Por la inteligencia rara vez,
pero por el corazón nos entendemos siempre
Jacinto Benavente

Como estamos en plena «operación bikini», voy a hablaros de una película fuerte, no sólo por el peso de sus actores, que es mucho y en todos los sentidos, sino por el mensaje tan duro y triste que deja. Me refiero a Gordos (2009, Daniel Sánchez Arévalo), protagonizada por Roberto Enríquez, Raúl Arévalo, Verónica Sánchez y Teté Delgado. Se trata de cinco historias, todas ellas entrelazadas, cada una más original por su dureza, y a través de las cuales el director nos quiere trasladar al mundo de la soledad del género humano.

gordos

Imagen de «Gordos» – Copyright © 2009 Tesela y Filmanova Invest. Distribuida en España por Alta Classics. Todos los derechos reservados.

El elenco de actores de la película es estupendo, hacen el papel tan creíble, que al final queda una sensación rara, el espectador no se siente del todo bien, ya que resulta desolador creer que el mundo va de esta forma tan absurda, con personas que se crispan, que se hacen verdadero daño a ellas mismas, creyendo verse por los ojos de los demás.

La película se podría haber llamado “Delgados”, o “Disminuidos psíquicos o físicos”, qué más da, lo que nos está diciendo es que los seres humanos muchas veces entramos a catalogar y a estigmatizar a los otros por cualquier diferencia; está claro que nadie es perfecto, que el estigma está por fuera, visible; o por dentro, la cuestión es que hace mucho daño al que lo lleva. Si además de tener problemas, los demás nos aíslan y dañan, ¿por qué lo hacen? Crocker, Majer y Steele, en 1998 expusieron que la estigmatización se produce cuando una persona posee o cree poseer algún atributo o característica que conforma una identidad social que es devaluada en un contexto social determinado.

Devaluado, palabra fuerte, como la película, y como desde la mecedora siempre intentamos aprender y pensar, por lo menos en lo que decimos, parémonos a reflexionar en cuántas veces, en cualquier lugar nos hemos podido ver en esa situación por unos granos, unos kilos… Las personas, como me dijo una vez mi padre, no se miden ni por metros ni por kilogramos. Eso es lo primordial, no medir, no seguir juzgando y pensar que el photoshop hace milagros, que no todo lo que vemos es realidad, y que todo el mundo somos humanos, que lo importante está por dentro.

Y a diferencia de la máxima, que además de por el corazón sea por la inteligencia por donde entendamos que los seres humanos somos maravillosos.

Con todo el cariño, feliz julio y vacaciones sin complejos desde La Mecedora.

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