Título original: Amy.
Dirección: Asif Kapadia.
País: Reino Unido.
Año: 2015
Duración: 128 min.
Género: Documental, biografía.
Reparto: Amy Winehouse, Mitch Winehouse, Mark Ronson.
Producción: Universal Music, Playmaker Films, Krishwerkz Entertainment.
Música: Antonio Pinto, Amy Winehouse.
Fotografía: Matt Curtis.
Montaje: Chris King.
Distribuida por: Vértigo Films.
Estreno en España: 17 Julio 2015.
Después de cuatro años desde su muerte, por fin llega a las carteleras Amy, del director Asif Kapadia; una película que sobrepasa el género documental en un emocionado homenaje a la artista. De manera cronológica se revisa la meteórica carrera de la cantante, desde sus primeros éxitos en bares de jazz, hasta su declive personal y profesional. La película se apoya en grabaciones privadas de la familia y amigos, para ir desgranando cómo era Amy más allá del moño que desafiaba la gravedad. Sus más allegados se someten a entrevistas, cuyo audio sirve de hilo conductor para intentar explicar todo lo que no pudieron grabar las cámaras, pero que inevitablemente hizo que Ms. Winehouse se convirtiera en una diva de la música moderna.
Kapadia retoma la batuta para dirigir una biografía, después de la aclamada Senna (2010), en la que relataba la vida del piloto brasileño Ayrton Senna, con un toque dramático que más que reflejar lo que el afamado automovilista vivió, directamente introduce al espectador en su trama vital. Con Amy vuelve a conseguir esa conexión emocional, contando con testimonios de gente muy cercana a la artista, pero simplemente dejando que sean narradores sin aparecer en pantalla, y sobre todo, exprimiendo ese lado no reflejado en los medios de la decadencia de Winehouse. La joven Amy, fuerte, desafiante y poco dada al protocolo, fue hundiéndose cada vez un poco más en todos aquellos obstáculos que iban interponiéndose en su vida. Sus relaciones sentimentales le pasaban una factura que acabó por ser una carga demasiado pesada. Debajo de ese eyeliner imposible, sus ojos verdes parecían ir viendo un futuro cada vez más cercano e inevitable.
La cinta no viene exenta de polémica, y es que los padres de la estrella han puesto el grito en el cielo por la imagen que de ellos se da a lo largo de las dos horas. Algo que suena más que estúpido, cuando en varios momentos de la película su padre no duda en mercantilizar la desgracia de su hija hasta puntos insospechados – véase cómo aparece con un grupo de televisión grabando el descanso que Amy intentó tomarse en Santa Lucía – o cómo su madre se define como incapaz de controlarla desde que era pequeña, añadiendo que no consideró una conducta demasiada nociva que su hija se sometiera desde adolescente a una dieta de atracones y purgas. A pesar de todo, Amy contaba en su vida con personas que realmente querían que brillara como una estrella, libre de cualquier atadura, ya fuera un novio posesivo o las adicciones que aquejaba, son esas amigas que te hacen emocionarte cuando revelan que en una ocasión llegaron incluso a esconder su pasaporte y así intentar evitar cualquier mal mayor en uno de sus frecuentes viajes. Mucho se ha escrito de los excesos de Amy Winehouse. Eran decenas los paparazzi que la esperaban a cada salida de los pubes para inmortalizar esa imagen cada vez más decrépita de la que pudo haber sido reina del jazz. Y en esa oleada de consumo informativo fácil caímos todos los que asociábamos a Amy con una buena juerga, quedándonos en la entrada de un problema oscuro y profundo. Amy tardó demasiado en abandonarnos. No podemos decir que no se merecía ese final, lo que no se merecía realmente fue esa vida. Pese a ello, dentro de la tragedia macabra, aún a pesar de todo esa fatalidad que ocupaba su vida, fue capaz de regalarnos un arte absolutamente conmovedor. Satirizaba su absurda vida, dejándonos reír con ese “no no no” a las clínicas de rehabilitación. Nos dejaba ser parte de su tristeza, en su “Black to black” y lo que hacía era dejarnos cantar a todos un grito desesperado para que volviera su amor tóxico.
Nunca dejó de ser esa chica ingobernable, que simplemente pretendía demostrar que la música merece la pena, siempre y cuando se componga con el alma. Y por eso siempre será admirada como una de las grandes leyendas de la música, incluso aunque el moño no nos deje ver el cielo.
We only said goodbye with words, I died a thousand times.
You go back to her, and I go back to black.
1 comentario
Mery Weather 12 agosto, 2015 at 2:37 pm
Gran crítica.