est_puente de_cartelPelícula: El puente de los espías.
Título original: Bridge of spies.
Dirección: Steven Spielberg.
País: USA. Año: 2015.
Género: Thriller.
Reparto: Tom Hanks (James Donovan).
Guion: Matt Charman, Ethan Coen y Joel Coen.
Producción: Kristie Macosko Krieger, Marc Platt y Steven Spielberg.
Música: Thomas Newman.
Fotografía: Janusz Kaminski.
Estreno en España: 4 Diciembre 2015.

Es en un rodaje en Berlín, donde tras la atenta mirada del poder de Europa en la presencia de Angela Merkel, el director Steven Spielberg y su actor fetiche Tom Hanks construyen -sobre el plano picado de un puente helado- una historia desgarradora de los seres humanos: los hombres prisioneros presa del intercambio, de la voluntad de los mandatarios y todo, bajo la luz cenital de los focos que desvirtúan los rostros y las ametralladoras que apuntan al alma. En una Guerra Fría dibujada bajo el texto de Matt Charman y los hermanos Coen, la pincelada del director de fotografía Janusz Kaminsky pinta a los personajes deambulando entre la justicia escondida en la amarga existencia de los ciudadanos asesinados al intentar escapar del muro, contemplados desde un vagón de tren que corre su trayecto paralelo a la muralla de la vergüenza. Siguiendo la estela de Leo Mankiewicz en su Operación Cicerón del año 1952, el punto de encuentro de los espías es una excusa narrativa para elaborar un ensayo sobre la dignidad humana del hombre desde el temor y la dura adversidad diseñada en la arquitectura clásica del histórico puente de Glienicke.

Imagen de “El puente de los espías (Bridge of spies)” © 2015 DreamWorks Pictures y Fox 2000. Todos los derechos reservados.

Imagen de “El puente de los espías (Bridge of spies)” © 2015 DreamWorks Pictures y Fox 2000. Todos los derechos reservados.

Donovan (Tom Hanks), es el abogado fiel a sus principios que -en el guión muy acertado de Charman- evoca el respeto por todos los seres humanos libres de condición social o política (un Charman que se muestra audaz en comparación con su débil adaptación de Suite Francesa). Y es atrevido por el relato que hace de la debilidad humana entre el querer y poder, y entre un concepto que Douglas Sirk ya tradujo con mayúsculas en el cine de los años cincuenta en su Imitación a la vida (1959). Y es que esa primera puesta en escena langniana de Mark Rylance en su interpretación de Rudolf Abel, imita a la existencia reflejada en un espejo, con mirada confusa que no acierta a reconocer sus rasgos sobre la pintura de su autorretrato, y que al final es un regalo entregado al único hombre que ha sido fiel a sus convicciones y que le defiende arriesgando la tranquilidad de su propia familia sufriendo el miedo y el acoso. Un guiño Hitchcockniano al intenso dolor de Yo confieso (1952) en la figura del padre Logan (Montgomery Clift) –porque Hitch era uno de los directores que mejor sabía hablarnos de la justicia del miedo-.

Imagen de “El puente de los espías (Bridge of spies)” © 2015 DreamWorks Pictures y Fox 2000. Todos los derechos reservados.

Imagen de “El puente de los espías (Bridge of spies)” © 2015 DreamWorks Pictures y Fox 2000. Todos los derechos reservados.

Cuando Charman elabora sus líneas, Spielberg encuentra en ellas el recuerdo de un pasado, como si de una novela de Proust se tratara y su memoria subjetiva juega el resto. Con una cámara rápida en el movimiento de masas, la niebla, la cadencia de los diálogos –medidos y con el tiempo justo para ser impresos en el corazón del espectador- el director rememora vivencias de su propio padre en Berlín y el sueño de una idea que para el director norteamericano es su libro de bitácora: la libertad del hombre. Cuanto hay en la cinta del Spielberg de La Lista de Schindler, la lucha por la dignidad en esa cámara pausada que frena las actuaciones sobrevaloradas de los intérpretes en pos de la objetividad, en la puesta en escena del juicio –de corte clásico de Wilder en Testigo de Cargo– y en ese concepto romántico de un hombre de espaldas al espectador, recortado por la luz de la noche imaginada en el lirismo de un arco que enmarca a unos personajes desgastados por la espera de la paradójica esperanza: “si me abrazan todo va bien; si me sientan en el asiento de atrás del coche todo va mal”, dice Rudolf Abel a Donovan.

Imagen de “El puente de los espías (Bridge of spies)” © 2015 DreamWorks Pictures y Fox 2000. Todos los derechos reservados.

Imagen de “El puente de los espías (Bridge of spies)” © 2015 DreamWorks Pictures y Fox 2000. Todos los derechos reservados.

Spielberg reduce la cinta de largo metraje a una sola idea: la integridad. Spielberg en estado puro, clasicista, que cuenta con la colaboración de un equipo mimético en la tradición clásica de la luz, del encuadre, de la puesta en escena y del modelo interpretativo intenso e interior, quizás muy similar al del Actor Studio de New York en su etapa mítica a finales de los cuarenta y cincuenta. Existe un equilibrio fílmico entre la moral del texto y la ética de la forma en la película. Esa apreciación clásica -que algunos críticos han mostrado sobre este último trabajo de Spielberg- está fundada en su inaudito realismo a la hora de abordar los sentimientos del guión, alcanzando altas cotas de intención emocional –claro que ahí están los efectivos Hanks y Rylance- tipos bien definidos para que el público descubra la belleza de los mismos en el milagro de la dignidad, con una estética de luces reforzadoras que pueden parecer el mismo sol, como si de un cuadro de Turner se tratara. A estas alturas bien podríamos afirmar que el cine de Spielberg entra dentro de los grandes poemas cinematográficos donde sus temas son nítidos en su argumentación, el espacio es una construcción épica de una existencia –como este Puente de los Espías– y sus imágenes se diseñan desde un montaje previo, casi litúrgico con la magia del primer plano que introduce al espectador en el centro de la historia. Sea cual sea el punto de vista, o los distintos planteamientos del film, como mar de fondo prevalece este estilo eterno de Wyler, de Capra, de Sturges, de Huston, de Hawks, y por su puesto de los mencionados anteriormente y el ausente en la sombra de la emoción de cualquier hombre que lucha frente al mundo: Ford.

Imagen de “El puente de los espías (Bridge of spies)” © 2015 DreamWorks Pictures y Fox 2000. Todos los derechos reservados.

Imagen de “El puente de los espías (Bridge of spies)” © 2015 DreamWorks Pictures y Fox 2000. Todos los derechos reservados.

Los versos de estos largos diálogos tras una mesa, en una sala de justicia o en un vagón de tren, tienen la misma traducción para el espectador, porque todo es el final de la cinta, desde el principio, todo es circular y ellos –los actores y los espectadores- se pierden en la misma Odisea, con el hielo de un lugar que pudiera ser la alegoría de nuestra manera de encarar la responsabilidad ante el dolor del mundo, sobre las aguas de un río. El autor ha elevado las posibilidades líricas del cine a las cotas más altas. Un ejemplo para las nuevas generaciones de realizadores. Gracias Steven por uno de los momentos mágicos para nuestra emotividad: ese silencio destrozado por las balas, con un padre agachado en un pasillo queriendo proteger a sus hijos. En esa enorme metáfora Spielberg arrastra la dignidad del hombre ante el miedo pero no suprime la voluntad de seguir hacia adelante. El contenido y la estructura van de la mano al unísono engendrando un poema lírico, a la manera de Sirk en Tiempo de amar, Tiempo de morir, a la dedicatoria de todos los hombres que se han visto en el difícil momento de someterse a la justicia del miedo.

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