La confianza es madre de las acciones grandiosas.
Friedrich Schiller
Queridos amigos de Todo Es Cine:
Un placer volver a estar con todos vosotros. En este mes del amor vamos a analizar una película que también nos habla de mucho amor. Se trata de Truman (2015, Cesc Gay).
La historia nos lleva a Canadá, donde conocemos a Tomás (Javier Cámara), quien sale de su casa para ir a ver a su amigo Julián (Ricardo Darín), que está enfermo en Madrid. Cuando Tomás aterriza en su destino, se convierte en un fantasma que llega a ser la sombra de Julián, el cual deja atónito a su amigo viendo cómo poco a poco, en esos cuatro días de visita, va dejando arreglada la vida de su otro hijo (palabras textuales) Truman, su perro. Durante esos días querrá buscarle una nueva casa, preguntando a su veterinario cómo puede afectarle emocionalmente su partida. Ve todas las opciones de adopción de su querido amigo Truman; Tomás le mira, no habla, se convierte en esa figura que solo es un fundido de cámara, todo queda para el protagonista, la historia la va escribiendo él. Julián va a ver a su oncólogo y le confiesa que no va a seguir con el tratamiento; ya hizo su efecto y quiere interrumpirlo aquí. No deja nada al azar, hasta su entierro, todo lo tiene pensado y hablado. Y Tomás sigue mirándole, alucinando en ese espectral argumento en que se ve metido, y aunque sus movimientos y gestos lo dicen todo, él procura no decir nada.
Ambos se van a ver al otro hijo de Julián, que vive en Ámsterdam, allí intenta pasar unas horas comiendo y conociendo a la amiga de su hijo. Todo parece perfecto. Y hasta aquí os puedo decir, lo demás es para vosotros.
Aunque parece una película más propia de otro momento, al estilo del Tenorio, no tiene nada que ver, en el sentido de que aquí la enfermedad y la muerte se tornan amables. Se tratan con una generosidad, una amabilidad y una paz que no agobian ni crean sentimientos extraños, sencillamente se ve una etapa más de nuestra vida, de la que nos negamos a hablar, y que aquí, bajo el estupor de Tomás, vamos comprendiendo. Él también entiende poco a poco y no hace preguntas, solo sonríe y acepta. Tomás se convierte en el público directo de la obra. Incluso se retrata cómo la vida se enfrenta a la muerte, Eros y Tánatos, los dos “amigos” freudianos que acuden en ayuda de las personas cuando estos se ven solo seres humanos. Con su mirada, Cámara trasmite al público sus emociones; tanto él como Darín están maravillosos.
La vida nos va dejando hijos, parejas, familia, como la propia película va enseñando; pero es muy importante también los amigos, esas personas que no comparten genética pero que también nos quieren y nos entienden. A veces es más fácil decirles a ellos las cosas, y abrir el corazón, ya que con la familia hay muchos lazos de emociones que te dejan muy triste, y no quieres hacer más dolorosa la partida. Pero el amigo está ahí dando apoyo moral, físico, monetario; te entiende incluso cuando se te escapa algún fluido corporal, como en la película, haciendo que las cosas parezcan más fáciles.
Por eso desde estas páginas un fuerte aplauso a una película que se llevó cinco Goyas y muy merecidos, pues en esta vida la confianza es madre de acciones grandiosas.
Con todo el cariño desde la Mecedora.
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