Con el Festival de Cine de San Sebastián en ciernes era inevitable no rememorar alguna de las obras que por él han pasado llevándose tanto reconocimiento como alegrías. Una de ellas fue la realizada en 1967 por Stanley Donen Dos en la carretera y protagonizada por el icono de la elegancia Audrey Hepburn y su colega Albert Finney. Una película de argumento sencillo contada de una forma tan diferente como para llevarse la Concha de Oro. La obra es una road movie en la que, de forma no lineal, con flash-backs de un pasado expuesto no consecutivamente, nos es narrada la historia de amor y desamor de un matrimonio.
La inicial pasión de una pareja que parece que jamás se consumirá, y que no obstante, el tiempo y los contratiempos de la vida terminan por modificar y erosionar la relación de pareja. Una relación relatada mediante pequeñas aventuras que viven durante los diversos viajes que realizan a Francia. Pese a que el género en el que se enmarca, road movie, se caracteriza por presentarse con unos personajes desarraigados de la sociedad, unos outsiders, en este caso no, son viajeros bien acomodados, ya sea en la versión de jóvenes estudiantes viajando en plan mochilero, como en su evolución hacia un matrimonio acomodado en viaje de negocios.
La ya mencionada narración resulta poco habitual en el cine. La aparición de ciertos objetos en el presente o en un pasado recordado, evocan en los protagonistas otro momento o situación vivida. Generalmente, los diversos coches o vehículos utilizados por la pareja durante su relación en el viaje, rememoran otra acción pasada, un flash-back introducido de una forma peculiar. Se evita el uso de la cortinilla o del fundido que tan habitualmente conduce al espectador al pasado de la historia que está visualizando.
Es una encadenación de acciones en el presente-pasado concatenadas por medio del objeto que provoca el recuerdo. Una forma inteligente y nada habitual de rememoración. Los recuerdos carecen de un orden concreto, saltando de un pasado más lejano a uno más reciente o viceversa sin un aparente orden, sin embargo, no resulta ininteligible o irreal, pues en realidad sucede como en una conversación entre dos personas que evocan hechos y situaciones vividas, y cuya discusión conduce de un recuerdo a otro en un diálogo que gira y da vueltas.
Pese a la sencillez argumental, este tipo de narración no lineal logra que el espectador de una, en apariencia, comedia ligera no pueda perder la atención de la historia. Cerrando como un círculo, la perdida de un pasaporte inicia y concluye el viaje.
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