Título original: La grande bellezza.
Dirección: Paolo Sorrentino.
Países: Italia y Francia.
Año: 2013.
Duración: 142 min.
Género: Comedia dramática.
Reparto: Toni Servillo, Carlo Verdone, Sabrina Ferilli, Carlo Buccirosso, Iaia Forte, Pamela Villoresi. Guion: Paolo Sorrentino y Umberto Contarello.
Producción: Nicola Giuliano y Francesca Cima.
Música: Lele Marchitelli.
Fotografía: Luca Bigazzi. Montaje: Cristiano Travaglioli.
Diseño de producción: Stefania Cella.
Vestuario: Daniela Ciancio.
Distribuidora: Wanda Visión.
Estreno en Italia: 21 Mayo 2013.
Estreno en España: 5 Diciembre 2013.
Salvo los diez primeros minutos en los que se atisba que Sorrentino podría llegar a ser algo más que un destacado realizador de spots publicitarios, La grande bellezza no es más que un hábil refrito de personajes, situaciones y diálogos fellinianos, con una puesta en escena brillante que debe a la gran belleza de Roma el único motivo para no bostezar o abandonar el cine a la mitad de un metraje excesivo y de una historia coral que desde el comienzo del film nos repite, una y otra vez, un discurso simplista adornado de citas eruditas y movimientos de cámara epatantes para subrayar continuamente la vacuidad de un grupo de personas de la alta sociedad que pasan sus días de fiesta en fiesta, rodeados de la belleza de una de las ciudades más antiguas y hermosas del mundo. No obstante, existe otra lectura, quizá la más ortodoxa y laureda con premios tan emblemáticos como el Oscar de Hollywood, de que La grande bellezza es una magnífica película que rinde homenaje al gran Federico Fellini como fusión post-poderna de dos obras maestras indiscutibles como La dolce vita (1959) y Roma (1972).
El problema es que cualquier conocedor de las obras de referencia no puede dejar de comparar la propuesta de Sorrentino con los originales, percibiendo el resultado como una copia hábilmente redecorada y no como un homenaje puntual o una película con entidad propia que construye su propio discurso a partir del legado artístico de dos obras maestras. La historia del arte, y la del cine, están llenas de citas y de referencias a obras y artistas del pasado. Así se entienden las huellas del cine de Jean Cocteau en el Drácula de Coppola, la presencia de Shakespeare en la obra de Welles o Kurosawa, la influencia de Hitchcock en ciertas películas de Brian de Palma o Francois Truffaut o, en referencia al mundo felliniano, la inspirada obra de Emyr Kusturika.
Imagen de La gran belleza © 2013 Indigo Film, Babe Films, Pathé Production, France 2 Cinéma y Medusa Film. Todos los derechos reservados. |
Es precisamente Kusturika el ejemplo perfecto del autor que, sin renunciar a su universo personal, encuentra una profunda conexión temática y estética con Federico Fellini sin limitarse, como es el caso de Sorrentino, a calcar, a pesar de la sustitución y actualización de algunos elementos estéticos y dramatúrgicos con el apoyo de las nuevas tecnologías, todos los tópicos fellinianos: las mujeres voluptuosas, el clero decadente, el escritor de talento que se encuentra atrapado en un ambiente mundano, los personajes grotescos, los animales exóticos… De este modo, la aparición del majestuoso pavo real de Amarcord es sustituida en La grande bellezza por la escena de los flamencos en la terraza del ático, o el espectacular desfile de moda religiosa de Roma, por la secuencia del probador de ropa de luto y así, un largo etcétera de situaciones astutamente camufladas para hacer que el “plagio”, como diría un buen amigo mío, se convierta en “homenaje”.
Imagen de La gran belleza © 2013 Indigo Film, Babe Films, Pathé Production, France 2 Cinéma y Medusa Film. Todos los derechos reservados. |
Bertolucci hablaba de que todos los directores son, de alguna manera, “ladri di cinema”, en el sentido de que el cine está lleno de alusiones a películas que han marcado y marcarán siempre el universo y el estilo de los nuevos cineastas. Pero hay una línea difícil de delimitar donde la inspiración se vuelve estéril si se la compara con la obra o el autor al que se pretende rendir tributo.
En indudable que, sin la existencia de Fellini, La grande bellezza podría considerarse un película notable. Pero por desgracia, Fellini es mucho Fellini, si se le intenta copiar aún considerando a Sorrentino un buen artista. Así, La grande bellezza, a pesar del impecable diseño de producción y de la fuerza visual de algunos momentos, hace pensar en aquella frase emblemática de Pablo Picasso: “Los buenos artistas copian, los genios roban”.
Autor: Jorge Kaplan
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