Dirección: Álex De la Iglesia
Guión: Álex de la Iglesia y Jorge Guerricaechevarria
País: España
Año: 2017
Duración: 98 min.
Reparto: Mario Casas (Nacho), Blanca Suárez (Elena), Carmen Machi (Trini), Secun de la Rosa (Sátur), Terele Pávez (Ampáro), Joaquín Climent (Andrés), Jaime Ordóñez (Israel), Alejandro Awada (Sergio), Jordi Aguilar (barrendero), Diego Braguinsky.
Producción: Álex De la Iglesia, Kiko Martínez, Carolina Bang, Mercedes Gamero y Mikel Lejarz
Montaje: Domingo González
Fotografía: Ángel Amorós
Música: Carlos Riera y Joan Valent
Estreno en España: 24 de marzo de 2017.
Cambiar de tercio sin perder la esencia. Este es el mantra que Álex de la Iglesia debió tatuarse a los pies de la cámara antes de iniciar El bar, sin duda la película más completa e impactante de cuantas ha rodado. Deudora de El ángel exterminador de Buñuel, su tensión remite a Sospecha de Hitchcock, aderezada con la claustrofobia de El coloso en llamas y el estado de sitio de [REC]. Todo ello macerado con El día de la bestia y rematado con altas dosis de destreza cinematográfica. El resultado no podía ser otro que una cinta estremecedora e impecable, sin un ápice de cardiosalubridad.
El plano secuencia que abre la narración es la mejor declaración de intenciones de la película: todo está interconectado. En sus minutos iniciales ya se nos presenta a cada uno de los personajes: sus vicios, sus bondades, sus muchas manías. Aledaños de la Gran Vía, primera hora de la mañana. En un bar se concentra lo más variopinto de la ciudad, desde jóvenes distantes (Blanca Suárez), a hipsters (Mario Casas), pasando por ludópatas (Carmen Machi), mendicantes apocalípticos (Jaime Ordóñez), camareros bondadosos (Secun de la Rosa), ex policías intransigentes (Joaquín Climent) y ejecutivos erotómanos (Alejandro Awada), presididos por la omnipotente dueña del local (Terele Pávez).
Es en el interior de ese bar, de ambiente cargado y decadente, donde se despliegan las particulares fobias de cada uno, bien a la enfermedad, a la marginación, a la mendicidad, a la muerte, a la perturbación mental e incluso a la mugre a secas. De repente, un tiro a bocajarro atraviesa a un viandante. Un francotirador acecha. Moribunda, la víctima se estremece en el suelo. Un cliente le auxilia, otro tiro, otro muerto. Aterrorizados por una amenaza que no divisan ni controlan, las ocho personas que quedan en el bar permanecen aisladas. No pueden salir, nadie viene a rescatarlos. Sin cobertura ni batería, sin paciencia ni certeza alguna, estos ocho personajes tendrán que reinterpretar la realidad, para dar con la clave de por qué están allí y cómo pueden deshacer su propio entuerto.
Con imprescindibles como Jorge Guerricaechevarría en el co-guion, Ángel Amorós en la fotografía, Sergio Bürmann en el sonido y Domingo González en el trepidante montaje, lo que sin embargo da el característico toque de De la Iglesia a El bar, amén de una pulsión sádica bien encauzada, es su portentoso elenco. Y digo portentoso porque, lo que hacen estos ocho intérpretes es punto menos que heroico. Pareciera que, en lugar de interpretar, se encarnaran en sus propios personajes, quienes laten desaforadamente en su interior. Así lo hemos visto a lo largo de su filmografía con habituales de la casa como la inmensa Terele Pávez, el espléndido Mario Casas o Jaime Ordóñez, este último de una brillantez extraordinaria, capaz de transfiguraciones colosales más allá de la pura actuación. Qué decir tiene que Carmen Machi es y está portentosa siempre, o que la interpretación de Blanca Suárez y de Secun de la Rosa resulta de un realismo espectacular, al igual que las de Joaquín Climent y Alejandro Awada.
Sin duda el ritmo sostenido in crescendo es uno de los grandes aciertos de El bar, una película que encoge el corazón, pero ofrece una experiencia que va más allá del mero entretenimiento. Su calidad actoral intachable, y la depuración técnica de toda la cinta acaban rindiendo al espectador, entregado ya a la hazaña sucia, rocambolesca y genial a la que Álex de la Iglesia le somete. Cardíacos y fóbicos absténganse de esta película, es de un placer brutal.
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