Título original: Elisa y Marcela. Dirección: Isabel Coixet. Guion: Isabel Coixet, Narciso de Gabriel. Año: 2019. País: España. Reparto: Natalia de Molina, Greta Fernández, Sara Casasnovas, Tamar Novas, María Pujalte, Francesc Orella, Lluís Homar, Jorge Suquet, Manolo Solo, Milo Taboada, Manuel Lourenzo, Elena Seijo, Luisa Merelas, Roberto Leal, Amparo Moreno, Tania Lamata, Covadonga Berdiñas. Música: Sofia Oriana Infante. Fotografía: Jennifer Cox. Producción: Rodar y Rodar, Netflix España, Lanube Películas, Zenit, TV3. Género: Drama. Estreno en España: 24 mayo 2019. Estreno en Netflix: 7 junio 2019. Duración: 124 minutos
Querer hasta donde no es posible querer; hacerlo a pesar de los convencionalismos y la reprobación de la sociedad. La nueva película de Isabel Coixet no es una narración, es un fragmento de vida, un palpitar, lo que sucede en ese lapso de tiempo que existe entre el ver y el sentir. Y Coixet lo hace como siempre lo ha hecho, dando todo de sí misma, con una historia repleta de ella. Difícil no rememorar su filmografía en cada fotograma de Elisa y Marcela.
La historia, preestenada el pasado mes de febrero en el Festival Internacional de Cine de Berlín, es tan universal como el mito de Eros y Tánatos, la pulsión de la vida contra la amenaza de la muerte. Elisa y Marcela son dos estudiantes gallegas; la primera (Natalia de Molina) vive con su tía en un centro religioso; la segunda (Greta Fernández), fue criada en un hospicio hasta los diez años, viviendo ahora en un hogar austero, dominado por un padre controlador (Francesc Orella) y una madre sometida (María Pujalte). Ambas han crecido sin amor, sin contacto, sin un ápice de ternura.
En los pasillos de su centro de estudios una y otra se conocen, Elisa más valerosa, Marcela más apocada, encontrando en su mutua compañía todo el afecto del que han sido privadas durante sus años de vida. Su relación se hace más íntima, la necesidad de contacto más urgente, y lo que se presume una bonita amistad pronto deriva en una profunda pasión. Ya no pueden vivir la una sin la otra.
Su amor es tan intenso que no cede a disimulos ni a afectaciones, se quieren y entienden que no hay nada malo en ello; pero la sociedad no piensa así, su presencia, ahora que se han convertido en maestras, resulta inquietante para la España de 1901, mucho más en el mundo rural en el que viven. La única solución factible es que una de ellas asuma la identidad de un hombre, para que así pueda contraer, de manera legal, matrimonio con la otra. Cuando todo el escándalo salga a la luz, será cuestión de tiempo que comience el hostigamiento y la persecución.
Conmovedora película escrita por Isabel Coixet y Narciso de Gabriel, en ella la candidez infantil pronto se transforma en ardor adolescente y, finalmente, en apostura adulta, todo un crisol de emociones que Coixet distribuye de manera pausada, casi inadvertida. Y es que, además, Elisa y Marcela compendia todos los rasgos autorales de la cineasta, sintetizados de forma única en una historia con la que es extraordinariamente sencillo empatizar. Quien conozca la obra de la directora, encontrará un sinfín de referencias intertextuales a su filmografía, especialmente a Nadie quiere la noche, A los que aman e incluso a Hablando de Rose. Prisionera de Hissène Habré.
Junto con su potente historia, la impecable fotografía de Jennifer Cox (que tanto recuerda a la de Ida de Pawel Pawlikowski), y el eficaz montaje de Bernat Aragonés (repitiendo con Coixet tras La librería) hacen de Elisa y Marcela una película de extremada belleza estética.
Y, cómo no, hablar de Elisa y Marcela es hacer referencia a un elenco de actores preciso y adecuado, con unas protagonistas excepcionales en dos de sus mejores interpretaciones. Entre el equipo, es de recibo destacar la labor de María Pujalte, contenida y llena de alma, y la de Manolo Solo, magnífico en su papel de gobernador portugués.
Una película plagada de emoción, de pasión, de lucha, de valentía, de hostilidad y de vida. Una película, en definitiva, repleta de cine, con lo mucho que nos anda faltando. Vayan a verla piensen lo que piensen; porque con Elisa y Marcela no se trata de pensar, sino de sentir.
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