijos. Porque sin llegar a ser patológica, Vicky muestra una profunda animadversión hacia los niños, algo que empuja a Gabriel a esconder la existencia de Sofía hasta las últimas consecuencias. Cuando la situación no dé más de sí, la niña urdirá un plan para que su padre no pierda a su novia: fingir ser la hermana menor de Gabriel hasta que a Vicky no le quede más remedio que aceptarla.

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Imagen de Sin hijos, película distribuida en España por Syldavia Cinema © 2015 Patagonik Filmgroup, Tornasol Films, M&S Producción y Está Por Venir. Todos los derechos reservados.

Repleta de situaciones desternillantes, el acierto fundamental de Sin hijos recae sin embargo en el magnífico elenco escogido. Una Maribel Verdú rebosante de energía, de garra y de solidez, fusiona su talento con el de Diego Peretti, siempre generoso y siempre comedido, único para los papeles de comicidad extrema llevados con noble gusto. Por supuesto, este repaso no puede soslayar a la pequeña Guadalupe Manent, con su desparpajo, sus ademanes cuidados, su naturalidad llevada al extremo del realismo. Una actriz que, por el peso de su protagonismo, bien podría rozar lo impertinente, pero que en su caso ha sabido capear con atino la responsabilidad de su papel. Lejos quedan personajes como el de la mítica La pequeña pícara (1991, John Hughes), en la que una resabida niña intentaba compensar su falta de edad con exceso de jactancia.

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Imagen de Sin hijos, película distribuida en España por Syldavia Cinema © 2015 Patagonik Filmgroup, Tornasol Films, M&S Producción y Está Por Venir. Todos los derechos reservados.

Por ello y por mucho más, Sin hijos es todo un acierto de Ariel Winograd, quien ha sabido aprovechar el formato cómico, para dar una vuelta de tuerca al concepto de paternidad.

Paladares sibaritas, dense el lujo de saborear una película genuina y pura, una comedia con tono actual que les dejará el regusto del mejor cine de siempre.

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