Título original: Lamb. Año: 2021. Duración: 106 minutos. País: Islandia, coproducción Suecia-Polonia.Dirección: Valdimar Jóhannsson. Guion: Sjón Sigurdsson, Valdimar Jóhannsson. Música: Þórarinn Guðnason. Fotografía: Eli Arenson. Reparto: Noomi Rapace, Hilmir Snær Guðnason, Björn Hlynur Haraldsson, Ester Bibi, Ingvar Eggert Sigurdsson. Producción: Black Spark Film & TV, Film I Väst, Go to Sheep, Madants. Género: drama, thriller sobrenatural.
Existen películas en las que el desencadenante detona la acción, emplazando a sus protagonistas a realizar un largo camino que desemboque en la consecución de su meta. Este planteamiento clásico, sin embargo, se subvierte de principio a fin en Lamb, una película que, dentro de su inacción, de su quietud y de su inadvertida tirantez ofrece ciento seis minutos de absoluta tensión. Cómo lo consigue es el magistral logro de los guionistas Sjón Sigurdsson y Valdimar Jóhannsson, este último también director de la cinta.
En apariencia, la historia se muestra de una sencillez rayana en la modestia. Una pareja de jóvenes ganaderos vive en un paraje inhóspito de Islandia. El río, la inmensidad del campo y la niebla son sus únicos compañeros. Tanto María (Noomi Rapace) como Ingvar (Hilmir Snær Guðnason) viven apacibles en su soledad y silencio, un silencio que solo se rompe cuando un cordero nace en su granja.
La extrema delicadeza del pequeño empuja a la pareja a cuidarlo con suma atención, temiendo que su destino sea la muerte prematura. Lo alimentan, lo miman, lo acunan hasta que el corderito, bautizado como Ada, se convierte en la alegría de su hogar. Ada es la niña que ni María ni Ingvar tienen, una suerte de proyección de la hija que perdieron años atrás.
La dura vida del campo islandés se confronta con la sosegada rutina que los tres establecen. Todo pierde su sentido cuando el hermano de Ingvar (Björn Hlynur Haraldsson) llega de visita y descubre lo extravagante de su arreglo familiar. A pesar de ello, los tres son felices, aunque el constante escrutinio de la madre biológica de Ada empañe las perspectivas de un futuro común.
Brillantemente construida, lo que sorprende de Lamb es su alambicada propuesta argumental, que va más allá de la mera pose formalista, ahondando en las posibilidades extraordinarias de una historia insólita.
Porque en esencia, la narración de Lamb, con sus eternos silencios y sus diálogos escuetos, encierra decenas de lecturas. Si atendemos a la historia germinal, la de un matrimonio sin descendencia que atraviesa una crisis, la película es un drama; si contemplamos la historia desde el punto de vista de la adopción, se trata de una película de fantasía y si, por el contrario, la analizamos desde la perspectiva del mundo animal, se trata de un thriller sobrenatural. Aunque en puridad en Lamb sucede de todo lo imaginable en una película (muertes violentas, panorámicas espectaculares, conflictos familiares, escenas sexuales, desnudos y violencia), Lamb no se puede adscribir a ningún género ni formato previo. Quizá en esta indeterminación aparente (y muy buscada) está la clave de Lamb.
Algunos se sorprenderán de que haya conseguido su extraordinario palmarés (que incluye el premio Un Certain Regard del Festival de Cannes o los premios a Mejor película y Mejor actriz en el Festival de Sitges), pero lo verdaderamente asombroso es que a alguien le sorprenda.
Pocas veces se tiene ocasión de ver una película de factura impecable y, al mismo tiempo, inclasificable. Véanla y también ustedes sucumbirán.
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