Mi parte divina saluda a la parte divina
que habita en ti.

Namasté (saludo nepalí)

Os voy a hablar de una película que ha estado hace tiempo en cartelera, pero que si la vuelves a ver, te das cuenta de pequeños detalles sobre los que, con vuestro permiso, podemos reflexionar. El film es de ciencia ficción, la historia de un militar en silla de ruedas que, pudiendo meterse en la piel de su avatar, consigue correr, amar, volar. En esta seducción de vivir cuando duerme, entra en una historia de poder, el poder quitar a una tribu su naturaleza, su historia, su vida, que aunque parezca todo surrealista o de otro mundo, está más en este mundo que ninguna otra historia.

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Imagen de “Avatar” – Copyright © 2009 20th Century Fox, Giant Studios y Lightstorm Entertainment. Distribuida en España por Hispano Foxfilm. Todos los derechos reservados.

Los omaticaya son una tribu al estilo de las que salían en las que podemos llamar películas de “indios” de toda la vida; salvo que éstos no son los típicos que cortan cabelleras, sino que por medio de ellas precisamente, pueden transmitir sus emociones, a través de una especie de sinapsis, parecida a las dendritas, y en esta comunicación obtienen la información de todos los sentimientos ajenos, incluso de los árboles, de los animales. Sin llegar a pretender que todo esto sea trascendental, la historia de Avatar es pura realidad: el árbol está “constituido” de ADN, al igual que los animales, como nosotros; todos pertenecemos a la madre naturaleza, ella es tan especial que hace que en la tierra nazcan el cincuenta por ciento de niños y el cincuenta por ciento de niñas. Es ella la que puede medirse con la campana de Gauss (1777-1855). Incluso es ella quien regula nuestra altura. Las investigaciones de Francis Galton (1822-1911), quien estudió la dependencia entre la altura de los hijos y de sus progenitores, nos descubren un efecto que denominó “regresión a la media”, y que afirma que los padres altos tienen en general hijos asimismo altos, aunque en promedio menores en altura que sus padres; así como, por el contrario, los progenitores bajos tienen hijos bajos, si bien en promedio algo más altos que sus padres. Galton comprobó que los sujetos situados a los extremos de la distribución se aproximan en promedio más a la media que sus padres. Y esto sucede en todos los seres vivos.

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Imagen de “Avatar” – Copyright © 2009 20th Century Fox, Giant Studios y Lightstorm Entertainment. Distribuida en España por Hispano Foxfilm. Todos los derechos reservados.

Por lo tanto, la naturaleza es algo poderoso que se puede medir matemáticamente, que es ciencia también. Podemos ponernos trascendentes y hablar en términos de “comunión”, o bien comentarlo científicamente, y hablar de “conexión como neuronas” con nuestra parte de vida, que está unida a la vida de nuestra tierra y de todos los que la habitamos. En Avatar, los omaticaya entendían que se conectaban al mundo, y nosotros debemos aprender a desconectarnos más de las cosas artificiales, y empezar a escuchar más a nuestra naturaleza, la física, la química, lo que forma parte de esta metafísica que de una manera u otra hace que hoy podamos vivir, y conectarnos, y poder reflexionar. Debemos aprender a amar las cosas bellas que nos rodean, y que a las necesitamos, pues son fuente de vida.

Por eso, y porque empezamos un nuevo mes y año, pensemos más en la grandeza de nuestro ser. Mi parte divina saluda a la parte divina que habita en ti. Y para que podáis deleitaros y entrar en ese estado, os recomiendo que escuchéis la canción de Sacred Spirit, “Dawa”

Feliz mes de enero. Desde la mecedora.

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