Acababa de iniciarse enero de 1978 cuando ‘Chic’, la legendaria banda musical neoyorkina, glosaba para el futuro la consigna que marcaría a más de una generación, y que se resumía en un mensaje tan extravagante como revelador: lo freak es chic. Cuarenta y seis años antes, en 1932, también Tod Browning creyó en este revelador lema, cuando decidió adaptar el relato corto de su tocayo Tod Robbins, titulado Spurs. En su cuento, publicado en la histórica Munsey’s Magazine, Robbins explicaba cómo en el seno de un circo, un hombre aquejado de acondroplasia (enanismo), decide escarmentar a la trapecista con la que contrae matrimonio. Fue precisamente un actor con este trastorno, el alemán Harry Earles, quien convenció a Browning y a Metro-Goldwyn-Mayer para que se hicieran con los derechos del relato y llevasen a la gran pantalla esta historia de amor, solidaridad, codicia y venganza.

Imagen de Freaks © 1932. Película producida por Metro-Goldwyn-Mayer (MGM). Todos los derechos reservados.

Imagen de Freaks © 1932. Película producida por Metro-Goldwyn-Mayer (MGM). Todos los derechos reservados.

Hans (Harry Earles) y Frieda (Daisy Earles), son dos miembros de un circo ambulante integrado por un sinfín de personajes con malformaciones, patologías físicas y aun mentales. Ambos germanos y de tamaño reducido, la pareja que forman supone uno de los baluartes más estables dentro de un ámbito en el que todas las relaciones son esporádicas, crueles y hasta violentas. Amputaciones, enfermedades, anomalías y trastornos mentales, conviven con hombres sansónicos, mujeres barbudas y una bella trapecista, Cleopatra (Olga Baclanova), por quien Hans siente una irremediable atracción. Aunque para la mujer Hans es un ser entrañable, entre dulce y pueril, para el alemán su cordialidad va más allá del ámbito formal, queriendo mantener realmente una relación amorosa con ella. Cuando Cleopatra descubra que su pretendiente ha recibido una extraordinaria herencia, no solo se dejará agasajar por su generosidad, sino que le separará de su prometida Frieda, a fin de quedarse con toda su fortuna. La tragedia no tardará en llegar cuando Hans sea consciente de que el amor que Cleopatra le ha prometido, es en verdad deshonesto.

Imagen de Freaks © 1932. Película producida por Metro-Goldwyn-Mayer (MGM). Todos los derechos reservados.

Imagen de Freaks © 1932. Película producida por Metro-Goldwyn-Mayer (MGM). Todos los derechos reservados.

Inclemente, despiadada pero formalmente impecable, esta producción de la MGM supone uno de los títulos míticos en la historia de la cinematografía. Su argumento cortante, nada cómodo, introduce al espectador en un universo perturbador, en el que los padecimientos físicos y mentales quedan imbricados en un grupo de profesionales que no tienen mayor remedio que huir de sus casas y mantener una vida errante. Su propia frustración, unida a la que les provoca el desprecio y risión de los espectadores, conlleva que todos los miembros de este equipo se muestren competitivos, un tono que, salvo en casos aislados, marca el devenir de un circo de los horrores, no tanto por los padecimientos físicos, sino por los psicológicos que acaban desarrollando por la escasa afectividad que reciben. En contraste con esta violencia pasiva, destaca la paradójica solidaridad que se establece entre los miembros del circo, auténtica familia en defensa de su propio clan, incapaz de introducir nuevos miembros sin que la totalidad del grupo acepte al nuevo integrante. En este sentido, se trasluce la experiencia del propio cineasta en el mundo circense, un conocimiento profundo que traslada la angustia de los miembros del circo a un espectador noqueado por una película que deviene terrorífica.

Imagen de Freaks © 1932. Película producida por Metro-Goldwyn-Mayer (MGM). Todos los derechos reservados.

Imagen de Freaks © 1932. Película producida por Metro-Goldwyn-Mayer (MGM). Todos los derechos reservados.

El resultado de este filme, mítico donde los haya, no pudo ser más impío. Cuerpos arrastrándose por el barro, un cortante claroscuro marcando la pauta de una noche de tormenta y la venganza como leitmotiv de un grupo harto de desmanes, se dan cita en una oscuridad cinematográfica capaz de apresar e hipnotizar al espectador a lo largo de las décadas. Antes del rodaje, gran parte del equipo presentó su dimisión, dado el carácter herético de una película que se adelantaba a su tiempo y prescindía de todo atisbo de corrección política. Generadora de horror y de fascinación al mismo tiempo, el público no tardó en mostrar su descontento, llegando a ser prohibida en Reino Unido por su capacidad de herir la sensibilidad del espectador.

Tan admirada como vilipendiada, lo más llamativo de esta cinta es su capacidad de  sobresaltar y cautivar, al tiempo que horripilar con la creación de nuevos universos y la mostración de nuevos y rompedores enfoques. La sublime fotografía de Merritt Gerstad unida al montaje de Basil Wrangell, llevan a Freaks a lo más alto de la historia del cine.

A pesar de que el resultado no pudo ser más estrepitoso, nadie le puede arrebatar a La parada de los monstruos el hito de haber convertido un término desconocido, el de freak, en una de las locuciones más alegóricas y expresivas más utilizadas desde entonces. Y es que ya lo apostilla la canción, le freak c’est chic.

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