Título original: Perfect Days. Año: 2023. Duración: 124 minutos. País: Japón. Dirección: Wim Wenders. Guion: Takuma Takasaki, Wim Wenders. Reparto: Kôji Yakusho, Arisa Nakano, Tokio Emoto, Yumi Asou, Sayuri Ishikawa. Fotografía: Franz Lustig. Producción: Master Mind Limited, Wim Wenders Productions. Estreno en España: 12 de enero de 2024.
Wim Wenders es uno de esos cineastas que tan pronto ascienden al cielo sobre Berlín, como descienden a lo más prosaico de la sociedad japonesa; y lo hace con igual delicadeza, sin perder un ápice de lirismo y ternura. La humanidad en el guion de Takuma Takasaki, firmado al alimón con el director, combina seriedad y ensoñación, con ese optimismo vital que rezuman las historias que alcanzan el alma.
Hirayama (Kôji Yakusho) es un trabajador del servicio de limpieza. Enfundado en su mono azul, que tan certeramente reza “The Tokyo Toilet”, realiza su labor a conciencia, empleándose a fondo para dotar de belleza, orden e higiene a los espacios olvidados de la sociedad. Él, en sí mismo, también parece uno de tantos olvidados de la civilización posmoderna, salvo por un detalle en absoluto baladí: Hirayama es feliz. Pero no de aquella manera en que lo era Sísifo, enfrascado en una rutina inútil que acaba por dar sentido a su existencia; sino plenamente, saboreando cada recodo de la vida, de su quehacer, de su música, de la lectura y de los árboles tokiotas.
Hirayama no es un gran conversador, pero en torno a él gira una infinitud de personas cuya cotidianeidad es más plena bajo la mirada del limpiador. No es tan joven ni tiene pareja, pero en su actitud no hay nada de desaliento; en su horizonte no atisba grandes hallazgos, pero le conmueve ver el amanecer, poner sus cintas analógicas, jugar a un tres en raya anónimo, fotografiar árboles o bucear por librerías en busca de textos que devorar.
Y así, en un compás que se asemeja en estrategia a Jeanne Dielman, 23 quai du Commerce, 1080 Bruxelles, con la que comparte esa mostración de la rutina diaria para percibir los sutiles cambios que operan en un personaje, Wenders nos va introduciendo de forma insoslayable en la vida de Hirayama. Pero Wenders va más allá, añadiendo a estas fórmulas simétricas acertados cambios a nivel visual y en la perspectiva desde la que los espectadores observan la escena. Su hogar, el sento que frecuenta, la lavandería o el parque en el que almuerza alcanzan matices diferentes que se instalan y crecen, obrando la transformación del personaje a fuego lento, sin ninguna prisa.
Quizá el aspecto más emocional de la cinta, amén de la actuación de Kôji Yakusho, sea la banda sonora. La música es el hilo conductor que vehicula las relaciones de los personajes, su estado anímico, sus gustos, sus aspiraciones. Títulos gourmet desfilan por las cintas de Hirayama en la voz de Patti Smith, Van Morrison, Otis Redding, Nina Simone y Lou Reed (de nuevo, tras ¡Tan lejos, tan cerca!), los cuales dan sentido a una vida repleta de estímulos y emociones que Hirayama proyecta sobre la ciudad.
Wenders, nominado al Oscar tras su paso por Cannes, firma una de las películas más elegantes de los últimos años, acercándose a sus iniciales Tokio-Ga (1985) y Aufzeichnungen zu Kleidern und Städten (1989), pero entregando un Japón más cercano que nunca al de su admirado Yasujirô Ozu.
Una película cadenciosa, luminosa y eterna, cuyo máximo logro es cumplir el propósito de su propio título. Y es que, tras su visionado, el día no puede ser más que perfecto.
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