Director: Alberto Morais
Guión: Alberto Morais, Ignacio Gutiérrez-Solana
País: España
Año: 2013.
Duración: 78 minutos.
Productores: Rogelio de la Fuente, José Garrido, Verónica García, José Mª Lara
Producción ejecutiva: Verónica García, Alberto Morais
Reparto: Omar Krim Alapont (Miguel), Blanca Bautista Díaz (Lola), Mikel Sarasa Huici (Guillermo), Abuelo (José LUis de Madariaga), Pepa Juan (madre),
Director de producción: Eduardo Santana
Directora de fotografía: Bet Rourich
Músico: Xema Fuertes
Director de Arte: Carlos Ramón
Sonido Directo Eduardo Esquide
Maquillaje y Peluquería: Vicen Beti
Vestuario: Patricia Guerrero
Ayudante de dirección: Angie Paúl
Montaje: Manel Barriere
Etalonaje: Javier Mosqueda
Montaje de sonido: Nacho R. Arenas
Mezclas Finales: Jaime Fernández
Postproducción: Andrés de la Cruz
Existen películas cuyo lirismo sobrepasa los límites de su propio discurso, de la propia realidad. Estas películas muestran lo cotidiano de una manera única, enfatizando elementos que de común desdeñamos, y que sin embargo resultan imprescindibles para el desarrollo de la vida. Este lirismo es el que posee Los chicos del puerto, segunda incursión en la ficción de Alberto Morais tras Las olas, gran triunfante de la 33 edición del Festival Internacional de Cine de Moscú.
Morais demuestra nuevamente su maestría tras la cámara en esta cinta sobria, lacónica, desprovista de toda pomposidad o afectación, y que ha seducido en el Festival Internacional de Cine Latino de Tübingen, donde se ha alzado con el Premio del Público Vivat Lingua. La historia que Morais nos presenta es a priori sencilla, Miguel (Omar Krim Alapont), promete a su abuelo enfermo que acudirá al funeral de un antiguo amigo suyo; una vez allí, el niño deberá depositar ante su lápida una chaqueta, una guerrera militar que su abuelo le entrega. Sin apenas dinero, y desconociendo el modo de llegar al cementerio, Miguel cumplirá su juramento acompañado por Lola (Blanca Bautista Díaz), y el pequeño Guillermo (Mikel Sarasa Huici), dos niños que junto a Miguel emprenderán un viaje complejo y solitario lejos del contorno del barrio de Nazaret, y fuera de la protección de cualquier adulto. Sólo su espíritu solidario, su incondicionalidad y su unión conseguirán que los chicos lleguen a buen puerto, aprendiendo una dura lección acerca de la madurez y la autonomía.
Imagen de los protagonistas de Los chicos del puerto © 2014 Olivo Producciones. Todos los derechos reservados. |
Con una fotografía y un sonido espléndidos, el cuidado por el detalle se trasluce en cada plano, con una sobriedad formal que dibuja un entorno solitario, silencioso y, en ocasiones, amenazante. Un mundo demasiado complejo para una mente infantil que, pese a todo, es conquistado por unos niños con un sentido de la lealtad que traspasará cualquier limitación o frontera.
Imagen de Los chicos del puerto © 2014 Olivo Films. Todos los derechos reservados. |
Los chicos del puerto resulta un admirable ejercicio de reflexión acerca de la infancia, del aislamiento y del largo proceso que conduce a la madurez, con unos intérpretes magníficos y creíbles en su sencillez y emoción. Las expresiones de los niños, la amplitud de un mundo para ellos inaprensible y la unión de los pequeños ante las adversidades, demuestran la capacidad de Alberto Morais para retratar el espíritu humano ante el conflicto, y su talento para enfrentarse a una ficción compleja con la misma pasión que muestra retratando a Theo Angelopoulos, Víctor Erice o Pier Paolo Pasolini. Y es que Los chicos del puerto es una película que expresa sin ambages la dureza de la vida y el valor redentor de cumplir con la palabra.
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