Tras los primeros acordes de la composición de Joe Hisaishi, nadie puede sustraerse de la inesperada El verano de Kikujiro. Hay algo en la alegría en sus notas a piano, algo de iniciático, de mágico y de naïf que adhiere al espectador a una inesperada película, alejada de la filmografía de Takeshi Kitano y, sin embargo, profundamente autoral, definible y encuadrable dentro de su obra. Porque El verano de Kikujiro (1999) es poética a su manera, violenta a su manera, y resiliente también a su manera. Un niño, un antiguo miembro de la mafia japonesa y un largo verano para cambiar de vida. Con estos tres ingredientes Kitano es capaz de componer un atípico cuento sin moralina, no exento de crueldad, sinsabores y algún que otro acercamiento a la realidad más cruda.
Imagen de El verano de Kikujiro © 1999, una producción de Bandai Visual Company, Nippon Herald Films, Office Kitano y Tokyo FM Broadcasting Co. Distribuida en España por Manga Films. Todos los derechos reservados.
Masao (Yusuke Sekiguchi) tiene seis años y todo un verano para sucumbir ante el tedio. Vive con su abuela porque su madre reside lejos; hace años que emigró a otra ciudad y periódicamente envía dinero a su familia para que siga adelante. Su abuela también trabaja, y además mucho, tanto que Masao se cría en la más absoluta soledad, hasta que un día decide ir en busca de su madre. Pero no lo hace solo, Kikujiro (Kitano) marido de una vecina y ex miembro de la jakuza, se ofrece para acompañarlo en su largo viaje hasta su madre. Pero como toda road-movie que se precie, el destino es solo la justificación para aprender a vivir según las lecciones que te enseña el propio camino. Porque esta película está motivada por una madre, pero en realidad se encuentra a un padre; su objetivo es llegar, pero la trama es el recorrido; y está protagonizada por un ex asesino que es capaz de conmover con sus reacciones torpes y pueriles, ante la inmensidad de un mundo de emociones en el que es más limitado que el propio niño.
Imagen de El verano de Kikujiro © 1999, una producción de Bandai Visual Company, Nippon Herald Films, Office Kitano y Tokyo FM Broadcasting Co. Distribuida en España por Manga Films. Todos los derechos reservados.
Por eso no es el viaje de Masao, sino el viaje de Kikujiro, el de un antiguo miembro del crimen organizado japonés, el de un asesino con sus triunfos tatuados en un cuerpo ahora lentecido. Picaresca, hambre y todo tipo de padecimientos deberán enfrentar un niño y un adulto perdidos en un Japón de cielos blancos, de plantaciones inmensas y de personajes legendarios. De manera pausada, casi inanimada, estos dos personajes tendrán que conocerse y tomarse cariño, tarea complicada sabiendo que no tienen pasado común ni tampoco futuro juntos. Dos desconocidos reunidos en la carretera sin nada más que sueños y tiempo.
Imagen de El verano de Kikujiro © 1999, una producción de Bandai Visual Company, Nippon Herald Films, Office Kitano y Tokyo FM Broadcasting Co. Distribuida en España por Manga Films. Todos los derechos reservados.
La fotografía limpia de Katsumi Yanagishima, sin engolamientos ni tampoco florituras, se complementa con la cristalina banda sonora, repleta de la fantasía y la pureza formal de las que también disfrutamos en la trayectoria de Joe Hisaishi con el Estudio Ghibli de Hayao Miyazaki.
Una película del todo insospechada, de profundidad sin katanas, repleta de humor sin desmesura y sazonada con un toque lírico que, sin proponérselo, seduce al que quiere emprender este viaje con Kikujiro. Todo un descubrimiento que hace disfrutar del camino que lleva a la meta final.
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