Hay intérpretes que, aunque contemporáneos, ya han alcanzado la entidad de clásicos. Intérpretes cuyos papeles les catapultan en la perennidad del estrellato cualquiera que fuera su obra pasada, cualquiera que sea su obra futura. Éste es el caso de un actor menudo, nacido como Michael Andrew Fox (6 de junio de 1961), y que todos conocieron y conocerán como Marty Mcfly.
Imagen de Teen Wolf (1985), producida por Wolfkill, distribuida en España por 20th Century Fox Home Entertainment España S.A.(2005). Todos los derechos reservados. |
Su poco más de metro y medio de altura no fue óbice para que este joven canadiense supiera que su vocación era la interpretación. Así se decidió a viajar a Hollywood una vez alcanzada la mayoría de edad, con la clara intención de consolidar su carrera en el cine tras la experiencia televisiva que en su país supuso Leo and me, una serie en la que interpretaba a un niño de diez años de edad. Inmigrante ilegal en Estados Unidos hasta que consiguió la doble nacionalidad, Michael J. Fox subsistió precariamente para conquistar el sueño americano, aunque ello implicase vender su mobiliario y desesperarse al ver que no le era ofrecido ningún papel en aquel nuevo mundo. Será la televisión, de nuevo, la que entregase a Michael J. Fox la posibilidad no sólo de vivir de la interpretación, sino de alcanzar la popularidad. Con Enredos de familia (Family Ties), la vida del desdichado actor cambió radicalmente, manteniéndose en antena más de siete años (1982-1989), y obteniendo la fama suficiente como para que un joven productor, Steven Spielberg, viera en él la encarnación absoluta de un personaje que cambiaría el rumbo de la ciencia ficción y del entretenimiento familiar. Con Regreso al futuro (1985, Robert Zemeckis), la vida de Michael J. Fox cambió de manera esencial. Aunque Eric Stoltz ya había rodado durante cinco semanas varias escenas del film de Zemeckis, su insulsez unida a su falta de idoneidad física e interpretativa, hicieron que Spielberg no diera por cerrado el cásting para su ambiciosa película, una cinta que devolvería al pasado un magnífico futuro. Con veinticuatro años de edad, Michael J. Fox consiguió el reconocimiento internacional, patentando un estilo interpretativo fresco, despreocupado y sin embargo medido, muy elaborado.
Tras Regreso al futuro 1, llegarían las secuelas Regreso al futuro II (1989) y Regreso al futuro III (1990), dos filmes que, a pesar de no mantener la innovación embrionaría, sí consiguieron una digna posición en taquilla, amén de ser consideradas integrantes de una de las mejores trilogías de la historia del cine. Entretanto, Michael J. Fox diversificó sus roles cinematográficos, subiéndose a la tendencia de las décadas de los años ochenta y noventa con títulos de adolescencia sobrenatural como Teen Wolf (1985, Scott Howard), cintas de superación personal y consecución de objetivos como El secreto de mi éxito (1987, Herbert Ross) y Conserje a su medida (1993, Barry Sonnenfeld); o de amor en lugares paradisíacos como Doc Hollywood (1991, Michael Caton-Jones). Igualmente, Michael J. Fox ha destacado en su interpretación dramática, encontrando títulos sobrecogedores como Corazones de hierro (1989, Brian de Palma), o intranquilos como Bright Lights, Big City (1988, Joyce Chopra, James Bridges).
Imagen de Regreso al futuro (1985), producida por Universal Pictures, Amblin Entertainment y U-Drive Productions. Distribuida en España por Universal Pictures Spain. Todos los derechos reservados. |
A partir de 1991, sin embargo, otro suceso fortuito volvería a azotar la vida de Michael J. Fox. Si en los ochenta había sido la oportunidad de interpretar al personaje que cambiaría su suerte cinematográfica, en los noventa sería una enfermedad que cambiaría su suerte vital. El mal de Parkinson, que el actor admitió padecer en 1991, resonó en la opinión pública como el que sería el final de Michael J. Fox. Con un diagnóstico que preconizaba para él una vida futura inferior a la década, el canadiense no cedió ante el desánimo y salió adelante, celebrando precisamente este mes de junio sus 53 años, diez más de los que sus especialistas habían augurado. Luchador incansable, estar aquejado de una enfermedad neurodegenerativa con treinta años, no sólo no le alejó de la gran pantalla, sino que le hizo aceptar su profesión y su vida con mayor fortaleza. Acompañado de su inseparable mujer Tracy Pollan, con quien ha compartido los últimos 25 años y tiene cuatro hijos, Michael J. Fox comenzó entonces una lucha incansable por visibilizar la enfermedad de Parkinson y conseguir financiación para que investiguen sus causas y el modo de erradicarla. Sometido a un tipo de cirugía experimental en la década de los noventa, ésta posibilitó que el intérprete canadiense siguiera rodando películas, si bien con menor frecuencia que en el pasado; no obstante, el elenco de cineastas con los que J. Fox ha trabajado desde que le fue diagnosticada la enfermedad de Parkinson no deja lugar a la duda de la dimensión profesional del intérprete, como lo es el hecho de que en menos de tres años trabajara con Rob Reiner en El Presidente y Miss Wade (1995); con el celebrado director de El señor de los anillos, Peter Jackson, en Agárrame esos fantasmas (1996, Peter Jackson); o con el inconmensurable e inclasificable Tim Burton, en Mars attacks! (1996).
Imagen de Mars attacks! (1996), producida por Tim Burton Productions y Warner Bros; distribuida por Warner Bros. Spain (1997). Todos los derechos reservados. |
Tampoco su enfermedad frenó la actividad profesional de Michael J. Fox en televisión, apareciendo en la afamada serie Spin City (1998-2002) de la que también fue productor ejecutivo, y por la que obtuvo tres Globos de Oro (1998-2000) y un Premio Emmy (2000). A partir de 2004, Michael J. Fox ha sido un habitual de los papeles esporádicos en series de éxito, interpretando pequeños roles en Scrubs (2004), Boston legal (2006), Rescue Me (2009), o The Good Wife (2010). Tal es la fortaleza y talento del actor de Edmonton que por sus apariciones intermitentes en televisión se ha hecho con más de tres premios Emmy.
En las dos últimas décadas, al tiempo que luchaba activamente por promover la investigación de la enfermedad de Parkinson simultáneamente a su labor interpretativa, Michael J. Fox ha compartido sus vivencias personales y profesionales a través de la literatura, publicando tres libros cuyos títulos hablan por sí solos del ánimo y personalidad de su autor: Lucky Man: A Memoir (2002), Always Looking Up: The Adventures of an Incurable Optimist (2009) y A Funny Thing Happened on the Way to the Future: Twists and Turns and Lessons Learned (2010).
Esperemos que este mes de junio que vio nacer a Michael J. Fox hace cincuenta y tres años, sea benevolente con quien tanto ha hecho disfrutar a los amantes del cine, quien ha podido viajar en el tiempo no sólo para ayudar a la familia de Marty McFly, sino para demostrar que un DeLorean podía convertirse en una máquina del tiempo; un monopatín en el mejor medio de locomoción, un neón resplandeciente en un Condensador de Fluzo, y un enfermo de Parkinson en la encarnación de la jovialidad y la alegría. Desde Todo Es Cine: larga vida a Michael J. Fox.
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