Lo que vemos y oímos depende mucho
de dónde estemos y también de la clase de persona que seamos.
C. Lewis
Queridos amigos de Todo es cine:
Un placer el volver a estar con todos vosotros. Como ahora y por lo menos en esta parte del mundo, hace mucho calor, vamos a intentar hablar de cosas que podamos leer y analizar con tranquilidad, sin prisas, ya que el calor ayuda a estar en este estado de relajación. Bueno, si os parece bien hoy vamos a hablar de dos películas que cuando vi una de ellas, enseguida y sin poder evitarlo me recordó a la segunda. Se trata de Yo confieso (1953, Alfred Hitchcock), y la francesa El albergue rojo (2007, remake de L’Auberge Rouge, de 1951), de Gérard Krawczyk. Fue El albergue rojo la que me dio pie, aunque sea una comedia, a recordar la magnífica obra de Hitchcock. Comencemos por ésta última.
Imagen de Yo confieso. Derechos reservados a Warner Bros.
Yo confieso, basada en la novela de Paul Anthelme, se trata de la historia de un sacerdote, el padre Logan (Montgomery Clifft). Clifft interpreta como nadie ese papel, con sus matices desolados y de persona trágica y sufriente. Logan tiene en su parroquia a un matrimonio que desempeña las faenas de la casa y de la Iglesia. Una noche el marido, Otto (O. E. Hasse), le confiesa que ha matado a un hombre. Pero esto no acaba aquí. En el padre Logan urge la idea de la conciencia, entre lo que debe hacer como ciudadano y lo que no debe decir como religioso.
La situación se va complicando y es sobre el padre Logan donde recaen todas las culpas, ahora es él quien tiene todas las de pagar por ese crimen. No os cuento el final pues de verdad que a quien le guste el cine de suspense, esta es una de sus películas.
La otra película es El albergue rojo. Se trata de unos viajeros a finales del siglo XIX, que tienen que parar en una posada. Allí están sucediendo extraños acontecimientos. Sus propietarios y su hijo adoptivo se dedican a robar las joyas de sus clientes, y luego a matarlos. Por la noche, después de cenar, todos los huéspedes que están allí alojados, entre ellos el padre Carnus (Gérard Jugnot), embriagados de vino y alguna cosa más, se disponen a ir a sus aposentos. Pero el padre Carnus es abordado por la señora Rose que quiere despojarse de sus pecados, aunque sin mucho arrepentimiento.
Imagen de «El Albergue Rojo» – Copyright © 2007 Films Christian Fechner, TF1 Films Production y Fechner Productions. Fotos por Jean Marie Leroy. Distribuida en España por Filmax. Todos los derechos reservados.
La cuestión es que ahora, y en plena comedia, vemos el mismo argumento: cómo el padre Carnus puede ingeniárselas para decirles a todos sus compañeros de viaje el final que les espera, final en el que incluso él mismo está involucrado. Esta situación genera una película que, por lo menos, os hará pasar una tarde de enredo. Bueno, bajo estos auspicios poco se puede decir, solamente que es una situación que llevada al límite pone de manifiesto algo que existe en nuestra sociedad, su resolución dependerá de las personas, pues son ellas y no nadie, con sus propias personalidades, quienes ponen el principio y fin.
Nosotros desde estas páginas sólo podemos deciros que nos gusta el cine, y que aquí os entregamos otra muestra más para todos los gustos.
Con todo el cariño, feliz verano desde la Mecedora
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