Señoras, caballeros, el otoño ha hecho su aparición. Y es que ésta, manifiestamente, es una de las mejores estaciones del año, a pesar de que la permutación climática haga briosos esfuerzos por demostrar que el verano no entiende de fronteras, y que la caída de la hoja bien puede compatibilizarse con un buen refresco a pie de playa. Eventualidades de la nueva era.
”Manhattan” © 1977 Rollins-Joffe Productions. Distribuida en España por MGM Home Entertainment. Todos los derechos reservados.
No sé a ustedes, pero a mí el otoño me trae remembranzas de jazz, de cielos grisáceos y de anocheceres rojizos; de griteríos infantiles a la puerta de un colegio, de librerías entrañables protegidas de la oportuna lluvia que salpica las pantallas de paraguas infinitos. El otoño es un cine nocturno, privado del frío errante de las húmedas calles.
Suelo mantener mis secretos como tales, sin revelar un ápice de sus interioridades (las mías), ante ningún conocido que no sea yo misma, y esto sólo cuando no soy yo la verdadera extraña que desconoce sus recodos –que también puede suceder, no se crean-; pero hoy haré una excepción, amparada en este impensado enamoramiento que me produce por fin, la anhelada llegada del otoño. Reverencio una canción que, de no haber sido concebida, hubiera tenido yo que inventar con jirones de mi propia alma, Autumn in New York, magistral pieza de Vernon Duke que adquiere una significación especial cuando es interpretada por Ella Fitzgerald y Louis Amstrong. Patentado remedio contra el cansancio crepuscular, escucho muy a menudo su melodía para recordarme a mí misma lo profundo de la existencia humana, en un momento de comunión sólo equiparable al reconforto que me producen las conversaciones noctámbulas de Woody Allen y Diane Keaton en Manhattan.
”Manhattan” © 1977 Rollins-Joffe Productions. Distribuida en España por MGM Home Entertainment. Todos los derechos reservados.
Lástima que, como de costumbre, todas las rosas tengan espinas, y que en esta ocasión la muerte de Patrick Swayze haya empañado los cristales de nuestra memoria cinematográfica. Esto no es un adiós, como catervas de informadores sensacionalistas han querido recalcar. Ya mencioné el mes pasado que toda vida tiene un ciclo, al igual que cualquier lapso, con su primavera, su verano, su otoño y su invierno; la desesperanza surge porque vivimos en una sociedad que ha olvidado su caducidad y, en ese sueño inmortal de perpetuidad, nos engañamos hasta que la realidad nos azota con su contundencia. La culpa es nuestra por vivir alojados en la estulticia, y no lo es de la vida, que no hace sino lo que debe. No voy a negar la evidencia, Patrick Swayze siempre será uno de los hombres más bellos que ha dado el séptimo arte y a él enviamos la mayor de las gratitudes por los grandes momentos de baile, de sueño y de dulzura que dieron a otras épocas su brillo y su esplendor. Que sea usted muy feliz, señor Swayze, esté donde esté.
Pero no se crean que la del protagonista de Ghost es la única noticia cinematográfica actual. También este otoño nace coetáneo a la detención de Roman Polanski a su paso por Suiza; quién iba a decirle al gran realizador polaco que, tras la máscara de un premio, iba implícito el cumplimiento de un deber para con la justicia contraído hace más de treinta años. Un muy cinematográfico final para una huida o road-movie, entregada al celuloide.
Pero abandonemos las páginas de sucesos de la actualidad del cinema, ya hemos dicho que el periodo estival ha tocado su fin y por fortuna tenemos tres meses de exoneración hasta la llegada del invierno. Por ello, regresemos pues al frío, al cine y al júbilo que produce descubrir que estamos vivos y que todo está por hacer. Empieza un nuevo curso, así que no se dejen llevar por la languidez de los versos tristes de Recuerdo infantil que cantaba Antonio Machado a las aburridas horas de escuela. Que la lluvia tras los cristales nos llene de voluntad y no de monotonía; que las hojas en el suelo sirvan para dar forma a los más variados caleidoscopios de vivencias, y que las confortables salas nos recuerden que todavía, el cine es y será siempre uno de los mejores lugares para pasar nuestro tiempo.
Señoras, caballeros, ¡por fin es otoño! Y es que, ya lo decía la excelsa Fitzgerald, “is good to live it again”…
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