Título internacional: Nobody wants the Night.
Dirección: Isabel Coixet.
Países: España, Francia y Bulgaria.
Año: 2014.
Duración: 103 min.
Género: Drama.
Reparto: Juliette Binoche, Rinko Kikuchi, Gabriel Byrne, Matt Salinger, Velizar Binev, Ben Temple, Ciro Miró, Alberto Jo Lee, Reed Brody.
Guion: Miguel Barros.
Producción: Andrés Santana y Jaume Roures.
Música: Lucas Vidal.
Fotografía: Jean-Claude Larrieu.
Estreno en España: 27 Noviembre 2015.
“Si no hay camino, abre uno”. Esta consigna no solo marcó la vida profesional de Robert Peary, autoproclamado primer explorador en llegar al Polo Norte, sino también la de la cineasta Isabel Coixet, cuya creatividad y sobrado talento no encuentran diques ni fronteras. De Vancouver a Tokio, de Nueva York a la Isla de Ellesmere, sus cuidadas historias hablan de lo universal que se oculta tras el velo de lo íntimo, de aquello que une a las personas por encima de convencionalismos, pudores e inclemencias. Y lo hace de manera firme, decidida, dando voz nuevamente a los invisibles, aquellos que a pesar de protagonizar lances heroicos, no han sido invitados a figurar en las páginas sagradas de la historia. En esta ocasión, la mirada incisiva de la cineasta se ha posado sobre Josephine Peary (Juliette Binoche), esposa del afamado explorador que, en 1908, decidió ir al encuentro de su marido para estar a su lado cuando alcanzase el Polo Norte. Imperturbable y estoica, su posición de dama adinerada, criada en Washington, le hace propagadora de los valores de una cultura que le ha enseñado a saberse por encima del bien y del mal. Sus ademanes, sus gustos caros y la ópera que incesantemente traslada en su magnetófono, pronto se diluyen en un entorno límite, donde la violencia de la naturaleza hace frente a sus remilgos y prejuicios.
Embarcada en un viaje sin retorno hacia la revelación del sentido de la vida, en su camino se encontrará con Bram Trevor (Gabriel Byrne), auténtico luchador outsider, expedicionario consciente de la insulsez de las convenciones, y de la pureza de un entorno inexplorado que los occidentales fingen dominar. Decidida a alcanzar a su marido contra toda oposición, Josephine desoye cualquier consejo y burla toda ley humana y divina, adentrándose en la larga noche del invierno polar en la más absoluta obcecación y soledad. Cuando todos los expedicionarios abandonan a su suerte a la mujer, solo la nativa inuit Allaka (Rinko Kikuchi), será capaz de acompañar en su decisivo viaje a Josephine, descubriendo en este largo camino hacia la noche, que el sentido último de la vida no es pertenecer a nadie, sino entregarse a alguien.
Rodada con maestría, lucidez y humanidad, Nadie quiere la noche es una película espléndida, capaz de estremecer, de trasladar al espectador el frío del hielo y, al mismo tiempo, el calor de la fraternidad. La fotografía generosa de Jean-Claude Larrieu, vuelve a iluminar una historia profunda, narrada con exquisitez y, sobre todo, honestidad. En ella destaca la siempre identificable mirada de Coixet, una mirada ágil, curiosa, libre, capaz de resaltar la belleza y de dejar huella; esa mirada que se engalana revelando la espectacular franqueza de Juliette Binoche, y que al tiempo se delata en retratos de pura delectación con Rinko Kikuchi. Esa mirada que enfatiza, que huye esquiva, que se adentra en una emoción y que subraya de manera pausada, nunca inconveniente y nunca desalmada.
Completando el magnífico trabajo de la cineasta y del inmejorable elenco, el compositor Lucas Vidal acentúa esta plétora de emociones, concebidas con un sentido obsequioso pero comedido, en su inconmensurable labor de resalte pero no ocultación. Esta auténtica alquimia se completa con el maquillaje de Sylvie Imbert, el montaje de Elena Ruiz y el diseño de vestuario de Clara Bilbao, unos bastiones que convierten a Nadie quiere la noche en un auténtico viaje hacia el cine más puro en el sentido clásico.
De este modo, Nobody wants the night supone una incursión épica en lo más recóndito de la naturaleza humana. Y en este camino, el espectador queda en deuda con su directora, una artista capaz de asumir riesgos y de entregar el mejor cine a cambio. Quizá porque Coixet, conocedora del alma y sus recodos, no es ajena a que todos los viajes tienen su peligro. Quizá porque ella sabe, más que nadie, que si no lo tuvieran, no serían viajes.
2 comentarios
Julia 11 diciembre, 2015 at 11:14 am
No sabía que Mediapro había coproducido esta película. Me parece fantástica. Ya solo con ver el tráiler captaron mi atención, pero el lunes que fui a verla con una amiga… ¡nos pareció increíble! Es una visión muy especial del mundo y las relaciones, con un sello muy Coixet. Os recomiendo verla 😉
La Firma 31 diciembre, 2015 at 12:07 am
Una película increíble, emocionante y brutal. Compartimos contigo el amor por el sello de la cineasta. Gracias por el comentario, Julia