laprofecia

¿Qué harías si descubrieras que tu hijo de cinco años es la reencarnación del demonio y que debes acabar con él para que no termine con la humanidad? ¿Tendrías valor para matar a tu hijo o condenarías al mundo entero? Esta terrible disyuntiva es la que se le plantea a Gregory Peck en La profecía (1976, Richard Donner), donde, tras una serie de pesquisas casi policiales, descubre que su pequeño Damien es el anticristo. Una situación dura, sin lugar a dudas, pero más aún en el caso de Gregory Peck, ya que el actor sufrió pocos meses antes del rodaje de la cinta la pérdida real de su hijo Jonathan, fallecido en extrañas circunstancias. Así, podríamos afirmar que, en cierta manera, el tormento y sufrimiento de ese embajador enfrentado a la obligación de matar a su hijo provendría de lo más interno de Gregory Peck al recordar la tragedia personal que le había tocado vivir en sus propias carnes unos meses antes.El otro recuerdo que guardan los aficionados al cine de esta película es el pequeño Harvey Stephens, un actor desconocido por ese nombre pero al que todos recordamos si le llamamos Damien. Un niño de aspecto travieso, con una sonrisa que indica que no está tramando nada bueno, de ahí que la elección del casting no pudiera haber sido mejor para interpretar al anticristo. Tras presentar a los dos protagonistas de la película, debemos ir al principio del problema, una cuestión que arranca cuando un diplomático americano destinado en Italia ve cómo se le muere su hijo recién nacido. En vez de aceptar su pérdida, desesperado, acude a una organización religiosa para terminar adoptando a un niño cuya madre ha muerto esa misma noche. Una adopción realizada sin que lo sepa su esposa, que piensa que su bebé sigue vivo y es aquel al que está criando.

Tras ese hecho, la vida parece transcurrir con normalidad para Robert Thorn, su esposa y el pequeño Damien. Normalidad aparente hasta que, en el quinto cumpleaños del pequeño, su niñera se vuelve loca y termina por suicidarse colgándose desde lo alto del tejado de la casa. El hecho es interpretado como una enajenación de la joven, que pronto será sustituida por otra niñera demasiado dominadora pero que enseguida hace muy buenas migas con el niño.

Ese suicidio abrió la caja de los truenos y los hechos extraños se suceden. De repente, un cura enigmático contacta con el señor Thorn para decirle que conoce a la verdadera madre de su hijo. El embajador no quiere recordar aquel episodio y se altera más aún cuando el cura le sugiere que su mujer está en peligro, aunque no tome en serio la amenaza. La sorpresa vendrá después cuando sepa que ese sacerdote ha fallecido atravesado por un ariete caído desde lo alto de un campanario. En este momento de la historia surge la figura de un oportuno fotógrafo que empieza a descubrir cómo, en las fotografías que toma a las víctimas antes de su muerte, se ve algo más que su imagen, se ven también las amenazas que les esperan, como una especie de dimensión futura. En sus negativos pudo ver la soga que rodeaba el cuello de la joven niñera, vio ese ariete que se acercaba hacia el sacerdote y también vio un extraño objeto acercándose hacia su propia garganta, una situación que le lleva a implicarse en la historia y tratar de ayudar a Robert Thorn a descubrir la verdadera historia de Damien. Mientras tanto, el niño muestra síntomas cada vez más extraños, como el ataque de nervios que le da cuando llega a una iglesia para ir a una boda. Es cierto que a ningún niño le gusta ir a las bodas, pero de ahí a intentar arrancarle los pelos a su madre por llevarle a la iglesia… Otro fenómeno extraño es la relación de Damien con los animales: asusta a las jirafas de un safari y vuelve locos a sus mandriles pero, sin embargo, es capaz de dominar de manera pasmosa a un rottweiler de impresión. No en vano el anticristo es, en cierta manera, el señor de las bestias y éstos serían los seres a los que les resultaría más sencillo identificarle.

Esas dudas y sucesos extraños nunca llegaron a alterar realmente al embajador, pero cuando los hechos comienzan a afectar a su mujer, le predicen su embarazo y, posteriormente, Katherine cae sospechosamente desde el piso de arriba, Robert Thorn comienza a pensar cosas extrañas sobre su hijo. La señora Thorn, interpretada por Lee Remick, será el personaje que experimente físicamente de manera más clara el progresivo ascenso de Damien; un ascenso del anticristo que se traduce en toda una amplia gama de sufrimientos físicos para ella. Primero ligeras molestias y dolores de cabeza, luego una depresión, un embarazo del que quiere abortar, la caída por la barandilla… Toda una serie de sucesos que la van hundiendo y haciendo que cada vez experimente mayor miedo y rechazo hacia el que supuestamente era su hijo y al que terminará por aborrecer. Decidido a aclarar sus dudas de una vez por todas, Thorn se une con el fotógrafo, dando ambos una clase de periodismo de investigación, incluso mejor que las de Lidia Lozano, ya que ellos sí comprueban la veracidad de sus fuentes y no inventan las noticias… Así, persiguiendo la pista del verdadero origen de Damien recorren toda Italia: un monasterio arrasado por el fuego que ya ha desaparecido, un convento aislado en los montes y un viejo cementerio etrusco abandonado. Precisamente en este cementerio se da una de las escenas más escalofriantes de la cinta, cuando ambos se deciden a abrir la tumba de la que supuestamente era la madre del niño y descubren que lo que allí yace es el esqueleto de un lagarto gigantesco. A su lado, la tumba de un pequeño. Un niño pequeño que ha sido asesinado. El niño pequeño que era el verdadero hijo de los Thorn y que alguien asesinó para sustituirle por Damien. El asunto es ya muy peliagudo cuando los dos deciden marchar hacia Meggido en un último intento por acabar con el anticristo; un viaje en el que una nueva desgracia confirmará que hay algo maldito en esta historia, haciendo la duda más patente ¿Se atreverá Robert Thorn a matar a su hijo o dejará vivir al anticristo? Dicho de otra manera, ¿Matará al anticristo o dejara vivir a su hijo? ¿Cual de las dos opciones es la correcta? ¿Es realmente Damien el demonio? Lo único claro es que la cinta termina con un entierro, pero ¿quien será el que esté bajo tierra cuando termine la película?

Autor: Ángel Luis García

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