Dirección: Ridley Scott.
País: USA.
Año: 2007.
Duración: 157 min.
Género: Drama policíaco.
Interpretación: Russell Crowe (Richie Roberts), Denzel Washington (Frank Lucas), Chiwetel Ejiofor (Huey Lucas), Cuba Gooding Jr. (Nicky Barnes), Josh Brolin (detective Trupo), Carla Gugino Laurie Roberts), John Hawkes (Freddie Spearman), Ted Levine (Lou Toback), Armand Assante (Dominic Cattano), Common (Turner Lucas), John Ortiz (Javier Rivera).
Guión: Steven Zaillian.
Producción: Brian Grazer y Ridley Scott.
Música: Marc Streitenfeld.
Fotografía: Harris Savides.
Montaje: Pietro Scalia.
Diseño de producción: Arthur Max.
Vestuario: Janty Yates.
Estreno en USA: 2 Noviembre 2007.
Estreno en España: 28 Diciembre 2007
Resulta gratificante para un crítico afirmar, aunque sólo suceda en contadas ocasiones, que una película –a priori– no santo de su devoción, ha conseguido sorprenderle gratamente. Esto no resulta la norma general, aunque sí lo constituya American Gangster, el caso más flagrante de catarsis cuasi mística que ha logrado la redención de Ridley Scott tras Un buen año (2006). Ahora Scott, cuan ave Fénix, renace de sus cenizas con una producción brillante, de ritmo intrépido y planos imposibles para principiantes. Escrita por Steve Zaillian y con un presupuesto de cien millones de dólares, esta producción de Universal narra la historia verídica de Frank Lucas -Denzel Washington-, un chófer advenido en traficante de drogas quien, gracias a su tesón, violencia y ausencia de ética, consigue hacerse con el control del tráfico de estupefacientes en todo Nueva York. Con la guerra de Vietnam como fondo –y como proveedor de mercancía-, tanto Lucas como su heroína Magic Blue, irán tomando el control de la drogadicción neoyorkina, llamando la atención al único miembro honesto de Narcóticos, Richie Roberts -Rusell Crowe-, un policía con escrúpulos y fobia a hablar en público que se propondrá desbaratar el entramado de corrupción mafioso-policial en la ciudad. En este auténtico tour de force tenso y reñido entre estos dos pesos pesados que son Crowe y Washington, resulta sorprendente su reconocida capacidad de interpretación, siendo capaces de llevar la tensión narrativa de la película sin llegar a coincidir en la trama hasta sus últimos minutos.
En este filme Scott ha conseguido, con un solo golpe de efecto, equipararse a directores generacionales como Ford Coppola, De Palma o Stone. Sin embargo, si American Gangster bebe de alguna fuente, ésta es, sin duda alguna, de la de Martin Scorsese, observable en las constantes reminiscencias que muestra esta cinta con respecto a la laureada Infiltrados, de lo que se infiriere que la Academia de Cine vaya a comportarse con ésta como con la antecesora scorsesiana –si la huelga de los guionistas de Hollywood lo permite-. En definitiva, una más que aceptable obra maestra a la que cabe reprocharle, no obstante, una gratuita instrumentalización cosificadora de la fisionomía femenina –a veces se nos olvida que detrás de un cuerpo se esconde un ser humano-. No estaría de más que en alguna ocasión se intentara situar en una posición tan ofensiva al otro sexo, aunque sólo fuera para ver desde otra perspectiva la repugnante imagen de la vejación –por muy fidedignos que sean los hechos retratados-. Sin embargo, nada ni nadie es perfecto, ya lo dijo Wilder, y eso que, en esta ocasión, Ridley Scott se acerca de forma admirable. Esperemos que en sus futuras producciones Body of Lies y Stones vuelva a sorprendernos. Quién sabe cuánto habrá que esperar si no, hasta ver otra clase magistral de cinematografía como lo es American Gangster.
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