La honestidad no es una virtud, es una obligación.

Andrés Calamaro

Queridos amigos de Todo Es Cine:

Un placer volver a estar con todos vosotros. Comenzamos mes y, con él, analizamos una nueva película. En esta ocasión Una jaula de grillos (1996, Mike Nichols), remake de La Cage aux folles (1978, Édouard Molinaro).

Imagen de ‘Una jaula de grillos’ © 1996 MGM. Distribuida por United Artists. Todos los derechos reservados.

La historia nos lleva a South Beach (Florida), donde viven Armand (Robin Williams) y Albert (Nathan Lane), pareja desde hace veinte años. Ambos han criado a Val (Dan Futterman), hijo de Armand y Katherine, una antigua compañera de teatro (Christine Baranski). La pareja vive del espectáculo y tienen bajo su casa un club nocturno donde diariamente actúa Albert.

Un día, Val llega a casa para contarle a su padre Armand que en la Universidad ha conocido a Barbara Keeley (Calista Flockhart), hija del senador Kevin Keeley (Gene Hackman), cuyas ideas son muy distintas a la vida que ellos llevan. Tanto ella como sus padres van a ir a visitarlos y necesitan prepararlo todo para su llegada.

Imagen de ‘Una jaula de grillos’ © 1996 MGM. Distribuida por United Artists. Todos los derechos reservados.

Ninguno de los dos sabe cómo comunicárselo a Albert, un hombre muy sensible y dramático. Armand le va preparando para el momento y todo lo que se habla y se planea para la futura visita parece dejar ‘fuera del plan’ a Albert. Tienen que hacer algo hasta con el excéntrico mayordomo Agador (Hank Azaria), un hombre joven, alegre y simpático, siempre descalzo y dispuesto a bailar.

Imagen de ‘Una jaula de grillos’ © 1996 MGM. Distribuida por United Artists. Todos los derechos reservados.

A unos cuantos kilómetros de ellos, la familia Keeley se ve envuelta en polémica. Otro político del partido de Kevin ha fallecido en situación comprometida y esto salpica a la familia, envuelta en la preparación de la campaña por las elecciones. Poco a poco, los periodistas van rodeando la casa y Louise (Dianne Wiest), mujer del senador, ve en la boda de su hija una solución al conflicto. Huyen por la puerta de atrás mientras un periodista compra a su chófer para que les confiese a dónde van. Y ahí empieza la gran parodia, la de la familia de Val para fingir ser un tipo de familia distinta. Su casa se convierte en una tienda de antigüedades, poco a poco el hogar y las personas quedan trasformadas en algo que no son; a cada uno se le asigna un ‘papel’ y todos forman parte de una puesta en escena para impresionar a los padres de la novia. Y esa aventura es para vosotros.

Imagen de ‘Una jaula de grillos’ © 1996 MGM. Distribuida por United Artists. Todos los derechos reservados.

La película, de 1996, es una comedia de situación, cuyos personajes interpretan portentosamente sus roles, haciendo pasar un rato realmente divertido, en el que es fácil que surja una carcajada, lo cual, en estos tiempos, no viene nada mal. 

Sin embargo, una de las lecturas profundas que tiene esta historia con forma de sainete es la forma en que los humanos intentamos ser otras personas. Es lógico, en todos los sitios tenemos un rol, no es lo mismo estar en casa que en la oficina; pero vayamos un poco más allá. Veamos la situación desde la perspectiva de quien quiere pasar por ser de otra manera, sin darse cuenta de que, si alguien le quiere, lo hace por cómo es; si alguien le busca, le busca tal como es; y si tiene un amigo, es su amigo por ser quien es. Así que hagas lo que hagas, siempre hazlo por ti.

Por eso, la honestidad no es una virtud, es una obligación. 

Con todo el cariño, feliz abril desde La Mecedora.

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