Conocer a Ferzan Özpetek era algo kármico, premonitorio, casi una asignatura pendiente. Lo era desde que hace algunos años, en verdad muchos, descubriera en la pluma de Terenci Moix las virtudes de este realizador ítalo-turco, sugerente, provocador y de aspecto bonachón; de trato cordial y cine aguzado. No hay nada en su obra que no hable de él, de esas manos que tanto agita mientras conversa, o de su mirada centrada, golosa, que examina con esa glotonería infantil que sólo exhibimos cuando nadie nos observa. Pero Özpetek no se esconde, no huye. Habla con claridad; con todo el cuerpo, de hecho. Enarquea las cejas, estira los párpados y sonríe con energía, para más tarde agacharse, encogerse hasta de pronto desaparecer entre las verdades de su razonamiento. Así me refiere su vida, la vida a través de su obra, claro está; la que nos ha dejado observar como voyeurs de un hombre excepcionalmente cordial que ha contribuido con su honestidad a revitalizar el cine italiano, cine que, cuan imperio romano, ha pasado por épocas mejores. Sin duda Özpetek representa ese vestigio de brillantez que siempre ha tenido y tendrá el cinema del país latino, que se consagrara con autores como De Sicca, Rosselinni, Fellini o Antonioni. A estos césares evoco cuando el reloj marca las doce de la mañana y encuentro a Özpetek en uno de los salones del hotel Santo Mauro, un enclave inmejorable para dialogar sobre su cine: tan romántico como Italia, tan aristocrático como la familia de Mine Vaganti, y tan chispeante como el ánimo de Özpetek. El realizador se sienta ante mí en un sofá con vocación de chaise longue a mengua. Desde mi sillón veo la inmaculada camisa blanca del director, oculta tras una chaqueta Príncipe de Gales en total comunión con sus deportivas castañas. Clásico y atrevido, como su cine. Tras él, un ventanal con vistas a otro siglo, al Madrid de Edgar Neville. Por delante, una mañana de conversación al más placentero nivel. Notable diálogo para un sobresaliente orador. Ferzan Özpetek: cuestión de karma, asignatura aprobada.
Lucía Tello Díaz.- Si algo define a su cine es esa vocación urbanita, casi capitalina, de los espacios y las situaciones. Sin embargo en esta ocasión, con Tengo algo que deciros se traslada a Lecce, una pequeña población, ¿a qué se debe ese cambio?
Ferzan Özpetek.- Sí, es cierto, es la primera vez que me alejo de Roma, pero ha sido muy útil y muy hermoso. Quería cambiar, quería un lugar soleado, donde se comiera bien, con un ambiente magnífico. Y ya sabe lo que dice un periodista turco: “antes de morir uno debería visitar Lecce”.
LTD.- A pesar de ese cambio formal, lo cierto es que sigue abordando temas comunes en su filmografía, como la traición, la insatisfacción de las personas dentro de su familia, de su ambiente, ¿qué le atrae de ese malestar, de esa necesidad de salir fuera?
F.O.- Esta es la primera película en la que expongo la situación de la familia tradicional, ya en El hada ignorante trataba la situación de una familia, y todo lo que sucedía dentro de ella, pero en sentido más amplio. Mine Vaganti es la primera ocasión en que abordo esta temática en sentido más restringido. También es cierto que con este cambio me he divertido muchísimo, ha sido un recreo rodarla. Por otro lado, en este caso he podido aprovechar mi experiencia personal en el seno de mi propia familia, por ejemplo mis tres tías, que en la película ha encarnado una sola mujer, Sofia Ricci; incluso el personaje del padre, no sólo respecto a la relación que yo tenía con él, sino que hasta físicamente el actor que lo interpretaba, Ennio Fantastichini, se iba pareciendo más y más a mi propio padre. Son muchos elementos comunes que me han divertido muchísimo.
LTD.- En su cine llama poderosísimamente la atención el cuidado por la fotografía y la dirección artística. Sin duda habla de un director con un gusto estético excepcional. ¿Por qué le da tanta importancia a ese elemento visual?
F.O.- Muchísimas gracias. Es cierto que me gusta mucho la fotografía, es un complemento magnífico. Por ejemplo, en esta película en particular hemos llegado a construir un solo espacio rodando en tres casas distintas, porque la original quedaba muy limitada, sobre todo para un rodaje. Para los salones o la escena del comedor, empleamos una casa fuera de la ciudad, gracias a una inmensa cantidad de documentación que nos guiaba para conseguir que tuviera una decoración similar a la original de Lecce. Además hemos trabajado enormemente en los detalles, para que pareciera una casa del sur primero, y los elementos secundarios después, desde los platos, las telas, los cubiertos, los vasos, todo tenía que resultar auténtico. Me gusta mucho el hecho de que el director de fotografía haya realizado un trabajo fotográfico que reproducía perfectamente la pintura y a los pintores del sur, de Lecce.
LTD.- Redundando en la idea de elementos comunes en su filmografía, en Tengo algo que deciros volvemos a encontrarnos la temática gay como aspecto fundamental. No obstante, la forma que tiene de abordar este aspecto es muy natural, orgánica, muy elegante, sin caer en el estereotipo manido, casi histriónico de otras producciones…
F.O.- Bueno, reconozco que también hay un momento estereotipado en la película, que es cuando aparecen los tres amigos de Tommaso, pero es verdad que me gustó muchísimo, sobre todo porque coincidía con un momento en que en Italia se estaban registrando casos de homofobia muy duros y preocupantes. Quería demostrar que las personas son personas, que la homosexualidad existe y que la gente se divierte también de este modo. Pero es verdad que, en general, me gusta citar o incluir en mi cine esta temática aunque no como algo extraño: yo sólo hablo de la vida, de la gente y del mundo que yo conozco. Y en esta película está todo.
LTD.- En Tengo algo que deciros vemos algunas caras conocidas de su cine, como Nicole Grimaudo o Ennio Fantastichini, ¿cómo se decidió por el elenco, especialmente por Ricardo Scamarcio?
F.O.- Con Ricardo Scamarcio lo tuvimos claro, es de la zona y tiene el acento adecuado, además hicimos un cásting para elegir los acentos. En verdad yo nunca hago pruebas, tan sólo me reúno con los actores, hablo con ellos y funciono más por sensaciones. Es cierto que en el cásting he elegido a grandes actores, en realidad hemos tenido mucha suerte. Tanto la abuela como el padre son actores que han obtenido muchísimos premios, ha sido un auténtico deleite trabajar con ellos.
LTD.- Es un director que ha obtenido una gran popularidad tanto dentro como fuera de su país. Incluso llevándolo al extremo, podemos citar a Madonna dentro de sus incondicionales fans…
F.O.- Madonna… Sí –dice ruborizado, entre risas nerviosas-.
LTD.- Sí, la de Madonna es una imagen que en sí engloba mucha significación
F.O.- Sí, sí –repite en voz muy baja, sin mirarme a los ojos, casi con sonrojo infantil-.
LTD.- Con la perspectiva que le han dado los años, ¿se imaginaba al inicio de su carrera un reconocimiento internacional semejante?
F.O.- ¡No! –dice con tono serio, pero manteniendo la facción aniñada-, además en la mayor parte de mis películas los temas son de lo más lejanos, pero ésta es una película con un tema que ha tenido muy buena acogida en distintos países, en Francia, en Alemania, en Austria, esta última semana en Inglaterra. Pero incluso cuando uno va cambiando de película en película, nunca se espera que las cosas vayan de este modo. Considero que el éxito es igual que la suerte, es cuestión de la fortuna que llegue o no, es una coincidencia, nada importante.
LTD.- Pero su éxito es semejante a pesar de los cambios producidos en su cine a lo largo del tiempo. Por ejemplo los géneros, nunca se define por uno en particular y es muy dado a las hibridaciones, a las mezclas. De cara al futuro, y sin saber si tiene planeada ya la siguiente película, ¿hacia dónde va a dirigir su estilo, hacia la comedia o más hacia el drama nuevamente?
F.O.- La verdad es que me gustaría mantenerme en la línea de esta película, una comedia dramática por así decirlo, con tintes dramáticos, porque es el modo más similar a la vida. En nuestro día a día encontramos situaciones dramáticas con momentos más cómicos. En el cine todo depende de cómo sea observada la película, depende del espectador. En este caso es bastante unánime porque casi todos han salido del cine con la misma sensación, a pesar de ser públicos distintos, como el del Tribeca Film Festival, el de Francia, el de Alemania o el de Italia…
LTD.- Pues muchas gracias, señor Özpetek, y mucha suerte con Mine Vaganti
F.O.- Muchísimas gracias a ti por esta bella entrevista, y que sea verdad eso de “Todo es cine”… Esperemos que sí.
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