Su mirada felina no se oculta tras su complacencia angelical. Ataviada con unos jeans y una guerrera verde ceniciento, la que se catapultara como Fleur Delacour en la mítica saga de J.K. Rowling, se presenta como la antítesis del estrellato, como un antídoto contra la ostentación. Pese a su delicada fisonomía, Clémence Poésy resulta toda una cura de humildad para quienes ven en Hollywood la última estación de la travesía interpretativa. Conseguida la fama, asumida la ruptura del anonimato, Poésy no ha perdido el encanto que comenzó a manifestar cuando, niña aún, decidió dedicarse a la industria cinematográfica. Sin engolamientos ni altanerías, la joven de Châtenay-Malabry se sienta con discreción, se mueve con reserva y ratifica su timidez con una volatilidad digna del éter más sutil.
No obstante, una vez alcanzada la confianza con la protagonista de Perdidos en Brujas, la afabilidad y gentileza de Poésy rompe fronteras, obviándose la circunspección que horas antes se presentaba como vereda infranqueable. Sin deshacerse del halo que le rodea desde que apareciera en Harry Potter y el cáliz de fuego, su trato cercano hace recordar que la fama no ha de ir inconmoviblemente soldada a la presunción.
Con motivo de la presentación en Madrid de su última película, El pastel de boda, tenemos la suerte de poder entrevistar a una de las promesas más celebradas de la cinematografía gala, sin olvidar un mantra incontestable tras una meticulosa observación: aunque Clémence Poésy parezca ensimismada e incluso abstraída en primera instancia, no hay que llamarse a engaño, nada se escapa a la gatuna mirada de esta actriz.
Lucía Tello Díaz.- Usted proviene de una familia de artistas. Su padre, sin ir más lejos, es director y autor teatral. ¿Su vocación interpretativa se podría definir como “genealógica”?
Clémence Poésy.- Es cierto que mi padre se dedica al teatro, y mi hermana es actriz y está empezando a hacer dirección de teatro. Mi madre es profesora de literatura, así que como la hemos visto trabajar mucho, con sus deberes todas las tardes, nos pareció que era mucho mejor seguir la estela de nuestro padre –ríe-, y voilà! Aquí apareció la vocación familiar –ríe aún más-.
LTD.- Cuando dio comienzo su carrera, ¿podía imaginar que llegaría a tener tanto reconocimiento internacional?
CP.- ¡No! –enfatiza-, aunque no tengo la impresión de tener tanta fama internacional.
LTD.- Es indudable el hecho de que figurar en la saga de Harry Potter ha provocado que adquiera una fama a nivel global…
CP.- Sí, es cierto, pero es extraño porque cuando leí el guión de Harry Potter, era un personaje pequeñísimo y nunca pude imaginar que iba a adquirir esas proporciones.
LTD.- De todos modos, el personaje de Fleur Delacour tiene mucha mayor relevancia en las dos últimas entregas del libro, por lo que en las próximas películas imagino que saldrá aún más
CD.- Sí, pero lo esencial de la historia siempre serán Harry, Ron y Herminone. Aunque el resultado de esta película es sorprendente. Si hubiera hecho el mismo papel en una película que no fuera Harry Potter, estoy convencida de que nadie me habría reconocido por la calle –ríe. Sólo sucede por la dimensión de estas películas.
LTD.- Y a usted, ¿qué le interesa más, este tipo de superproducciones norteamericanas, o películas más intimistas?
CD.- La verdad es que me gustan las dos cosas; es más, cuando termino una película en inglés, me apetece hacer una en francés; cuando finalizo una gran producción, me apetece hacer menor… Tengo la impresión de tener mucha suerte al poder participar en géneros y escalas distintas, y me gusta también poder hacer un papel protagonista seguido de otro secundario, de hecho éste último es mucho mejor, porque no tienes todo el peso de la película sobre los hombros.
LTD.- Lo cierto es que si su carrera destaca sobremanera es por el gran espectro de papeles que ha interpretado: de bruja, de novia despiadada, hasta del anticristo en Revelations e incluso Juana de Arco, su próximo proyecto
CD.- ¡Sí! Además, al mismo tiempo Juana de Arco fue quemada porque pensaban que era una bruja –ríe-. Es una suerte haber podido interpretar papeles tan diferentes.
LTD.- Entre ellos, el de esta película, El pastel de boda, ¿qué le gustó de Bérengère?
CD.- Hacer de nieta de Danielle Darrieux, eso lo que más; -ríe con mirada categórica-.
LTD.- El realizador, Denys Granier-Deferre, ha comentado con cierta sorna que la primera vez que usted leyó el guión lo rechazó de lleno. ¿Es cierto o sólo es un comentario malicioso?
CD.- Era un poco broma, y era un poco cierto; es que al principio me parecía demasiado odiosa. En el primer guión no podías ni entender siquiera cómo el personaje del novio podía casarse con ella. A mí me interesaba una historia de amor en la que se pudiera creer en ella, sobre todo porque tiene muy buena relación con su abuela, que es extraordinaria. Así que si se supone que esta nieta es la preferida de la mujer, el personaje tenía que ser un poco más benigno. Por eso decidimos suavizar un poco el papel.
LTD.- Personalmente, no sé si se sintió un poco incómoda con la actitud agresiva que en el filme profesa hacia una niña con síndrome de Down, pero hay una escena que resulta incluso violenta para el espectador
CD.- Sí, sin ninguna duda. Es más, si la escena se ve violenta en la película, en el libro era muchísimo peor; de verdad me sorprendió lo increíblemente violenta que resultaba la manera en que estaba escrita. De hecho, yo tenía que darle una bofetada a Lucie en una escena del baile, y además alcanzaba una importancia increíble en la historia. Encima yo conozco a una niña que tiene este síndrome, y simplemente no podía hacerlo. Yo avisé al equipo, diciéndoles que no lo podía hacer, que por mucho que repitiera la escena no iba a ser creíble, porque no salía de mí un comportamiento semejante. Entonces lo cambiamos.
LTD.- Lo celebro…
CD.- Sí, yo también –sonríe aliviada-.
LTD.- En otro orden de cosas, ha participado como imagen en la campaña publicitaria de Chloé, y no sé hasta qué punto le ha gustado la experiencia, ¿tiene pensado participar en más anuncios?
CD.- Me proponen cosas de vez en cuando, pero no es mi profesión… Trato de tener cuidado, me encantaría poder hacer otra cosa, pero tendría que ser un proyecto correcto en el momento adecuado.
LTD.- Finalmente, ¿qué motivos aduciría para que la gente se animara a ir a ver El pastel de boda?
CD.- Pues que van a ver una película en la que se atraviesa gran número de emociones en un momento único; en el que se pasa de reír a llorar de repente, casi simultáneamente… Y sobre todo, que les hará disfrutar mucho
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