Se llama Álex Brendemühl pero para muchos siempre será Jean François. Como el personaje creado por Alfonso Albacete y David Menkes en Entre vivir y soñar, también Brendemühl es amable, atento y seductor, con independencia de que en la actualidad encarne a uno de los diez criminales de guerra más sangrientos de la historia de la humanidad. Es mediodía de principios de octubre, nos encontramos en los fastuosos pasillos de la madrileña Casa de América. El trasiego de periodistas es constante, nadie quiere perder la oportunidad de acercarse al equipo de El médico alemán. Wakolda, película argentina que ha conseguido estar en la carrera de los Oscar. Mientras me acomodo, diviso a lo lejos a Álex Brendemühl hablar con otros compañeros durante una sesión fotográfica: “sales demasiado serio en las fotos”, le recrimina un reportero; “tengo que mantener una imagen”, responde jocoso Brendemühl: “si no, no me vuelven a llamar; no hay que perder la autoridad, si te pierden el respeto, mal asunto”. Le miro y sonrío, ahora es mi turno y me fascina su buen humor. Nos fotografían mientras hablamos y, de inmediato, entiendo que toda Argentina se haya rendido a sus pies: “aquí, estando acompañado, sí que puedo sonreír” menciona mientras se sienta “es que si me pongo solo no sonrío”. Le miro y observo sus ojos límpidos y claros, la misma claridad y atractivo de los que hace gala su propio carácter. Viéndole nadie entendería por qué alguien tan sensible y tan humano encaja a la perfección en su papel de Josef Mengele, el doctor que hizo de Auschwitz su laboratorio de horrores particular. Pero el cine es así, y Lucía Puenzo vio en Brendemühl la personificación absoluta del terror nazi, el protagonista de su novela Wakolda que ahora llega a la gran pantalla. En su físico hay algo terriblemente semejante a Mengele, algo que al propio Brendemühl le desconcierta: “a veces me pregunto qué verán en mí para ofrecerme este tipo de papeles”. Ambos nos miramos y sonreímos, definitivamente no hay nada en él de malévolo. Tal vez tenía razón Alfred Hitchcock y el secreto está en su mirada cristalina, en esos ojos perturbadores que funcionan tan bien en el rol de malvado. Quién sabe, quizá Brendemühl se ajusta al perfil que remarcaba el realizador británico cuando advertía: “no todos los que tienen los ojos azules son asesinos en serie, pero todos los asesinos en serie, tienen ojos azules”.
Imagen de la entrevista a Álex Brendemühl con motivo del estreno en España de “El médico alemán. Wakolda” © 2013 Todos los derechos reservados. |
Lucía Tello Díaz.- Sorprende que siendo un gran actor de comedia, con títulos emblemáticos como Inconscientes o Entre vivir y soñar, insistan en darte papeles de personalidades extremas, mayoritariamente malvadas
Álex Brendemühl.- La verdad es que me muero de ganas por hacer comedias. Afortunadamente, ya voy combinando papeles, voy haciendo más comedias; lo que pasa es que igual estos personajes atormentados resultan más vistosos o acaban llamando más la atención; de hecho, casi siempre atraen más este tipo de personajes perversos, o que se encuentran de alguna manera en la desviación del comportamiento humano.
LTD.- Es curioso que, gustándote la comedia, mucha gente siga viéndote como un intérprete de personajes atormentados
A.B.- Es cierto, pero es algo que ya he asimilado y que he asumido con todo el buen humor que puedo, porque también hace gracia; resulta curioso ver lo que proyectas hacia fuera. Uno mismo no controla lo que la gente ve. De repente, cuando empezaron a llamarme para hacer asesinos en serie y personajes de ese tipo pensaba: “pero qué han visto en mí para ofrecerme este tipo de personajes”, al final estos personajes van aumentando, se va haciendo una pelota y te va llevando al extremo, como este caso, en el que me ofrecieron interpretar a uno de los diez personajes más malvados de la historia. Así que al final piensas: “venga, vamos a hacerlo”, y te lo tomas un poco como un juego, como una diversión, porque en verdad no deja de serlo. Para mí el trabajo es una manera de explorar comportamientos humanos, de experimentar, de poder hacer todo aquello que no haces en tu vida.
LTD.- Como por ejemplo, hacer el mal…
A.B.- Es que realmente el mal es muy atractivo, muy fascinante; lo es para mí e intento que lo sea para el espectador; un personaje que explora los límites del proceder humano. En realidad, para eso te dedicas a esto, para hacer lo que no haces en la vida, para poder probar. Además, todos queremos portarnos mal –dice riendo-, y el cine es una oportunidad para hacerlo. Es cierto que, a veces, te toca hacer cosas que piensas: “esto es demasiado enfermizo”, pero en general he tenido la suerte de que me hayan ofrecido personajes que me han permitido trabajar diferentes capas, diferentes niveles y explorar la condición humana.
LTD.- Sin embargo, en el caso concreto de Josef Mengele, imagino que interpretar a un personaje tan extremo debe ser, cuando menos, perturbador. ¿Afrontar el hecho de encarnar a un criminal tan violento y brutal, no implica cierta incomodidad?
A.B.- Absolutamente. A mí en un principio me generó rechazo, me dio mucha alegría que Lucía [Puenzo] me ofreciera trabajar en su película, y que me viese directamente en ese personaje, pero me causaba rechazo, porque me revolvía el estómago lo que había hecho y todo lo que investigaba sobre él en la distinta documentación que tenía y en su biografía. Todo eso me daba malestar, me costaba meterme en la piel de ese personaje. Sin embargo, en el momento en que decides que es un personaje más al que llevas al terreno de la ficción, te das cuenta de que ese personaje vive ahí, en esa otra realidad, y es entonces cuando empiezas a disfrutarlo, a quitarle hierro al asunto.
LTD.- Cuando te das cuenta de las posibilidades que tiene en la narración
A.B.- Claro, porque realmente es lo que hace este personaje, se mueve con mucha soltura y con mucha comodidad por el mundo, porque le permiten empezar otra vida en otro país, después de todo lo que ha hecho. Así que también se trataba de disfrutar, disfrutar del modo cómo juega con otros personajes, cómo juega con la niña, cómo seduce hasta cierto punto a la madre y al entorno, y cómo se pasea por este mundo como un gran laboratorio de experimentación… Eso se convierte en algo extrañamente placentero.
LTD.- Enfrentarte a un personaje real implica un gran trabajo de preparación ¿Cómo configuras tu propio Mengele?
A.B.- Lo cierto es que no hay mucho material fílmico ni tampoco fotográfico, sólo hay cuatro fotos, y unas biografías muy vagas, con muy pocos datos precisos sobre Mengele, lo cual permitía mucha libertad para construir su figura y para hacerlo tuyo. El propio personaje ya tenía unos elementos determinados, así que eliges que tenga un bigote, una raya al lado, un traje pulcro, que vaya bien vestido y sea ordenado… Y así vas consiguiendo encontrar el personaje. Finalmente, decides darle un acento determinado, como el que yo quise darle, uno propio de la Alemania del sur, mezclado con argentino y con mi castellano, y de este modo acabas encontrando un personaje determinado que es lo que resulta. Si a ello le sumas el trabajo con Lucía, con sus marcas de dirección, pues vas matizando su personalidad, para así en alguna secuencia o toma, acentuar ese punto de perversión, o para hacerlo un poco más inocente, más cercano, e ir encontrando la manera de hacerlo creíble.
Imagen de “El médico alemán. Wakolda”, película distribuida en España por Wanda Visión © 2013 Historias Cinematográficas, Wanda Visión, Pyramide Productions, Hummel Film y Moviecity. Todos los derechos reservados. |
LTD.- Imagino que tanto trabajo de configuración de un personaje, habrá llevado mucha energía
A.B.- Sí, y es inevitable que te persiga un poco, por eso tienes que encontrar la manera de separarte, de relajarte y de olvidar al personaje. Al ser real, al haber existido verdaderamente, tiene un peso específico, y eso te carga con cierta responsabilidad para estar a la altura. Por si fuera poco, todo el mundo ha oído hablar del “Ángel de la muerte”, todos saben algo, te explican cosas; todo el mundo parece saber más que tú –dice sonriendo-. La verdad es que hay mucha curiosidad con respecto a Josef Mengele y en general, con respecto al nazismo. Hay mucha gente que lee sobre ello, libros de historia, de las armas, de las bombas, de los vehículos, de los uniformes del nazismo. Una curiosidad que yo, personalmente, ni tengo ahora ni tampoco la tenía antes. Pero es cierto que hay algún juego morboso por esa iconografía nazi que, por otro lado, es súper atractiva: su arquitectura, las películas de Leni Riefenstahl…
LTD.- Olympia y El triunfo de la voluntad…
A.B.- Exacto, esa cosa colosal que a la gente le sigue produciendo mucha fascinación consciente o inconscientemente. Es esa cosa oscura que a todo el mundo le atrae.
LTD.- Bajo mi punto de vista, hay un punto clave en la película, y es la relación que sostiene Mengele con la niña. Supongo que a la hora de enfrentarse a una relación así, con tanta química con una menor, debió existir cierta dificultad, cierta preocupación
A.B.- Bueno, evidentemente, el personaje de la niña era una incógnita desde el comienzo. Como no la conocía, yo me iba preparando el personaje en Barcelona; aunque había visto fotos suyas, me preguntaba: “cómo será esta chica, cómo nos entenderemos”. Era un misterio, hasta que llegué a Buenos Aires y allí conocí a una niña de once años encantadora, inteligente, con un gran sentido del humor; enseguida conectamos y nos lo pasamos muy bien, y eso lo hizo todo mucho más fácil. Porque existen secuencias con gran carga de tensión y de violencia, implícita y explícita, que podía llegar a generar mucha incomodidad entre nosotros; sin embargo conseguimos que fuera fácil.
LTD.- ¿Cómo consiguieron tanta complicidad?
A.B.- Pues entrábamos y salíamos, reíamos, cantábamos y bailábamos fuera de la toma y luego nos metíamos en el personaje. Ella tenía la capacidad de entrar y salir en la ficción, de manera que lo hizo todo mucho más fácil. Me encontré con una actriz hecha y derecha, a pesar de que era su primera película, y lo hacía de maravilla. Hicieron un trabajo previo muy bueno con la coach y con Lucía, para que entendiese lo que le pasaba en cada momento a su personaje, y realmente creo que es la clave del éxito de esta película, esta niña que mira con esa curiosidad, esa chispa en los ojos y en la manera de presentarse. Es un gran descubrimiento.
LTD.- Sorprende el tipo de violencia que se muestra en la película, una violencia soterrada, implícita, que llega a su culminación con el personaje de Nora, cuando esa violencia explota de algún modo. Debe ser un reto encontrar en uno mismo o en el entorno, material suficiente para interpretar a un personaje tan ajeno, tan diferente
A.B.- De alguna manera te agarras a elementos que tienes, buscas algo que pueda acercarse a esa realidad. Evidentemente tengo raíces en Alemania, he tenido muchos referentes de personajes que imaginas que pueden acercarse a esta manera de hablar, de pensar, de actuar, de comportarse. Al final vas descubriendo cosas de tus orígenes, de hecho, cuando el otro día una amiga vio la película me dijo: “me recordabas a tu padre”. La verdad es que quisiera pensar que no soy tan parecido al personaje, pero hay momentos en que te asustas y piensas: “bueno, yo cuatro gritos bien pegados también los sé dar”.
Imagen de la entrevista a Álex Brendemühl con motivo del estreno en España de “El médico alemán. Wakolda” © 2013 Todos los derechos reservados. |
LTD.- Y de un episodio de la vida de un personaje como Mengele, llegamos a la carrera por los Oscar. ¿Cómo están viviendo la posibilidad de ir a Hollywood a recoger un Oscar?
A.B.- Evidentemente fantaseas con todas las posibilidades, podría pasar y ojalá sea así, la verdad es que sería una novedad, no me había pasado antes, pero soy bastante realista, siempre tengo los pies en el suelo; pero si viene ¡bienvenido sea! Ya no está en mis manos, de manera que no puedo controlarlo. En todo caso, todo lo que está pasando con la película en Argentina, es impresionante. Está siendo todo un éxito de público, se ha convertido un fenómeno, y ya que la preseleccionen para los Oscar, es increíble. Eso sí, es algo que te queda como muy lejano, que está ahí, pero que está en Argentina, es como un sueño estupendo.
LTD.- Como dices, es toda una novedad: un actor que hace cortometrajes, que interpreta en la ópera, que también es conocido por hacer cine indie, de repente en los Oscar con una película en la que tienes un papel principal. Eso es muy buena una señal
A.B.- Sí, la verdad es que lo mejor es saber que vas progresando en tu carrera, a algún nivel, a veces porque te superas en algún personaje y te sorprendes a ti mismo haciendo algo novedoso, o porque las películas en las que estás van muy bien y te abren puertas. En todo caso, lo que más me atrae es la sensación de no estar estancado, saber que el trabajo que realizas recibe un reconocimiento y no sólo te lo pasas bien tú, sino que tiene su respuesta –dice sonriendo-, lo cual está muy bien.
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