Título original: Mon bébé. Año: 2019. Duración: 85 minutos. País: Francia. Dirección y guion: Lisa Azuelos. Fotografía: Antoine Sanier. Reparto: Sandrine Kiberlain, Arnaud Valois, Yvan Attal, Patrick Chesnais, Thaïs Alessandrin, Victor Belmondo, Arthur Benzaquen, Sarah Deffeyes, Marie Bouvet, Chloé Zahar. Producción: Pathé. Love is in the Air. Distribución: Ver Cine. Género: Comedia dramática. Estreno en España: 28 de agosto de 2020.

La cinematografía francesa sigue liderando la producción de cine heterodoxo. Con independencia del género o del tratamiento, el cine francés continúa su implacable liderazgo en las propuestas más allá del circuito de lo esperable, aunque eso, precisamente, no le reste un ápice de calidad. Tampoco le resta éxito en su recorrido comercial, algo fundamental ahora que tanto se necesita recuperar la confianza en las salas de cine.

En este contexto, Mon bébé solo podría ser francesa. Una comedia poseedora de trasfondo constructivo, además de estar confeccionada con indudable belleza y no exenta, por qué no admitirlo, de cierto halo de melancolía.

Todo en Mi niña parece orientado a conseguir el máximo índice de empatía por parte de la audiencia, la cual cae irremediablemente rendida ante la evidencia de que la cinta cuenta, casi documentalmente, lo complejo que es encajar las responsabilidades que conlleva la vida adulta. Héloïse (Sandrine Kiberlain) es una parisina de mediana edad dueña de un restaurante. Su matrimonio con Franck (Yvan Attal) hace años que ha fracasado, y esto le ha llevado a ser madre a tiempo completo de tres hijos a los que adora. Lola (Camille Claris), Théo (Victor Belmondo) y, sobre todo, la pequeña Jade (Thaïs Alessandrin) son el epicentro de toda su vida.

Su rutina pivota en torno a sus hijos, lo que no es óbice para que Héloïse tenga una agitada vida social, disponga de amigas, negocio propio y un buen repertorio de hombres a los que poder acudir, si bien es su padre, a punto de ser intervenido quirúrgicamente, es el que mayor energía y tiempo le demanda en la actualidad.

Imagen de ‘Mi niña’ © 2019 Pathé. Love is in the Air. Distribuida por Ver Cine. Todos los derechos reservados.

Todo parece ir bien en la vida de Héloïse hasta que una noticia rompe con su día a día, una Universidad de Canadá ha aceptado la solicitud de su hija pequeña, quien deberá incorporarse a las aulas en próximo otoño. Obsesionada con capturar cada minuto que le resta con ella antes de la gran separación,  Héloïse decide grabar cada conversación, comentario y experiencia que viven juntas, incluso cuando su actividad acabe escamando a toda la familia. Cuando el móvil se extravíe, su padre sea finalmente operado y su hija comience una relación adulta con Louis (Mickaël Lumière), los sucesos se acumularán para Héloïse, quien a pesar de todo encuentra fuerzas para salir adelante airosa.

Imagen de ‘Mi niña’ © 2019 Pathé. Love is in the Air. Distribuida por Ver Cine. Todos los derechos reservados.

Con Mi niña Lisa Azuelos vuelve a su mundo más personal, reencontrándose con la voz que vehiculaba títulos pasados como Reencontrar el amor (2014) e incluso Comme t’y es belle! (2006), ambas repletas de ese mundo personal trufado de confidencias e intimidades desveladas.

Imagen de ‘Mi niña’ © 2019 Pathé. Love is in the Air. Distribuida por Ver Cine. Todos los derechos reservados.

La célebre directora de LOL (Laughing Out Loud), tanto en su versión francesa como en la adaptación americana con Miley Cirus, Azuelos cuenta en esta ocasión con la siempre exquisita Sandrine Kiberlain como matriarca y la propia hija de la directora, Thaïs Alessandrin, como coprotagonista. Otros apellidos como el de Victor Belmondo, nieto del célebre actor, e incluso Yvan Attal destacan en esta película sin pretensiones, aunque profundamente honesta.

Imagen de ‘Mi niña’ © 2019 Pathé. Love is in the Air. Distribuida por Ver Cine. Todos los derechos reservados.

No sería de recibo finalizar sin resaltar la espléndida labor de Baptiste Druot, un montador con el que Azuelos ya trabajó en Dalida (2016), quien consigue que Mi niña posea una hondura espacio temporal sin fracturas, repleta de meandros y saltos argumentales que mantienen la coherencia y todo el sentido. Por último, la fotografía realista, luminosa y en absoluto nostálgica que inunda la película se le debe a Antoine Sanier, con quien Azuelos también repite.

Todo ello configura una película redonda, bienintencionada y de calidad, firmada por una directora competente que, una vez más, crea una historia repleta de verdad y limpieza.