Si lo más crudo del crudo invierno está en el cine, como nos enseñó Kenneth Branagh, el más doloroso de los dolores está en el corazón, como nos demuestra Claude Sautet. El director de Vincent, François, Paul… et les autres, presentó en 1992 Un corazón en invierno, una película comedida, pensada y circunspecta, en la que el juego de miradas y los pensamientos no revelados cobran mayor importancia que la vida expresada, los ecos minimizados de los verdaderos sentimientos.
Imagen de “Un corazón en invierno”, producida por Film Par Film, Cinéa Orly Films, Sédif Productions, Paravision International S.A., D.A. Films, France 3 Cinéma, Sofinergie 1, Investimage 3, Sofica Créations, Canal+ y Centre National de la Cinématographie (CNC); © Distribuida por A Contracorriente Films (DVD, 2012). Todos los derechos reservados. |
Stéphane (Daniel Auteuil) y Maxime (André Dussollier) son compañeros de trabajo; mientras Stéphane es un reservado luthier, apocado constructor y reparador de violines, Maxime es un experto vendedor, capaz de completar la delicada labor de Stéphane con su don de gentes y su espontaneidad. Ambos congenian, a pesar de la disparidad de caracteres, y ambos conocen los límites de su personalidad: Stéphane nunca será tan sociable como su compañero y Maxime nunca llegará a entender lo insondable del pensamiento del luthier. Ese equilibrio alcanzado entre el frío y el ardor, encontrará su punto de inestabilidad con la llegada de Camille (Emmanuelle Béart), la joven violinista de la que Maxime cae perdidamente enamorado. Por primera vez en su vida, Maxime ama y admira a una mujer al mismo tiempo, situación que lejos de amedrentarle, le empuja a mostrarse aún más entregado. Por vez primera también, Stéphane siente la verdadera profundidad de la codicia, deseando desbaratar los logros de su compañero conquistando a Camille. No hay amor, solo envidia.
Imagen de “Un corazón en invierno”, producida por Film Par Film, Cinéa Orly Films, Sédif Productions, Paravision International S.A., D.A. Films, France 3 Cinéma, Sofinergie 1, Investimage 3, Sofica Créations, Canal+ y Centre National de la Cinématographie (CNC); © Distribuida por A Contracorriente Films (DVD, 2012). Todos los derechos reservados. |
Los ademanes inseguros, las miradas esquivas y su extrema frialdad, ejercerán su efecto sobre Camille, quien pronto se sentirá atraída por el talento del compañero de Maxime. Galante y educado, Stéphane guarda las formas, seduce con estilo y es delicado, extremadamente delicado. Su imperturbable compostura acaba desmantelando a Camille quien, enamorada de la música, del arte y de la pasión, se sentirá inexplicablemente atraída por la tibieza sentimental de Stéphane. Cercana a la locura, a la sinrazón, Camille se pondrá en evidencia para conseguir un gesto, un mohín de correspondencia de sentimientos, sin comprender que Stéphane, auténtico artesano del medio, es tan inconmovible como codicioso. Su propósito ya está conseguido, ha vencido a su contrincante.
Historia de fidelidades, de bajezas y de ambición, Un cœur en hiver muestra un aspecto poco frecuente en la cinematografía, el de la pasión desapasionada, el amor sin amor. Escrita por el propio Claude Sautet en compañía de Jacques Fieschi y Jérôme Tonnerre, en ella se expresa una idea que atenazaba al cineasta desde que leyera A Hero of our Time (1839) de Mijaíl Lérmontov. En la novela, el escritor romántico exponía la historia de dos oficiales de la aristocracia zarista, cuya amistad se interrumpe cuando uno de ellos se enamora de una princesa. A partir de ese momento, su compañero no descansará hasta seducirla, por el puro placer de rechazar su amor cuando ella se entregue.
Imagen de “Un corazón en invierno”, producida por Film Par Film, Cinéa Orly Films, Sédif Productions, Paravision International S.A., D.A. Films, France 3 Cinéma, Sofinergie 1, Investimage 3, Sofica Créations, Canal+ y Centre National de la Cinématographie (CNC); © Distribuida por A Contracorriente Films (DVD, 2012). Todos los derechos reservados. |
Embelesado por la novela, Daniel Auteuil supo desde el comienzo que quería interpretar el papel de Stéphane, un rol que Sautet creó mezclando la crueldad del libro de Lérmontov con la fiereza de Iago, el shakespeariano protagonista de Othello. Si a ello le sumamos la estudiada frialdad invernal de un París de aristas y asperezas, en contraposición a la cálida melodía del violín y la pasión de Camille, encontramos una película inesperada, en apariencia bucólica y sencilla, que esconde bajo sus entrañas la desesperación de quien sin tener capacidad de amar, pretende obscurecer la alegría de la vida de sus semejantes. “Hablas de sentimientos que yo no tengo, a los que no tengo acceso”, repetirá maquinalmente Stéphane ante la atónita mirada de quien ha perdido demasiados papeles por él; “no destruyo a los demás sino a mí”, insiste sin saber que los destruidos son quienes tienen la desventura de creerle.
Este desafío macabro no llegaría a las cotas de Un coeur en hiver sin su magnífico trío protagónico, un conjunto de intérpretes cuya compenetración sirve de escenario para que Yves Angelo, director de fotografía, y Maurice Ravel, director musical, completen su dimensión emocional. Por supuesto, en este juego de luces y sombras no se puede olvidar a Claude Sautet, quien fue premiado con el León de Plata a la Mejor Dirección y el César al Mejor Director por Un corazón en invierno. Sin Sautet, sin su empeño por sacar adelante este proyecto después de cuatro años, sin su ahínco en obtener los mejores resultados, Béart no habría conseguido la pericia de una profesional tras un año de prácticas de violín; Auteuil no habría alcanzado esa frialdad seductora casi abstracta; ni Dussollier resultaría tan creíble en su ingenuidad.
Sostenía Claude Sautet que toda la gente tiene una parte en la que su corazón está en invierno, y en Un coeur en hiver, lo más crudo del crudo invierno está en el corazón.
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