Dirección: Manuel Carballo.
Países: España y México.
Año: 2007.
Duración: 102 min.
Género: Thriller.
Interpretación: Diego Martín (Teo), Ana Claudia Talancón (Míriam), Antonio Dechent (inspector Montero), Federico Luppi (Hombre del Puzzle), Raúl Méndez (agente Ramírez), Goya Toledo
Guión: Manuel Carballo y Manu Díez.
Producción: Sandra Fernández, Tedy Villalba, Billy Rovzar y Fernando Rovzar.
Música: Zacarías M. de la Riva.
Fotografía: Javier Salmones.
Montaje: Xavier Carrasco.
Dirección artística: Patrick Pasquieur.
Vestuario: Jaime Ortiz.
Estreno en España: 29 Febrero 2008
Que un director consagrado presente una película de calidad no resulta una sorpresa en ningún caso. Que un director novel presente una ópera prima con ritmo, casting y guión redondos resulta, como mínimo, una hazaña digna de elogio. No es que Manuel Carballo sea un profano en la materia –sobrada es su experiencia como técnico, director de cortometrajes y de vídeo clips-, pero lo cierto es que, de un terreno virgen como el de la dirección de largos, ha salido Carballo más que airoso. El último justo es una película entretenida, con ritmo vertiginoso y buenos diálogos, cuyo desenlace no adolece del pecado capital del cine español de hoy en día, esa suerte de impaciencia narrativa que insta al realizador a que se presente el final con la mayor de las urgencias. Basada en el mito de los treinta y seis justos, el filme narra la historia de Teo –Diego Martín, con un buscado nombre mesiánico-, un fotógrafo de guerra acostumbrado a mantener las distancias con la realidad y quien, sin comerlo ni beberlo, se ve involucrado en una espiral cabalística que le sitúa, ni más ni menos, como el último hombre justo de la tierra, el cual ha de ser sacrificado en aras de salvar a la humanidad. Incrédulo y atemorizado, Teo intentará por todos los medios zafarse de su destino fatal, ayudándose de Míriam -Ana Claudia Talancón-, una bella mexicana, tan enigmática como atractiva para el protagonista, que hará de improvisada compañera en este viaje a los infiernos. Con una fotografía cuidada a cargo de Javier Salmones y una ambientación que linda con el thriller noir hollywoodiense y la sensualidad y excesos tropicales, El último justo es una muestra de ese cine tan en boga que versa sobre temática esotérica, que tantos éxitos cosechan en las salas de todo el mundo. Más cercana a El péndulo de Foucault que al redicho Código da Vinci, el viaje iniciático de este elegido para la tragedia consigue transportar al espectador a un universo grotesco y acechante en el que uno ha de ser salvado incluso de sí mismo. Atención a un secundario de lujo, si es que se puede osar a denominar secundario a Federico Luppi, un sello de indiscutible calidad para una cinta principiante. En definitiva, es El último justo una película inteligente con notables cualidades. Muy recomendable.
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