Los sueños: esa parte del subconsciente donde acontecen nuestros mayores deseos y nuestros peores temores. Un lugar misterioso en el cual sucede otra realidad, una paralela que está hecha de otra materia de la que percibimos una vez estamos despiertos, pero que mientras dormimos resulta complicado diferenciarla de la otra, de la real, sólo siguiendo la premisa cartesiana “pienso luego existo” llegaremos a saber con certeza en qué mundo nos hallamos, si en el onírico o en el ordinario. Los extraños sucesos que ocurren en los sueños han resultado siempre misteriosos para el hombre que, desde la antigüedad, ha tratado de encontrar su explicación. Ya en una actualidad más cercana por medio de ellos, con el psicoanálisis freudiano, se intenta explicar parte de nuestros actos y esencia de los que somos, algo que está enterrado en nuestra mente, se trata de unos sueños represivos que sirven como vía de escape de un deseo inconsciente o de un pasado que nos ocultamos a nosotros mismos. En múltiples ocasiones, los sueños han sido comprendidos como visiones, como oráculos pronosticadores de un futuro incierto, y cuya veracidad ha sido tenida muy en cuenta. Como es natural, algo tan significativo no ha pasado desapercibido en el arte, donde lo surrealista del mundo onírico ha cobrado importancia. Y cómo no en el cine, en el séptimo arte, no podía faltar el recurso de los sueños y sus diversas funciones.

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Imagen de Alicia en el País de las Maravillas – Copyright © 2010 Walt Disney Pictures, Roth Films, Team Todd y Zanuck Company. Distribuida en España por Walt Disney Studios Motion Pictures Spain. Todos los derechos reservados.

Sin duda, una de las historias soñadas más notables en el cine es la literaria Alicia en el País de las Maravillas y A través del espejo  (Lewis Carroll, 1865, 1871, respectivamente), que en varias ocasiones ha sido versionada, entre ellas la Alicia de dibujos creada por la factoría Disney (Clyde Geronimi, Hamilton Luske y Wilfred Jackson, 1951) y más recientemente la de Tim Burton (2010). La niña se embarca en una icónica aventura que resulta ser un sueño vivido por ella misma. Recurso que ha sido utilizado en otras ocasiones, como es el caso de la serie española Los Serrano (Daniel Écija, Alex Pina, 2003-2008) donde el sueño es utilizado como explicación final para la resolución de la trama.

Otro gran ejemplo de aventura transcurrida en un sueño es el clásico El Mago de Oz (Victor Fleming, 1939) un fantástico lugar en el que Dorothy logra vencer a la bruja, una mujer que en la realidad resulta ser la malvada vencedora, Almira la vecina que le arrebata a Toto, su compañero inseparable en ambos mundos y por el cual se embarca  en  su primer viaje iniciático en el mundo real que desembocará en un segundo, el onírico. En ocasiones, sólo en los sueños el héroe logra sus propósitos siendo utilizados como medio para la consecución de un benevolente happy ending  que en la realidad sería totalmente impensable.

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Imagen de Pesadilla en Elm Street – Copyright © 1984 New Line Cinema. Todos los derechos reservados.

En este estado, mientras duermen, los personajes de Elm Street (Pesadilla en Elm Street, Wes Craven, 1984) son asesinados por un maníaco muerto, el terrorífico Freddy Krueger, quien únicamente logra vengarse en los “sueños” de las personas, introduciéndose en su mente como un ser real y quebrantando las leyes físicas se materializa en ese onírico espacio rasgando con sus cuchillas a sus víctimas, unos inocentes que, una vez que caen en este estado de somnolencia no pueden abandonarlo con vida. Solamente en este estado-lugar es donde puede dañar a las personas pues en la realidad, en el mundo material y tangible, Freddy no existe. Otra función es la revelación de una verdad, en ocasiones, el subconsciente esconde traumas, verdades ocultas al protagonista, como en Recuerda de Alfred Hitchcock (1944), donde el desenlace de la intriga vendrá en forma de sueños, unos sueños que evidencian lo surrealista de ese lugar gracias a los decorados realizados por Salvador Dalí. Y que gracias al método del psicoanálisis freudiano verán la luz, logrando ser descifrados.

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Imagen de Recueda – Copyright © 1944 Todos los derechos reservados a Selznick International Pictures

Una función diferente tienen  los sueños en  La maldición (Cursed) (Wes Craven, 2005) y  los sueños-visiones de Cold Mountain (Anthony Minghella, 2003), ambas películas sirven como ejemplo para mostrar como los sueños de la primera y los sueños-visiones de la segunda resultan premonitorios, siendo sucesos que finalmente ocurren en la trama. Esta clase de ejemplos son utilizados como planting del argumento, son la siembra de una acción que posteriormente acontece. En el cine-cuento las princesas encantadas como Blancanieves (Blancanieves y los siete enanitos, David Hand, 1937) o La Bella Durmiente  (Clyde Geronimi, 1959), se hunden en un profundo letargo del cual sólo serán sacadas por el príncipe azul y su salvador beso de amor verdadero, única acción capaz de vencer y liberar de ese sueño- prisión  a la amada, que a priori fue encerrada por el encantamiento de una bruja mala, siempre celosa de la belleza y la juventud de la princesa. Como estos ejemplos se pueden encontrar cientos en el imaginario audiovisual sobre el uso y función de los sueños, una que no debe ser obviada  es su utilidad como evasión del mundo ordinario, algo que durante unos 120 minutos nos puede proporcionar la propia cinta, así que no os olvidéis de soñar ni de ir al cine. Buenas noches y dulces sueños.

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